La guerrilla en Chiapas Ejército Zapatista de Liberación Nacional

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1 de enero 1994 inicia el Movimiento Zapatista
Karla Fernanda
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La guerrilla en Chiapas Ejército Zapatista de Liberación Nacional
  1. El precedente: el convenio 169 de la OIT de 1989 suscrito por México Hay que esperar al Convenio 169 de la OIT suscrito por el Estado mexicano como norma interna estatal, para encontrar un reconocimiento de las comunidades indígenas como culturas que forman parte del Estado pluriétnico y pluricultural que es México. Un hito importante es la firma por el Estado mexicano de este Convenio 169 de la OIT, de 7 de junio de 1989, sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, porque, como han destacado todos los comentaristas, este reconocimiento comporta el pase de la concepción integracionista de los indígenas a la concepción de su identidad y autonomía. J.E.R. Ordóñez Cifuentes expresa con palabras muy claras lo que significa este tránsito: “supera la visión “integracionista”, o sea, el denominado indigenismo, para aceptar el carácter pluriétnico y pluricultural de nuestros pueblos, asumiendo las críticas formuladas hace tiempo por los pueblos indios al Convenio 107”
    1. Todos los comentaristas destacan la importancia de este Convenio de la OIT, convertido en norma interna del derecho mexicano al ser ratificado por su Gobierno, al abandonar la idea de la uniformidad cultural por la diversidad cultural, y la idea de la integración de los indígenas en la única nacionalidad mexicana por la idea del respeto a la identidad diferenciada de los mismos. México queda concebido como una organización política pluriétnica y pluricultural. Sin embargo, este reconocimiento tiene el fallo de referirse a un concepto de pueblo –el pueblo indígena – que nada tiene que ver con el concepto de pueblo empleado en el derecho internacional. El propio texto del Convenio advierte que el con cepto de pueblo indígena no comporta, como el concepto de pueblo de los tratados y convenios de derecho internacional, el derecho de autodeterminación. En derecho internacional se considera a los pueblos las nacionalidades colonizadas en Europa, Asia, África por los Estados imperialistas
      1. El Convenio de la OIT al referirse a los pueblos indígenas quiere dejar claro que se trata de otro tipo de pueblo, y así dice: “La utilización del término “pueblo” en este Convenio no debe interpretarse en el sentido que tenga implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueden conferirse a dicho término en el derecho internacional” (art. 3º del Convenio). La cautela del Convenio respecto a la identificación del pueblo indígena con el pueblo del derecho internacional se comprende por llevar vinculados importantes derechos, siendo el primero el derecho a la autodeterminación. Y no aparece este derecho en textos internacionales tardíos, sino ya en la Carta fundacional de Naciones Unidas, de 1945, cuyo artículo 2º incluía como objetivos de Naciones Unidas “fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y el principio de libre determinación de los pueblos”.
        1. Este derecho de autodeterminación es asimismo recogido en los textos de ambos Pactos: Pacto de derechos civiles y políticos y Pacto de derechos económicos, sociales y culturales, de 16 de diciembre de 1966. No pretendía ni deseaba el Convenio –ni el Estado mexicano al firmarlo– aplicar a los pueblos indígenas los mismos derechos que las normas de derecho internacional concedían a los pueblos. Era demasiado riesgo para el enfrentamiento con los Estados latinoamericanos, que en la época del Convenio a lo sumo llegaban al reconocimiento de la pluriculturalidad dentro del Estado, sin que ésta entrañara la asunción de derechos. En resumen, se reconocen a los pueblos indígenas, pero éstos no tienen derecho a autodeterminarse como pueblos.
    2. El 1 de Enero de 1994 varios miles de indígenas ocuparon siete ciudades del Estado de Chiapas, al sureste de México y fronterizo con Guatemala. Fue un asalto por sorpresa, que contó con escasa resistencia del ejército gubernamental. Desde este momento dieron a conocer sus demandas y su disposición a luchar por ellas. Este grupo, mal armado y uniformado, se hizo llamar Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, el 6 de Enero los acusaba de profesionales de la violencia extranjeros que estaban en contra de México. Desde el 2 de Enero el Gobierno federal ordenó la intervención militar en la zona para reprimir a los insurrectos en una Guerra de Contrainsurgencia.
      1. La sociedad civil cobró un papel importante y organizaron protestas masivas en Chiapas, oponiéndose a la guerra contrainsurgente. Estas movilizaciones y la opinión internacional favorable a la causa de los rebeldes llevaron al Presidente de la República a declarar el alto al fuego el 12 de enero. El EZLN se replegó a sus campamentos y comunidades de la selva y la montaña dejando paso a una nueva situación, el diálogo con el Gobierno federal. Se celebraron del 21 de Febrero al 3 de Marzo de 1994 los llamados Diálogos de la Catedral, porque tuvieron lugar en la Catedral de San Cristóbal de las Casas. Se reunieron el representante del Presidente de la República, denominado “Comisionado para la Paz y la Reconciliación de Chiapas”, Manuel Camacho, el mediador entre las partes, Monseñor Samuel Ruiz García, y diecinueve delegados del EZLN entre los que se encontraban dieciocho indígenas y un mestizo: el subcomandante Marcos, jefe militar y líder de la revolución.
