Se ha concretado en el estudio
científico de los factores psicológicos
que determinan la conducta política y
el efecto de los sistemas políticos en
procesos psicológicos (Knutson 1973)
La investigación ha señalado
múltiples factores
socioeconómicos,
psicosociales o racionales que
podrían determinar el núcleo
de comportamiento y
participación política de las
personas
Personalidad
autoritaria
Las primeras aproximaciones en
investigación dirigidas a la
predicción del voto situaron la
ideología individual como factor
determinante en este
comportamiento político
Tras la segunda guerra mundial
aparece la teoría de la personalidad
autoritaria de Adorno,
Frenkel-brunswik, Levinson y
Sanford (1950)
El objetivo principal de los trabajos que condujeron al
desarrollo de la teoría era demostrar que ciertos individuos
son fascistas potenciales aunque, antes de llegar a
convertirse en ello, muestran una alta susceptibilidad a este
tipo de propaganda, manifiestan fuertes sentimientos
antidemocráticos y presentan un tipo de personalidad
específica o personalidad autoritaria (Adorno,
Frenkel-Brunswick, Levinson y Sandford, 2006).
Propuso que los niños que habían experimentado una
educación severa y conforme a códigos morales
convencionales mostraran sentimientos hostiles hacia sus
padres, sentimientos que posteriormente desplazarían
hacia personas que consideraban más débiles
La investigación en personalidad autoritaria se centró,
por un lado, en el estudio de la ideología, entendida como
opiniones, actitudes y valores relativos a la esfera de lo
político, lo económico y lo religioso, y, por otro lado, se
centró en el estudio de la personalidad, considerada un
conjunto de necesidades que, a veces, guardan armonía y
tras entran en conflicto.
El desarrollo teórico del concepto de personalidad autoritaria
condujo a la construcción de dos instrumentos para su
medición: las escalas E y F (Adorno et al,, 1950), ambas
orientadas a medir las tendencias antidemocráticas
individuales.
La escala E, estaba compuesta por tres
subescalas (prej! hacia afroamericanos,
prejuicio hacia otras minorías y
patriotismo).
La escala F, dirigida a evaluar las tendencias antidemocráticas implícitas o de
propensión hacia el fascismo, que, según estos autores, se desarrollaban en
las personas cuando sus padres son distantes y excesivamente disciplinados, y
en el proceso de socialización han sido incapaces de expresar y sentir cariño
por sus hijos.
Escala RWA, En 1981, Altemeyer retomó su estudio y creó una
nueva escala a partir de una concepción más concreta de
autoritarismo ya que se entendía este como un fenómeno
endogrupal.
La escala RWA, evalúa 3 tipos de actitudes
1. sumisión autoritaria: predisposición
de los individuos o grupos a juzgar como
legítimo el poder de la autoridad en una
sociedad.
2. Agresión autoritaria: creencia en que
aquellos individuos o grupos que se desvían
del orden establecido deben ser sancionados
por las autoridades.
3. Convencionalismo: predisposición a apoyar
convenciones y normas sociales aprobadas
por las “autoridades.
Procesos duales e ideología política
la teoría de la personalidad autoritaria ha considerado
que existen dos factores principales, subyacentes a los
tipos de actitudes que evalúa la escala.
La dominancia autoritaria explicará el
comportamiento del individuo desde el
nivel intergrupal.
El interés por el factor de dominancia autoritaria ha
llevado al empleo de la Escala de Orientación a la
Dominancia Social (Social Dominance Orientation, SDO)
para su evaluación.
La sumisión autoritaria se conceptualiza
con un fenómeno endogrupal
Socialización política
Desde la teoría del voto hereditario (Greenstein, 1965:
Abramson, 1975) se afirma que la socialización familiar
contribuye radicalmente a que los niños aprendan a
identificarse con determinada opción política de manera
que adquieren los denominados sesgos partidistas
(Altemeyer, 1981,1988) explicará la génesis de este
tipo de personalidad de acuerdo con otros
procesos, definidos a nivel teórico posteriormente,
concretamente basados en los principios del
aprendizaje social
Las actitudes políticas pueden aparecer en momentos tempranos del
desarrollo, a veces, incluso a los 6 o 7 años (Lañe y Sears, 1967). Esta
preferencia está determinada por las lealtades que poseen los padres
(Converse, 1964).
