El concepto de Bullying proviene de la palabra Bull que significa embestir, aunque también se ha traducido
como matón a agresor. Este fenómeno fue nombrado por el psicólogo escandinavo Dan Olweus en 1993,
de la Universidad de Bergen (Noruega) y primer estudioso en el tema, a partir de estudios realizados en los
años 70' sobre el suicidio de algunos adolescentes. Encontró que estos jóvenes habían sido víctimas de
agresión física y emocional de parte de sus compañeros de escuela.
Victimas.
Olweus considera que las situaciones de acoso escolar suceden cuando el alumno sufre de manera
reiterada las agresiones de otro alumno o grupo de alumnos, produciéndose un desequilibrio de fuerzas
entre las partes: la víctima tiene dificultades para defenderse y presenta síntomas de desvalimiento.
Para Olweus, hay ciertos signos visibles que el agresor elegirá para atacar a las víctimas y que separarían
a las víctimas de otros estudiantes. Serían rasgos como las gafas, el color de la piel o el pelo y las
dificultades en el habla, por ejemplo. Sin embargo, considera que los rasgos externos no pueden ser
considerados como causa directa de la agresión, ni el estatus de la víctima. El agresor/a una vez elegida la
víctima identificará estos rasgos diferenciadores.
No siempre la víctima de sus iguales es una víctima pura. Con frecuencia, aquellos que han tenido una
experiencia relativamente larga de ser victimizados, se convierten a su vez en agresores de compañeros
menores o de apariencia inferior.
Mooij (1998) señala que rasgos frecuentes en estas son las que suelen ser sujetos fáciles reconocidos como
víctimas y menos apreciados.
Perfil de la víctima de
acoso escolar o bullying:
Tiene una autoestima baja o pobre. Posee pocas o escasas habilidades sociales. Es poco popular
en la escuela. Puede tener algún tipo de discapacidad física o psíquica, que lo hace vulnerable o
débil.
Presenta características personales distintas a las dominantes: Obesidad. Miopía. Forma de
vestir desarreglada o demasiado tradicional. Falta de higiene. Pertenencia a grupos étnicos o
culturales minoritarios.
Agresores.
En diferentes estudios se señala como principal agresor a los varones Olweus (1998), Ortega (1994), otros
estudios señalan a las mujeres como protagonistas de estos actos que utilizan más elementos psicológicos
en sus intimidaciones.
Olweus (1998) señala al agresor con temperamento agresivo e impulsivo y con diferencias en las
habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos. Le atribuye falta de empatía al sentir de la
víctima y falta de sentimiento de culpabilidad, evidenciándose una falta de control de su ira, interpretando
sus relaciones con los otros como fuente de conflicto y agresión hacia su propia persona.
Olweus (1998) reconoce dos perfiles de agresores: el/la activo que arremete personalmente, estableciendo
relaciones directas con su víctima, y el/la social indirecto que logra dirigir, a veces en la sombra, el
comportamiento de sus seguidores a los que induce a actos de violencia y persecución de inocentes.
Además de estos prototipos se identifican otro grupo de personas que participan pero no actúan en la
agresión, los cuales se denominan agresores pasivos.
Características psicológicas y entorno familiar: Sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en la escuela o
en la familia. Adquiere esta conducta cuando es frecuentemente humillado por los adultos. Se siente
superior, ya sea porque cuenta con el apoyo de otros atacantes o porque el acosado es un niño con muy
poca capacidad de responder a las agresiones.
Perfil del acosador: El niño que realiza las acciones agresivas, que maltrata y acosa a algún compañero de
clase, por lo general es un niño o niña que suele presentar alguna, varias o muchas de estas características:
proviene de una familia desestructurada o que está atravesando una situación estresante, como un
divorcio, la muerte de uno de los progenitores o un familiar muy querido. Suelen ser niños o niñas fuertes
físicamente. Que necesitan dominar, tener poder, sentirse superiores. Impulsivos. Desafiantes y agresivos
con los adultos. Con baja tolerancia a la frustración. Con comportamientos antisociales tempranos.
Presentan escasa empatía o incapacidad para percibir el dolor ajeno. Son egocéntricos. Con actitud negativa
hacia la escuela. Suelen ser niños con fracaso escolar. Abusa del consumo de alcohol y drogas. Pueden haber
sido víctimas de maltrato doméstico o acoso escolar. Padres con estilos educativos inadecuados, son por:
Autoritarismo ,Permisividad o Negligencia.
Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de distorsión cognitiva. La carencia de
empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser insensible al sufrimiento de este
Espectadores.
Alumnos. La características que definen a estos niños suelen ser las siguientes: Toleran el maltrato y se
inhiben sistemáticamente cuando se produce. Son conscientes del maltrato. Conocen las circunstancias, al
maltratador, a la víctima, dónde tiene lugar,... pero callan. Puede que colaboren en el acoso grabando las
agresiones, ignorando o aislando todavía más a la víctima.
Profesores y familias. Normalmente ambos no dan importancia a las señales de alerta. No actúan o se
inhiben ante la resolución del conflicto.
Los espectadores valoran el fenómeno de la violencia escolar como algo grave y frecuente (Ortega 2002)
lo que nos lleva a pensar que esta relación daña y llena de miedo a los jóvenes, aunque no se vean
involucrados en el conflicto propiamente dicho. El problema de las víctimas y los agresores es llegar a
serlo. Hay que educar en el respeto y la convivencia pacífica para no llegar a ambos comportamientos.