        1. Se elaboró un documento con las demandas de los indígenas y las respuestas del Gobierno y se le denominó “Compromisos con la Paz”. El EZLN lo pasó a consulta de las comunidades indígenas y en julio resultó rechazado por las comunidades, pues no cumplía con las demandas básicas de los indígenas. El 16 de Febrero de 1996 el EZLN y el Gobierno Federal fi rmaron los Acuerdos de San Andrés sobre “Derecho y Cultura Indígena”.1 En estos acuerdos se reconoce que “los pueblos indígenas han sido objeto de formas de subordinación, desigualdad y discriminación que les han determinado una situación estructural de pobreza, explotación y exclusión política”. También se afi rma que “para superar esa realidad se requieren nuevas acciones profundas, sistemáticas, participativas y convergentes de parte del Gobierno y de la sociedad, incluidos, ante todo, los propios pueblos indígenas”
          1. Igualmente el Gobierno reconoció que “se requiere la participación de los pueblos indígenas, para que sean actores fundamentales de las decisiones que afectan a su vida, y reafi rmen su condición de mexicanos con pleno uso de derechos”, por lo tanto “esa nueva relación debe superar la tesis del integracionismo cultural para reconocer a los pueblos indígenas como nuevos sujetos de derecho, en atención a su origen histórico, a sus demandas, a la pluriculturalidad de la nación mexicana y a compromisos internacionales sucritos por el Estado mexicano, en particular el Convenio 169 de la OIT”. Estos Acuerdos también incluyen una reforma de la Constitución con los siguientes reconocimientos: la garantía del ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas, el reconocimiento de las comunidades como entidades de Derecho público, el derecho de los municipios con mayoría indígena a asociarse libremente.
            1. la garantía de que en las legislaciones de los Estados se establezcan disposiciones para el ejercicio de la autonomía. Con el tiempo el Gobierno no dio muestras de voluntad alguna de cumplir lo que había pactado y por ello el EZLN decidió detener las negociaciones. Entonces la Comisión de Concordia y Pacifi cación (COCOPA) elaboró una iniciativa de reforma para presentarla a ambos, Gobierno y EZLN, que debían aceptarla o no, sin posibilidad de modifi carla para evitar que la negociación se prolongara eternamente. A pesar de que no contenía todas las demandas refl ejadas en los Acuerdos, el EZLN la aceptó para al menos facilitar un futuro diálogo. La iniciativa elaborada por la Comisión de Concordia y Pacifi cación (COCOPA) basada en los Acuerdos de San Andrés suscritos entre el Gobierno federal y el EZLN no fue presentada ante el Parlamento.
              1. El Presidente de la República había acordado presentarla, pero se resistió a hacerlo. El Gobierno pidió aún más tiempo y fi nalmente el 20 de diciembre de 1996 presentó varias objeciones que en la realidad suponían una contrapropuesta. A principios de 1997 el EZLN califi có de inadmisible la actitud del Gobierno. El ambiente político se enrareció. El Gobierno siguió su política de hostigamiento a las comunidades indígenas, que culminó en la masacre de Acteal. El 15 de marzo de 1998 presentó defi nitiva e unilateralmente al Consejo de la Unión una iniciativa de reforma constitucional en materia de derechos indígenas, “que se apartaba de lo pactado en San Andrés, contradecía la propuesta de la COCOPA, representaba un obstáculo hacia la consecución de la paz y puso al país al borde de la guerra”
      2. Las causas de la revolución zapatista Examinando los textos zapatistas encontramos una confl uencia de factores que justifi can el levantamiento de 1994. La relación de causa es extensa. Veamos algunos textos. “Las razones y las causas de nuestro movimiento armado son que el gobierno nunca ha dado solución real a los siguientes problemas: – hambre – miseria y marginación – carencia de tierra – represión – injusticia – explotación – falta de servicios – falta de libertad y democracia – incumplimiento de leyes” “Desde el día 1 de enero del presente año nuestras tropas zapatistas iniciaron una serie de acciones político-militares cuyo objetivo primordial es dar a conocer al pueblo de México y al resto del mundo las condiciones miserables en que viven y mueren millones de mexicanos, especialmente nosotros los indígenas. Con estas acciones que iniciamos damos a conocer también nuestra decisión de pelear por nuestros derechos más elementales por el único camino que nos dejaron las autoridad
        1. El olvido “Para el poderoso nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido”12. Los indígenas han sufrido durante 500 años de un olvido ancestral por parte de los políticos de la nación, acentuado por la tardía incorporación de Chiapas a México que tuvo lugar en 1824. Sus voces eran inaudibles para el poder y para la sociedad mexicana. “Porque nosotros no estamos dispuestos a que nos vuelvan a olvidar. No estamos dispuestos a que nos sigan despreciando. No estamos dispuestos a que nos sigan engañando. No estamos dispuestos a volver al rincón del abandono y de la miseria sin esperanza”
          1. La pobreza No sólo los indígenas de Chiapas, sino millones de mexicanos estaban en la pobreza. Esta pobreza se traducía en hambre, enfermedades, marginación, esclavitud y desempleo. La pobreza endémica, multisecular, empujaba a los indígenas a pensar que nada perderían con la guerra, porque ya no podían estar en peor situación
            1. La represión La represión desde siempre, pero agudizada en los últimos años, amenazaba con hacerlos desaparecer a ellos y a su cultura. La represión institucional fue una causa de gran importancia. Era la fuente de persecución, encarcelamiento, tortura, amenazas, desapariciones, despojo de tierras, imposición de gobernantes y exterminio. “Una de las causas principales del levantamiento del EZLN ha sido la opresión, la injusticia y la marginación en que hemos estado sometidos los pueblos indígenas de México. Decidimos tomar las armas porque las voces de nuestros pueblos no fueron oídas, porque nuestros reclamos no fueron atendidos, porque la ley, cuando se aplica, sólo es para perseguirnos y reprimirnos y nunca para hacernos justicia”
              1. Además de ser presas del olvido, y de vivir sumidos en la pobreza extrema, cuando exigían respeto a sus demandas los indígenas chiapanecos eran fuertemente reprimidos. Ante esta situación insostenible las armas fueron la única última opción para hacerse escuchar. “Venimos de algunas organizaciones independientes. Así hemos luchado, pero no hemos conseguido nada. Muchos de nuestros pueblos hemos luchado así, pero lo que hemos logrado son encarcelamientos, asesinatos, represiones. Estas son las razones por las que estamos participando en una lucha armada”
              2. El incumplimiento de promesas del Gobierno La situación de los indígenas seguía siendo la misma a pesar de las promesas de los políticos. Los procesos reivindicando derechos para nada servían perdidos en una maraña de burocracia judicial interminable. Las leyes de reconocimiento de los derechos indígenas no llegaban. El Gobierno incumplía sistemáticamente las promesas de mejora de las condiciones de existencia de los indígenas. Los tres poderes del Estado nada hacían a favor de las reclamaciones indígenas. “Llevamos cientos de años pidiendo y creyendo en promesas que nunca se cumplieron (…) nos prometieron que el futuro sería distinto. Y ya vimos que no, todo sigue igual”. Después de 500 años seguían muriendo de miseria o de represión. “Todo sigue igual o peor que como lo vivieron nuestros abuelos y nuestro padres. Nuestro pueblo sigue muriendo de hambre y de enfermedades curables, sumido en la ignorancia, el analfabetismo, en la incultura. Y hemos comprendido que, si nosotros no .