Adorno et al. (1950) señalan que muchas actitudes y necesidades
subyacentes se originan en la situación familiar y agrupan las variables
estudiadas en tres grupos, principalmente: actitudes hacia los padres e
imagen de la familia, concepto acerca del medio en que se desarrolló la
niñez y actitudes hacia los hermanos.
Sabucedo (1996) señala que quizá los padres
pueden estar dirigiendo a sus hijos hacia un tipo
de respuesta ante una situación determinada.
Referencia: Arias, AV. Morales, J.F., Nouvilas, E. £ Martínez J.L.
(2012) Psicología Social Aplicada. Bogotá, Colombia. Editorial
Panamericana, (Cap. 2. Pp.75- 92)
Elaborado por Alejandra Prada
Tamayo
Determinantes de la conducta de voto
Es conocido el error de predicción de muchos de los
sondeos de opinión a la hora de pronosticar unos
resultados electorales concretos. De hecho, los sondeos
más fiables se hacen a pie de urna, es decir, se recogen poco
antes de que la conducta de “voto se lleve a cabo.
Estabilidad del voto
Uno de los aspectos destacados en torno a la conducta de
voto es su estabilidad temporal, es decir, qué hace que los
votantes de determinado partido político mantengan el
voto hacia el 'mismo partido, independientemente de los
comicios que se celebren.
La identificación partidistas
Se define como una vinculación psicológica entre un. individuo
y un partido político, que implica un. sentimiento de
pertenencia al partido como grupo de referencia.
Otras formas de participación política
Conceptos
La PARTICIPACIÓN POLÍTICA, es uno de los conceptos centrales de la
sociología y las ciencias políticas. Verba y Nie (1972) se referían a la
participación política como los actos legales de ciudadanos privados
dirigidos a influir en la elección de los gobernantes o en las acciones que
estos hayan de tomar.
Barnes y Kaase (1979) ofrecieron una
definición más amplia de la participación
política, que incluiría todas las actividades
voluntarias de los ciudadanos individuales
dirigidas a influir directa o indirectamente en
las decisiones políticas en los diferentes
niveles del sistema político.
Booth y Seligson (1978) aportaban una definición más
extensa de la participación política al abarcar todos
aquellos comportamientos que afectan (o tratan de
influir sobre) la distribución de los bienes públicos.
1. Participación política convencional:
Está relacionada con las acciones
llevadas a cabo durante un proceso
electoral
2. Participación política no convencional: Se refiere a
acciones como firmar peticiones, asistir a
manifestaciones legales, participar en boicots,
secundar huelgas legales e ilegales, ocupar. edificios
o fábricas, dañar la propiedad, llevar a cabo
sabotajes, la violencia personal y otras.
3. Persuasión electoral: actividades vinculadas
con campañas electorales, convencer a otros
para votar 0. asistir a mítines.
4. Participación convencional: acciones dentro de la legalidad
que tratan de incidir en el curso de los acontecimientos
político-sociales: votar, enviar escritos a la prensa y asistir a
manifestaciones y huelgas. autorizadas.
5. Participación violenta: Adopta formas para
producir daños a la propiedad o violencia
armada
6. Participación directa pacífica: incluye acciones que
desbordan el marco de. Ta legalidad establecida, pero
no son violentas, como ocupar edificios, boicotear
propuestas u opciones políticas, ocasionar cortes de
tráfico y participar en manifestaciones y huelgas no
autorizadas.
Evolución en la participación política
En primer lugar, señala que, al menos en lo
que se refiere a la participación no
convencional, los datos muestran una
tendencia al crecimiento de este tipo de
participación.
La segunda conclusión fundamental a que
llega Jaime, a partir de los datos analizados,
es el hecho de que las diferencias de
participación por grupos de edad se.
"deben fundamentalmente a un efecto de
ciclo vital, en comparación con el efecto
generacional.
Existe una crisis de participación
política en Europa, extendida
principalmente entre los más jóvenes
(Bennett, 1997; Dell Carpini, 2000;
Putnam, 2000).