En un lugar de los altos de Morelos una fría noche de enero, Manuel miraba el reloj que le había regalado su esposa en su cumpleaños, marcaba las 11:30. Comenzaba a desesperarse porque aún no sacaba la cuenta del taxi, además de que tenía que pagar la tanda. Escuchaba música en la radio como todas las noches en la “Sabrosita”, ya que le gustaba la cumbia y la bachata. En eso estaba cuando se acercó don Juan, el taxista de más experiencia, el más viejo de la base, le ofreció un cigarro, Manuel lo aceptó, aunque con un poco de recelo ya que se había propuesto dejar de fumar.

-Con este frío se antoja un cigarrito ¿Qué no Mane?

-Y sí, la verdad, cada vez se siente más fuerte y lo malo es que no cae nada. Ojalá que no me vaya ir en cero, por que ahora sí me cuelga mi mujer.

-No te desesperes Mane, tú sabes que así es esto, mira yo llevo ya casi 20 años en este “bisne” y siempre las noches de enero son así, frías y la gente casi no sale. Ya sabes, el pueblo es chico no hay ni a dónde ir.

-Si verdad, pero pues usted ya sabe, uno tiene sus compromisos y pues está difícil.

En eso se escuchó el clásico tintinear del teléfono viejo que tenía en el sitio. Sin titubear, Manuel se acercó rápido a contestar.

-Base de Taxis “Águilas del Sur” en qué podemos servirle.

-Por favor necesito un taxi, aquí en el kilómetro 11 en la carretera hacia Cuautla. Necesito llegar a la ciudad y a esta hora no hay ningún transporte y está muy obscuro. ¿podría venir por mí?

- ¿Dice que está en el kilómetro 11? ¿Hay alguien más con usted?

-Estoy solo, por aquí no hay nadie más. Mire, estoy con una chamarra azul y un sombrero de paja. No creo que se confunda, estoy junto al amate que está aquí ¿Sí lo ha visto?

-Muy bien, entonces en unos 20 minutos llego por usted. Me espera por favor. ¿Me podría dar su número de teléfono? Solamente por si acaso necesitara llamarlo.

-Está bien, mi número es el 7313570302 y no se preocupe, aquí lo espero.

Don Juan se acercó y le dijo:

- ¿Qué pasó Mane a dónde vas a ir?

-Me llamaron para ir a recoger a un cliente en el kilómetro 11, como que no me gusta mucho la idea, pero pues es la chamba y hay que ir. Ya ve todas las historias que cuentan de ese lugar. Pero mejor no quiero ni pensar, me dieron el número de teléfono por cualquier cosa, mire es éste se lo dejo por si se necesita.

Don Juan anotó el número de teléfono y añadió:

-No te preocupes Mane, estaré atento y en un rato llegan los demás. Lleva encendida la radio civil para estar en comunicación, ya sabes que por cualquier cosa aquí estamos al pendiente. Además, esas historias que cuentan, a lo mejor ni son ciertas.

Manuel se subió a su coche y lo puso en marcha. Revisó que su radio de banda civil funcionara y envió un mensaje:

-Aquí reportándome, “Águilas del Sur” me retiro a un 10-16 (recoger) al kilómetro 11. ¿Me copian?

-10-4 (recibido), 10-4 (recibido). Comenzaron a responder sus compañeros.

Una vez que tuvo la respuesta de sus compañeros, continuó manejando por la carretera, que esa noche le parecía particularmente más oscura y fría. Su mente comenzó a recordar la voz de la persona que le había llamado, se imaginaba que era una persona de edad avanzada así que imprimió velocidad al taxi.

Poco a poco fue llegando al lugar que le habían indicado, fue disminuyendo la velocidad, hizo cambio de luces para poder ver mejor a la persona que lo había llamado. Lentamente se acercó al árbol que le habían indicado y vio cómo se acercaba una persona con la descripción que le habían dicho y con una bolsa que cargaba en la espalda. Se detuvo y bajó el cristal de la puerta y dijo:

-Buenas noches ¿Usted fue quien me llamó verdad?

-Sí soy yo, qué bueno que viniste. Mira tengo esta bolsa que necesito que pongas en la cajuela, aquí te la dejo.

Entonces observó cómo dejaba la bolsa a un lado del coche y se subía en el asiento del copiloto. Manuel se bajó del taxi y levantó la bolsa, la sintió un poco pesada pero no quiso moverla con mucha fuerza por que no sabía lo que contenía, así que con cuidado la acercó a la cajuela y la puso dentro. Observó alrededor del lugar y se dio cuenta de que todo estaba en silencio, no circulaba en ese momento ningún vehículo, le pareció un poco extraño así que decidió retirarse con el cliente, observó su reloj y era exactamente la medianoche.

Abrió la puerta del taxi para poder irse de ahí, pero se quedó congelado de miedo al observar que no había nadie dentro del coche, miró de nuevo hacia todos lados y la persona que le había llamado no estaba. Intentó encender el coche, pero no arrancó, su corazón latía fuertemente y su boca no podía emitir ningún sonido, se había quedado petrificado. No podía entender qué estaba pasando. Intentaba rezar, se aferró fuertemente al crucifijo que llevaba colgado al cuello y solamente balbuceaba algunas palabras que parecían oraciones. No pudo hacer más y solamente se quedó ahí sentado frente al volante.

En la madrugada llegaron sus compañeros, preocupados por no saber de él. Lo encontraron sentado en su coche, como si hubiese querido irse de ahí, pero estaba muerto Su mirada se había quedado fija, su expresión de miedo atemorizó más a sus compañeros.

Dicen que a quien se había encontrado realmente fue a un muerto y que le había entregado su cuerpo en huesos en la bolsa para darle sepultura. Desde ese día ningún taxista hace viajes a ese lugar y mucho menos a las 12 de la noche.

	Creado por Jean Azahel Cortés hace alrededor de 8 años

Cuento Corto: es un relato como su nombre lo dice, breve. Pero que contiene personajes, lugares y hechos relevantes.