              3. La necesidad de la guerra como último remedio. Se preguntaban los indígenas qué podían hacer y la única salida que vieron era la insurrección armada. La guerra era el último remedio una vez fracasados los demás procedimientos. “Antes probamos todos los caminos pacífi cos y legaes sin resultado.”Era necesario decir: basta ya!, pues la situación se degradaba ante unos gobernantes que nada hacían por evitarla. “Durante estos 10 años [de preparación para la guerra] han muerto más de 150.000 de nuestros hermanos indígenas por enfermedades curables. Los planes económicos y sociales de los gobiernos federal, estatal y municipal no contemplan ninguna solución real a nuestros problemas y se limitan a darnos limosnas cada vez que hay elecciones. Pero las limosnas no resuelven más que un momento, después viene la muerte otra vez a nuestras casas. Por eso pensamos que ya no, que ya basta de morir de muerte inútil, por eso mejor pelear para cambiar”
                1. La primera Declaración de la Selva Lacandona claramente manifestaba que la guerra era necesaria, como último remedio, y justa: “Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra sucia no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años”. Legitiman su acción en el artículo 39 de la Constitución mexicana. “La guerra era nuestra última esperanza, después de haber intentado todo por poner en práctica la legalidad basada en nuestra Carta Magna (…) Nuestra lucha se apega al derecho constitucional y es abanderada por la justicia y la igualdad”. Y el jefe militar Marcos aseguraba por su parte: “No somos partidarios de la guerra. La guerra es una decisión que se toma cuando se está desesperado. Cuando no hay más remedio
                  1. Además, una serie de acontecimientos aceleraron las ansias de sublevarse: – aumento de la represión institucional. – fraude electoral en las últimas elecciones. – bajada del precio del café y el ganado bovino, productos claves para la economía chiapaneca. – reforma del artículo 27 de la Constitución (1992). – celebración de los 500 años del “Encuentro de los dos mundos” (1992). – entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (1994).
                    1. Los objetivos de la revolución zapatista El objetivo primordial de la insurrección indígena de Chiapas fue darse a conocer en la nación de México y en el mundo entero. “Queremos un México que nos tome en cuenta como seres humanos, que nos respete y reconozca nuestra dignidad (…) Nunca más un México sin nosotros”. “Nuestro camino de fuego se abrió ante la imposibilidad de luchar pacífi camente por derechos elementales del ser humano. El más valioso de ellos es el derecho a decidir, con libertad y democracia, la forma de gobierno La primera Declaración de la Selva Lacandona era sobre todo una declaración política y no una declaración militar que pretendiera la lucha contra el ejército del Estado mexicano en una guerra convencional. “La insurrección fue un acto político cuya expresión primera fue de índole militar” en palabras de Abelardo Hernández Millán
                      1. Hay varias razones que lo atestiguan. Primero, estaba dirigida, no sólo al ejército federal, sino también al partido del poder y al Presidente de la República. Segundo, tampoco operó para combatir de igual a igual con el ejército federal ya que los zapatistas eran menores en número y en armas y la posibilidad de éxito era nula. La guerra no perseguía los objetivos básicos de una guerra formal como el desarme del enemigo y la imposición de su voluntad al derrotado. Y tercero, la toma de las ciudades cumplía los siguientes objetivos que señaló el EZLN: – Dar a conocer al mundo sus demandas históricas. – Concitar al apoyo de las mismas. – Servir de ejemplo a otros mexicanos que quieran luchar por la Constitución. – Conseguir el apoyo moral de la opinión pública. – Poner en crisis al aparato político. – Contar con una opinión internacional favorable a su causa
                      2. Una vez logrado su propósito, el EZLN se retiró a sus posiciones de la selva. La insurrección empezó con acciones militares pero su objetivo era político. No pretendió derrotar al ejército federal sino hacer escuchar su voz, sus demandas. “Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos”. El objetivo de la guerra no era, por lo tanto, derrotar al enemigo y tomar el poder. Muy lejos este propósito de la comandancia militar indígena que el 1 de enero de 1994 declaró la guerra al Estado mexicano. Era un objetivo inalcanzable. La guerra fue un acto político para lograr cambios sociales en la sociedad mexicana.
                        1. Su propósito principal y primero era poner en conocimiento del mundo entero la situación lamentable que atravesaban los pueblos indígenas de Chiapas, pero su propósito último era impulsar la autonomía indígena y la construcción de un mundo nuevo.
