Como bien dice el título, en el capítulo I
se habla acerca de la dignidad humana
tomando como pivotes:
La relación en cuanto a la semejanza en relación a Dios con el ser humano
desde el inicio de nuestra existencia por el hecho de haber sido creados a
imagen y semejanza divina.
La existencia del Pecado como justicia y equilibrio para separar
el bien del mal, cosa en lo que se basa la vida de todo ser
humano, una lucha entre el bien y el mal.
La cuestión de la unidad del alma con el cuerpo del hombre, siendo
este, la razón que impide que seamos seres divinos, aunque explica
que no por eso hay que tener desprecio hacia la vida corpórea.
La sabiduría del hombre que es mayor que el universo
material pero que puede ser causa de opacidad en otros
aspectos relevantes en la vida como lo es la fé y el amor.
La libertad como un impulso interno del hombre para
elegir que hacer, hacia donde dirigir su rumbo y si buscar
a Dios o no.
Todo esto es esclarecido en el momento en que aparece Cristo,
el verbo encarnado ya que es como un nuevo amanecer para la
iglesia al mostrar el amor de Dios y ser enviado. Demostrando
de esa forma el nuevo Adán y con el, la nueva descendencia
cristiana.
Muestra como la iglesia piensa acerca del ateísmo,
reprobando esa conducta que priva al hombre de su
grandeza innata de trascender espiritualmente
mediante el reconocimiento de Dios.