España careció durante la época de los
Reyes Católicos de una política de
expansión ultramarina atlántica.
La expansión del reino de Aragón y Cataluña por el
Mediterráneo alcanzó su punto máximo en 1504,
cuando se incorporó Nápoles al territorio aragonés. A
raíz de esto, puertos como Barcelona y Valencia se
transformaron en prósperos centros de intercambio y
grandes constructores de barcos
En la época de los Reyes Católicos no había
dinero para costear expediciones exploratorias en
el Atlántico, España no se interesó en incursionar
por el vasto Océano y dejó el camino abierto a los
portugueses.
Una vez finalizada la guerra Castilla vs Portugal (1479), la política de los
Reyes Católicos tendió a la mantención de buenas relaciones con su
vecino. Dada la rivalidad entre España y Francia no era conveniente
enemistarse con Portugal por el fácil acceso en las fronteras.
Un tercer aspecto de la política exterior de los
Reyes Católicos tuvo que ver con la expansión
americana.
Entre las cláusulas que contemplaba el
tratado de Alcacovas-Toledo, firmado en 1479,
figuraba la prohibición de realizar exploraciones
al sur de las Islas Canarias por parte de
España.
Los descubrimientos portugueses en África y Asia realizados a
partir de la segunda mitad del siglo XV, constituyeron una escuela
de aprendizaje en las artes de la navegación para muchos
capitanes y hombres de mar. Entre quienes navegaron bajo los
auspicios de la Casa de Avis destacaron Cristóbal Colón, Américo
Vespucio y Hernando de Magallanes.
Tras varios años de tramitación y dos informes de consejeros de los monarcas que
rechazaron el proyecto colombino de llegar a la India por el occidente, los Reyes
Católicos resolvieron respaldar al navegante genovés. En abril de 1492 firmaron un
contrato con Cristóbal Colón, denominado Capitulaciones de Santa Fe, mediante el cual
se le otorgaron una serie de concesiones y títulos sobre los territorios que eventualmente
se descubriesen.