                    2. Del estallido de la revolución zapatista a los Acuerdos de San Andrés Igual que a 1992 se le considera el año del despertar de los pueblos indígenas y sus organizaciones en Latinoamérica, 1994 representa una fecha histórica para los indígenas de México. Fue en esta fecha cuando las comunidades indígenas de Chiapas irrumpieron violentamente en la escena política del país declarándose excluidos de una nación que se denominaba constitucionalmente multicultural, pero actuaba como si no lo fuera. Pedían el reconocimiento a su propia identidad cultural y al acceso a una vida en libertad con justicia y dignidad. Pero el estadillo de la revolución no es algo espontáneo, sino que hay todo un proceso largo de preparación. La primera Declaración de la Selva Lacandona es firmada precisamente en 1993, cuya primera frase es la famosa “Hoy decimos: ¡BASTA!”. Es una declaración de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que con esta declaración se presenta públicamente.
                      1. Advierte que el ejército zapatista avanzará hacia la capital del país y vencerá al ejército federal mexicano. La guerra –dice- es la única solución que le queda a los indígenas: “una medida última y justa”.6 Junto a la declaración de guerra, se hacía una llamada a los mexicanos para integrar las filas del ejército revolucionario. La Declaración se apoya en el artículo 39 de la Constitución mexicana, que expresa que la soberanía nacional reside en el pueblo y que el pueblo tiene el derecho a alterar y modificar la forma de gobierno.7 ¿Cuál o cuáles son los motivos de la revolución? Aparece ya una larga lista de motivos, reiterada constantemente en declaraciones y textos zapatistas posteriores. La revolución lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. 8 Una mezcla de lo que denominamos en Europa libertades y derechos sociales.
                        1. . De los acuerdos de San Andrés a la reforma constitucional de 2001 El 16 de febrero de 1996 el EZLN y el Gobierno Federal firmaron los Acuerdos de San Andrés sobre “Derecho y Cultura Indígena”. En estos acuerdos se reconoce que “los pueblos indígenas han sido objeto de formas de subordinación, desigualdad y discriminación que les han determinado una situación estructural de pobreza, explotación y exclusión política”. También se afirma que “para superar esa realidad se requieren nuevas acciones profundas, sistemáticas, participativas y convergentes de parte del Gobierno y de la sociedad, incluidos, ante todo, los propios pueblos indígenas”. Igualmente el Gobierno reconoció que “se requiere la participación de los pueblos indígenas, para que sean actores fundamentales de las decisiones que afectan a su vida, y reafirmen su condición de mexicanos con pleno uso de derechos”, por lo tanto “esa nueva relación debe superar la tesis del integracionismo cultural para reconocer a los pueblos
                          1. pueblos indígenas como nuevos sujetos de derecho, en atención a su origen histórico, a sus demandas, a la pluriculturalidad de la nación mexicana y a compromisos internacionales sucritos por el Estado mexicano, en particular el Convenio 169 de la OIT”. En los Acuerdos de San Andrés el Gobierno federal reconoce a los pueblos indígenas y su derecho a la libre determinación. Esta nueva relación entre el Gobierno federal y los pueblos indígenas se sustentarán en principios como: a) el pluralismo: convivencia de la diversidad de las culturas, b) la sustentabilidad: protección de la naturaleza y la cultura en los territorios que ocupan, c) la integración: coordinación de las acciones siempre con la participación de los pueblos indígenas en la toma de decisiones que les afecten, d) la participación, e) la libre determinación.
                            1. De la reforma constitucional de 2001 a la creación de las Juntas de Buen Gobierno La reforma constitucional, aprobada por la Cámara de Diputados el 28 de marzo de 2001, no resolvía las demandas de los pueblos indígenas como expresó un comunicado del EZLN y del Congreso Nacional Indígena (CNI) el 1 de mayo de 2001. En la iniciativa de ley COCOPA, que reflejaba los Acuerdos de San Andrés, se planteaba la reforma de los artículos 4, 18, 26, 53, 73, 115 y 116 y los que fueron finalmente reformados fueron el 1, 2, 4, 18 y 115. La reforma de los artículos 1 y 2, que ni siquiera se plantearon en la COCOPA, no resuelve nada. El 1 hace referencia a la no discriminación, pero se refiere a todos los mexicanos. El 2 anula los derechos de libre determinación ya que no reconoce la autonomía de los pueblos indígenas en el ámbito federal, sino que tan sólo queda contemplada en el ámbito local.
