El origen del vídeo es lícito, el protagonista facilita dicho vídeo o imagen, o bien presta su consentimiento para realizar la grabación de este. El problema surge cuando el poseedor del vídeo pierde el control del material y se distribuye a terceros.

La huella digital resultará información vertida por nosotros mismos o por terceros que definirá, juntamente con nuestra identidad digital, nuestra reputación digital.

Se entiende como el uso de información personal para hacerse pasar por otra persona para obtener un beneficio propio. En efecto, este beneficio suele generar un perjuicio a la persona afectada.