Diagnóstico: es el punto de partida de todo acto directivo, permite conocer la situación en que se halla para determinar el punto de llegada. Implica la evaluación de las circunstancias externas de la situación, pero también de las capacidades para aprovechar las oportunidades o para esquivar las amenazas.
Decisión: éste es el acto directivo por antonomasia. Hecho una vez el diagnóstico, el directivo debe señalar el sentido hacia el que deben orientarse las acciones para lograr las metas.
Mando: Tiene una doble dimensión, externa, cuando se trata de mandar a otros; e interna, que tiene que ver con mandarse a sí mismo.

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