                              1. Respecto a la convalidación de las resoluciones de las autoridades indígenas deja una laguna legal, ya que remite la reforma constitucional a “lo dispuesto en la ley”, pero no existe ninguna ley secundaria en la que se pueda apoyar. Con esta reforma se siguen imponiendo las prácticas asistencialistas, impidiendo, por tanto, que las comunidades indígenas puedan definir por ellas mismas su propio desarrollo. En cuanto a los recursos naturales no contempla el acceso, uso y disfrute colectivo, sino que está condicionado por las modalidades de propiedad y tenencia de la tierra, que ampara al latifundio en perjuicio de la propiedad comunal. En cambio, se da preferencia a los intereses empresariales
                      2. Las exigencias de la revolución zapatista Veamos a continuación en este marco programático las demandas o exigencias de los indígenas zapatistas. Las primeras demandas de la Primera Declaración de la Selva Lacandona se fueron ampliando conforme continuaba la lucha por los derechos de los indígenas y surgían nuevas aspiraciones. Podríamos hablar de una serie de demandas originales, a las que se fueron añadiendo nuevas demandas con el avance de la revolución. A. Demandas originales Las demandas iniciales están contenidas en la Primera Declaración de la Selva Lacandona. Forman un cuerpo de 11 ex gencias que han sido ampliadas en comunicados posteriores. Estas demandas son: – techo – tierra – trabajo – salud – alimentación – educación – libertad – democracia – independencia – justicia – paz Estas demandas son exigidas para todos los mexicanos y no solo para los indígenas de Chiapas. De esta lista las primeras demandas podrían ser atendidas con políticas sociales por parte del Gobierno
                        1. Posteriormente, estas demandas fueron completadas con: – cuidado ambiental – seguridad – información – derecho a la cultura – combate a la corrupción
                          1. Demandas ampliadas En un documento denominado “Pliego de demandas” el EZLN llegó a señalar 34 demandas que completaban a las anteriores: – realización de elecciones libres y democráticas – renuncia del titular del Ejecutivo federal y Ejecutivos estatales y creación de un Gobierno de transición y vigilancia ciudadana de los procesos electorales. – reconocimiento del EZLN como fuerza beligerante – nuevo pacto entre los integrantes de la Federación – elecciones generales en el Estado de Chiapas – participación del Estado de Chiapas en los benefi cios del petróleo – revisión del Tratado de Libre Comercio – restitución del artículo 27 de la Constitución a su texto original – médicos, medicinas y hospitales sufi - cientes – derecho a la información – viviendas dignas y centros recreativos – sistema educativo al servicio del pueblo – ofi cialización de lenguas indígenas – respeto a las culturas indígenas – no discriminación de los indígenas – autonomía para los pueblos indígenas
                            1. – justicia administrada por los propios pueblos indígenas – empleo permanente, bien remunerado y aplicación de la Ley Federal del Trabajo a los trabajadores del campo y la ciudad – precios justos y mercado para los productos – fi n del saqueo de los recursos – anulación de deudas diversas – fi n del hambre y la desnutrición – libertad a los presos políticos – reubicación del ejército y de los cuerpos policiales – indemnización a familias por daños de guerra – paz y tranquilidad para los indígenas – derogación del Código Penal Estatal – cese de las expulsiones de indígenas de sus comunidades – obras de apoyo social (clínicas, cocinas, escuelas, etc.), proyectos productivos de diverso tipo (granjas, panaderías, etc.) y servicios para las mujeres – juicio político a ex gobernadores del Estado de Chiapas – respeto a la vida y a los derechos de los miembros del EZLN – organizaciones de derechos humanos independientes del Gobierno – creación de una Comisión Nacional de “Paz, Justicia
                              1. – respeto a la vida y a los derechos de los miembros del EZLN – organizaciones de derechos humanos independientes del Gobierno – creación de una Comisión Nacional de “Paz, Justicia y Dignidad” para la verifi cación de acuerdos y – canalización de la ayuda humanitaria a través de organismos cívicos reconocidos por las comunidades indígenas. La oposición de las autoridades estatales mexicanas a la autonomía de facto construida por las comunidades indígenas de Chiapas Los pueblos indígenas no luchan contra el poder estatal para ocupar espacios gubernamentales, sino para construir desde abajo redes de poder autóctono para poder dirigir sus formas de vida y de relacionarse con el resto de la sociedad. Pero gobernarse de manera autónoma supone enfrentarse directamente contra el poder y la legislación estatales que durante siglos no han permitido dicha autonomía, lo que supone que las comunidades indígenas queden fuera de la ley
                                1. La desestructuración de los pueblos indígenas La mayoría de los pueblos indígenas están desestructurados y no cuentan con estructuras que les permitan ser sujetos políticos. Los pueblos indígenas se encuentran divididos en varios Estados mexicanos o en varios municipios. Es una excepción los pueblos que pertenecen a un solo Estado. Por otro lado, los municipios a los que pertenecen las comunidades se rigen por estructuras ajenas a ellos. La dispersión tanto de los pueblos como de las comunidades zapatistas en Chiapas, puesto que normalmente los pueblos indígenas están diseminados en varios Estados y las comunidades en varios municipios, explica el interés de la revolución zapatista en la creación de federaciones de municipios y por otro lado el interés del Estado mexicano en reconocer únicamente la autonomía de las comunidades indígenas y no de organizaciones por encima de ellas.
                          2. La falta de entendimiento e incluso la existencia de rencillas entre las comunidades indígenas, espontáneas o promovidas desde fuera. Algunas comunidades indígenas se encuentran enfrentadas con otras, por razones internas, como la propiedad de la tierra, las creencias religiosas, las preferencias políticas, etc., o por razones externas fi cticias creadas por actores externos buscando a propósito su desintegración. Este hecho –las disensiones internas– no es una cuestión que reciba atención adecuada en los textos zapatistas, que pretenden dar la impresión de la unidad de las comunidades en su proceso de autonomía y de exigencias de derechos, aunque en ellos está presente y reiterada la llamada a la unión de todos y la difi cultad de esa unión por la estructura diseminada de las comunidades y el hostigamiento de las fuerzas gubernamentales y paramilitares, que son su presencia, amenazas e intervenciones, provocan la reticencia y el miedo en las poblaciones indígenas en sus aspiraciones
                            1. La simulación de las autoridades estatales Con frecuencia las autoridades mexicanas, de cualquier nivel territorial, afi rman recoger las reivindicaciones indígenas y posteriormente les imprimen un ritmo lento, cuando no les interponen obstáculos directamente. Como muestra tenemos el proceso lento y engañoso de la reforma constitucional de 2001 contra las reivindicaciones de los Acuerdos de San Andrés de las comunidades indígenas de Chiapas. La interposición de organizaciones indígenas no representativas Algunas organizaciones indígenas intentan suplantar a los pueblos y comunidades indígenas asumiendo posturas que no responden a la visión indígena sino que son totalmente ajenas a ella. Por lo tanto los indígenas protestan y exigen que la representación caiga sobre la misma comunidad, y que no haya falsos y aprovechados representantes, que realmente van por libre y frecuentemente se doblegan a las contrapropuesta de los Gobiernos, del Estado o regional.
                              1. Estas organizaciones se dicen portavoces de las comunidades, pero realmente actúan sin su participación y sin sus instrucciones y con frecuencia hacen más caso a las recomendaciones de las autoridades estatales que a las de las comunidades indígenas. Con frecuencia también son organizaciones subvencionadas por el Gobierno estatal, que les resta independencia para defender las reivindicaciones indígenas con imparcialidad.Los proyectos de desarrollo diseñados desde las autoridades estatales y poco participativos Los proyectos de desarrollo gubernamentales son también insufi cientes, y además al ser fruto de decisiones del Gobierno niegan la autonomía y capacidad de decisión de las comunidades. Los proyectos, que dicen modifi car las políticas de asimilación de etapas anteriores, siguen produciendo las mismas relaciones de subordinación, en las que el Estado y sus agentes económicos, políticos y sociales se encuentran en una situación de dominio
                                1. Los proyectos gubernamentales dirigidos a la mejora de las condiciones de vida de las comunidades indígenas se diseñan y llevan a cabo al margen de las mismas, o concediéndoles una participación insufi ciente, como un limitado y meramente formal derecho de audiencia. Es lo que podemos llamar tutela del Estado sin la participación de los benefi ciarios. Es una constante crítica de los indígenas a los planes y programas de desarrollo. El etnodesarrollo bien entendido debe resultar no solamente de la participación sino del protagonismo de las comunidades indígenas La ausencia de redes y relaciones con otros colectivos para apoyarse mutuamente en sus luchas y trazar objetivos comunes Es una necesidad de estrategia política que las comunidades se fi jen objetivos generales para establecer alianzas con otras comunidades, también demandas más amplias que engloben a todos los mexicanos como la lucha contra la corrupción, la reforma del Estado autoritario y la campaña contra la privatización
                                  1. El engaño de la descentralización y autonomía indígena proclamada por el Gobierno Para atender a las aspiraciones de autonomía indígena el Estado dice elaborar proyectos de descentralización. Pero el Gobierno, cuando impulsa la descentralización, es para controlar con mayor efectividad a los pueblos indígenas. La descentralización, que buscan los pueblos indígenas, comporta crear normas paralelas a las legales para el ejercicio del poder y diferentes órganos de gobierno y formas de relacionarse con otros poderes. Igualmente, para su consecución, las comunidades deben organizarse adecuadamente para que ese poder sea ejercido con la participación de todos. La descentralización del Gobierno mexicano es una pantomima y un engaño, que esconde propósitos e intereses de control y no de concesión de libertad de actuación a los indígenas.
                            2. . La sociedad civil como referente de la revolución. Ahora bien, lo que importa en el tema que tratamos no es la cuestión de si es o no es una guerra la insurrección de las comunidades indígenas chiapanecas, sino qué perseguían los indígenas con su insurrección y cuáles fueron los cauces de su desarrollo. Y es aquí donde la revolución de Chiapas es peculiar y sui generis, como se desprende de las páginas de este trabajo dedicadas a los objetivos y exigencias de la revolución zapatista. Una revolución en la que las herramienta de las nuevas tecnologías y la colaboración de la sociedad civil fueron básicas para el propósito de los revolucionarios, que no fue otro que el poner en conocimiento de la sociedad la situación de precariedad y vulnerabilidad en la que se encontraban desde hacía quinientos años, de la que querían salir con la ayuda de la sociedad civil y mediante el diálogo con el Estado mexicano. Desgraciadamente el diálogo se truncó por el engaño del Gobierno mexicano
                              1. Es evidente en Chipas el interés estatal en circunscribir la autonomía exclusivamente a las comunidades y no a los pueblos. Pero hay que tener en cuenta que el titular último de la autonomía no es la comunidad sino el pueblo. Se puede empezar a construir la autonomía desde las comunidades pero no puede limitarse a ella, sino que debe seguir avanzando, a cuyo efecto hay que tender puentes con otras comunidades e intentar la federación. 6.9. La subordinación de los indígenas a los grupos sociales dominantes en México Las comunidades están subordinadas al poder estatal, regional y municipal y estos poderes mantienen relaciones clientelares con grupos sociales dominantes de la sociedad mexicana, que por otra parte están interesados en el benefi cio de la explotación de las tierras de las comunidades indígenas. Un circuito de recíprocos intereses que culmina en un dominio de clase de los indígenas con la complicidad de las autoridades estatales.
                                1. La folclorización de la cultura de los pueblos indígenas Otro problema son las visiones folclóricas, que impulsa el Estado y que muchas comunidades aceptan pasivamente. Para las autoridades estatales los pueblos indígenas son un reclamo para el turismo y las ganancias obtenidas con su fomento. Esto supone dos cosas: el fomento de la cultura indígena es un medio de obtención de benefi cios y la propaganda estatal haciendo ostensible la preocupación por las aspiraciones indígenas es pura demagogia.
                                2. Desgraciadamente el diálogo se truncó por el engaño del Gobierno mexicano, que fi rmó unos Acuerdos que después no cumplió, dando lugar a un repliegue de los zapatistas y a la construcción de su propia autonomía ante el hostigamiento constante de militares y paramilitares del Gobierno del Estado mexicano. La revolución zapatista y la sociedad civil son elementos que interaccionan y se refuerzan. Los zapatistas hacen la guerra de cara a una sociedad civil de la que esperan que se ponga de su lado y la sociedad civil infl uye para que la guerra acabe y comience la paz y las negociaciones. En un tramo posterior del proceso, en 2005, los zapatistas abrirán su lucha y reivindicaciones a todos los movimientos sociales y sectores progresistas en lo que denominan “La Otra Campaña”. La revolución se abre de nuevo a la sociedad civil, pero ahora no tímidamente buscando su complicidad, sino como protagonistas de primera fi la, al mismo nivel que los zapatistas
                                  1. refl exionando, proponiendo y decidiendo qué hacer en el proceso de lucha. He aquí el doble papel de la sociedad civil requerida por los zapatistas: primero como cómplice de la revolución y posteriormente como protagonista de la misma. . La guerra como remedio último, necesario y justo. La guerra se inicia con una declaración, la primera Declaración de la Selva Lacandona, que lleva en el encabezamiento las palabras “Basta ya”. Basta ya tras quinientos años de vejaciones, olvido y engaños sufridos por los indígenas. En este documento y en toda una larga serie de comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) aparece el pliego de agravios contra los atropellos perpetrados durante cinco siglos y la justifi cación del levantamiento de armas como última, necesaria y justa solución para salir de la situación en la que se encuentran las comunidades zapatistas.
                                3. Revolución indígena en sus orígenes Cuando Marcos cuenta sus primeros años en la selva Lacandona, desde el año 1983, narra muy pormenorizadamente cómo sus concepciones marxistas-leninistas van poco a poco transformándose en unas concepciones genuinas basadas en el indigenismo. El indigenismo se apodera de ellos –los guerrilleros- en la medida en que bajan de los cuarteles-base de las montañas y toman contacto con las comunidades indígenas. Marcos y sus correligionarios, pocos, unas decenas escasas, se dan cuenta de que el pueblo mexicano oprimido desde hace quinientos años es el pueblo indígena y que la causa nacional –en todo el Estado– de exigencia de libertad y justicia pasa por la dignidad de estos pueblos, que tienen en su haber ser los primeros habitantes de México, y los que padecen los mayores atropellos de los sucesivos Gobiernos y la mayor indigencia social y económica
                                  1. Revolución nacional en su alcance El indigenismo va transformando su revolución en una revolución indígena, pero no en una revolución de los indígenas y para los indígenas. Es una revolución nacional, promovida desde los pueblos indígenas, pero a la que pueden sumarse todos los mexicanos, con independencia de su procedencia étnica, pues en favor de todos ellos se hace la revolución. Y de la misma manera que no todos los pueblos indígenas participan en la revolución así también cualquier mexicano no indígena puede sumarse a ella. Esta idea de la revolución nacional está ya presente desde el principio. Marcos da cuenta de ello al afirmar que los jefes indígenas eran los más exigentes en cuanto a que la primera Declaración de la Selva Lacandona se percibiera como una declaración para toda la nación mexicana y no para el pueblo indígena exclusivamente. Y continúa en las sucesivas declaraciones de la selva lacandona
                                    1. Revolución compartida El Comité Clandestino Revolucionario Indígena muestra una actitud humilde al declarar que no es su lucha la única clase de lucha y que incluso puedan existir otras más acertadas: “El Ejército Zapatista de Liberación Nacional nunca ha pretendido que su forma de lucha sea la única legítima”. Para Marcos este respeto a una diversidad de formas y métodos de lucha contra el Gobierno mexicano y su política es necesario para llegar al objetivo final de un nuevo México, que surgirá de la confluencia de una serie de esfuerzos de distintas organizaciones. “El cambio revolucionario en México -dice- no será producto de la acción en un único sentido… Será, primordialmente, una revolución que resulte de la lucha en variados frentes sociales, con grados diversos de compromisos y participación”
                                      1. Revolución pendiente Una revolución que sigue a la inacabada revolución del general Zapata: de ahí que se denominen revolucionarios zapatistas y den el nombre de ejército zapatista, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, al nuevo ejército que se subleva en 1994 defendiendo los mismos ideales que el ejército sublevado de Emiliano Zapata. Emiliano Zapata es el inspirador de la nueva revolución pendiente e inacabada. Cuando se cumplió el setenta y cinco aniversario de su asesinato, el CCRI le dispensó un público homenaje, coincidiendo con los cien días de las insurgencia de la nueva revolución zapatista. Bajo el lema “Zapata vive, la lucha sigue”, la Comandancia general zapatista dedicó al caudillo del Sur un ferviente discurso con acentos poéticos: “Votan Zapata, guardián y corazón del pueblo”. No me resisto a dejar de transcribir uno de los trozos de este discurso-poema que entonó el subcomandante Marcos, continuador de la obra del general asesinado y jefe militar
                                        1. Revolución anónima Los revolucionarios zapatistas siguen aún con el rostro cubierto por un pasamontañas, pero para ellos el pasamontañas no tiene por objeto únicamente ocultar su rostro para no ser identificado por el enemigo, pues su uso comporta un significado también simbólico y repetidamente dicen que es una revolución “sin nombre y sin rostro”. Con esta frase expresan que los indígenas no han sido ni son reconocidos por el poder y que tradicionalmente, desde siempre, desde los tiempos arcanos, el poder les ha quitado su dignidad. Cuando se pregunta a los indígenas del ejército zapatista sobre su problema principal, ellos no aluden a sus pésimas condiciones de vida, sino a que no se les reconoce su dignidad. Llevar un pasamontañas es una imagen de su nulidad ante la sociedad mexicana y el Gobierno. Con esta prenda se quiere decir que no hay rostro con nombre, y no lo hay porque el Gobierno no reconoce la existencia del sujeto colectivo que es el pueblo indígena.
                                          1. Revolución alternativa a la guerra civil O la revolución o la guerra civil. O el cambio político o la guerra civil. A los zapatistas debemos expresiones como las que encabezan este apartado sobre las características de la revolución de Chiapas. Marcos ve muy mal la situación del país, piensa que la insurgencia zapatista ha despertado y promocionado otros movimientos sociales y que la presión social contra el Gobierno es mayor que antes de la revolución. Es lacónico en su diagnóstico: “Si no hay democracia, va a haber una guerra civil en el país”. Ve tan mal la situación general del país que habla de la efervescencia política que cala en el ánimo no sólo de las clases humildes sino de las clases medias y de un sector de las clases altas (las pudientes, les llama el subcomandante). Pero no ve posible un golpe de estado, porque carecería del suficiente apoyo social, y cree, por el contrario, en las posibilidades de un Gobierno de transición que cambie la ley electoral
                                    1. Revolución mediática La revolución fue haciéndose mediática, aunque no era ése el propósito de quienes en 1993 sopesaban dar el paso de una declaración de guerra al Estado mexicano. Pronto los rebeldes zapatistas vieron las ventajas para sus intereses del apoyo de la sociedad civil y de los medios de comunicación y desde entonces se fraguó un pacto tácito entre estos medios y los rebeldes. Y así una nota distintiva es que es una revolución mediática, cuyo objetivo ha resultado ser la puesta en conocimiento de la sociedad civil de la lamentable situación que atraviesan los indígenas de Chiapas. O sea, se trata de una característica de la revolución acontecida inesperadamente y que a todos, los profesionales de la información y los zapatistas, les cogió de sorpresa. Desde entonces los zapatistas, con el subcomandante Marcos a la cabeza, buscaron la complicidad de los medios con su causa al advertir que éstos constituían la más sonora caja de resonancia para alcanzar sus objetivos
                                      1. Revolución estética El movimiento zapatista tiene una especial estética y el lenguaje empleado por Marcos mucho de lenguaje poético. Uno de los libros de Marcos se titula El sueño zapatista, que trae causa de un hecho de los inicios de la incursión de los primeros zapatistas en la selva Lacandona: un primer explorador enviado para ver las condiciones del terreno, las posibilidades de supervivencia y de ocultación, volvió entusiasmado diciendo que era “un sueño”. Después comprobaron que más que sueño era una pesadilla vivir en la selva y al primer enclave zapatista en la selva le llamaron Pesadilla. Pero con el tiempo los zapatistas pasaron de la pesadilla al sueño, un nuevo sueño, la unión de las comunidades indígenas de Chiapas a su causa, cuando al final de los ochenta, tras los contactos y un real proceso intercultural, vieron que comunidades enteras indígenas pasaban a engrosar el ejército zapatista
                                        1. Podemos señalar que el proyecto político zapatista se encuentra en constante reconfiguración y reconstrucción, lo que ha provocado que dicho movimiento sea entendido de manera difusa, provocando una complejidad enorme al momento de intentar un análisis minucioso sobre este tema. Tal complejidad se puede entender en la perspectiva de su génesis multicausal, mostrando de esta forma distintas aristas que pueden ser interpretadas y reinterpretadas. Es por ello que resulta menester señalar, que el componente críptico que caracteriza a este movimiento se relaciona directamente con su cercanía y peculiaridad de su forma discursiva, ya que el discurso del movimiento zapatista ha sabido canalizar los distintos juegos del lenguaje, atacando los símbolos predominantes, pero también generando la construcción de nuevos símbolos El movimiento zapatista no se encuentra ajeno a dicha corriente de pensamiento, puesto que utiliza el discurso como arma implacable, para posicionar una nueva forma
                                          1. La lucha por crear múltiples mundos en un mundo, es decir, la creación de lo universal y lo plural, es un ataque polémico a los planteamientos característicos de la modernidad, en lo que ella expresa de construcción lineal de discursos que generen una verdad que comprometa a toda la sociedad, tratando de hacer prevalecer una producción discursiva hegemónica, mermando de esta forma las diversas formas culturales de expresión. En consecuencia, podemos identificar como un motivo central que el movimiento zapatista se articula como un movimiento social, porque en su discurso integra diversos sectores de la sociedad, especialmente quienes jamás han podido posicionar su discurso, es decir, aquellos sectores excluidos del discurso hegemónico (sin dejar de lado que los grupos importantes del movimiento son los indígenas). Por ello el movimiento adquiere otro rumbo con su Sexta Declaración,
                                    2. Karla Fernanda Hughes Islas EPO 331 Matutino 3° "1" NL 20 Referencias
                                      1. Acuerdos de San Andrés sobre “Derechos y Cultura Indígena”. http://www.nodo50. org/pchiapas/chiapas/documentos/sandres1.htm
                                        1. EZLN, Chiapas: la palabra de los armados de verdad y fuego (1994), 2 vols., Barcelona, Ediciones del Serbal.
                                          1. De la Rosa, Isabel (2006). “¿Qué es el Zapatismo? La construcción de un imaginario rebelde (1994-2001)”. El cotidiano, mayo-junio, año/Vol. 21, N° 137, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México D.F. pp. 7-17.
                                            1. EZLN, Documentos y comunicados I, Era, México, 1994
                                              1. EZLN, Quinta Declaración de la Selva Lacandona, México, 1998. http://www.nodo50.org/ pchiapas/chiapas/documentos/selva.htm EZLN, Sexta Declaración de la Selva Lacandona, México, 2005. http://www.nodo50.org/ pchiapas/chiapas/documentos/selva-vi/selva-vi.htm
                                                1. Henríquez Arellano, Edmundo (2000) ‘Usos, costumbres y pluralismo en Los Altos de Chiapas’, en Democracia en tierras indígenas: las elecciones en Los Altos de Chiapas (1991-1998), editado por Juan Pedro Viquiera y Willibald Sonnleitner, México: CIESAS/COLMEX/IFE.
                                                  1. Ornelas, Raúl (2004). “La construcción de las autonomías entre las comunidades zapatistas de Chiapas”. Temas y Debates, Nº 6
                                      Show full summary Hide full summary

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