La familia y la escuela en el desarrollo integral
del niño
La resiliencia no es innata, sino que proceden de la educación y, por lo tanto, pueden aprenderse, entonces:
Todo docente debería desarrollar la RESILIENCIA y motivarla en sus alumnos para dar lugar a una vida
“sana” en un medio insano.
La escuela tiene la oportunidad de fomentar canales de conexión con la
familia y de favorecer la implicación parental en el entorno educativo.
La escuela ejerce un significativo papel como fuente de apoyo tanto para la
familia como de cara a la adaptación escolar y el desarrollo de los menores.
La escuela se caracteriza por que se concibe abierta, lo más arraigada posible a su medio, con
fronteras no claramente delimitables y relaciones con el conocimiento y entre los individuos que
buscan establecer vivencias culturales cruzadas por prácticas democráticas altamente participativa.
El profesor puede resultar una figura sustitutoria y la experiencia escolar en su conjunto una
oportunidad para la “restitución” o “compensación” de un niño que sin éxito es colar habría derivado
hacia la inadaptación, cuando el padre o tutor no han creado un vínculo afectivo protector y estable.
En la escuela, la promoción de la resiliencia es un enfoque que destaca la enseñanza individualizada y
personalizada, que reconoce a cada alumno como alguien único y valioso, que se apoya en las
características positivas, en lo que el alumno tiene y puede optimizar.
PARA FORTALECER LA
RESILIENCIA
Para contrarrestar factores de
riesgo
Enriquecer los vínculos prosociales.
Fijar límites claros en la acción educativa.
Enseñar habilidades para la vida.
Para favorecer la
resiliencia
Ofrecer afecto y
apoyo.
Establecer objetivos
retadores.
Participación significativa.
El éxito del profesorado queda también vinculado a desarrollar personas integradas en la sociedad,
con herramientas sociales y emocionales que les permitan afrontar los desafíos de la vida cotidiana.
La educación debe orientarse al pleno desarrollo de la personalidad del niño y del adolescente.
El desarrollo cognitivo debe contemplarse con el desarrollo
emocional.
Motivos que inducen a pensar en la necesidad de programas de educación
emocional
Las competencias socio-emocionales son un aspecto básico del desarrollo humano y de la
preparación para la vida.
Hay un interés creciente por parte de los educadores sobre temas de educación emocional.
Los medios de comunicación transmiten contenidos con una elevada carga emocional, que el
receptor debe aprender a procesar.
La necesidad de preparar a los niños en estrategias de afrontamiento para enfrentarse a situaciones
adversas con mayores probabilidades de éxito.
La necesidad de aprender a regular las emociones negativas para prevenir comportamientos de
riesgo.
La familia es la estructura vital y el ámbito que proporciona primeramente
acogida y cuidado a niños, niñas y adolescentes.
La familia también es la encargada de modelar las conductas y actitudes de los hijos para fomentar
en ellos un desarrollo personal y social que les permitan adaptarse a las normas y valores del
entorno social y cultural en el que se desenvuelven.
La familia es la primera estructura donde se establecen las relaciones
interpersonales y los primeros vínculos de apego.
La escuela tiene la posibilidad de desarrollar los canales de conexión con la familia y promover su
participación en las tareas educativas.
Cuando un alumno, procede de un hogar conflictivo, el profesor puede llegar a ser la figura con la
que el niño establezca ese apego seguro.
Existe una relación entre la familia y la encargada de modelar las conductas y actitudes de los hijos
para fomentar en ellos un desarrollo personal y social que les permitan adaptarse a las normas y
valores del entorno social y cultural en el que se desenvuelven.
La escuela no solo debe buscar un buen rendimiento escolar, sino el desarrollo integral de los
alumnos, con herramientas sociales y emocionales que les permitan afrontar las situaciones de la
vida cotidiana.
Un buen profesorado debe contar con la capacidad de identificar, comprender y regular las
emociones, ya que ello influirá en el proceso de enseñanza – aprendizaje de sus alumnos y así
podrán estar mejor preparados emocionalmente para afrontar situaciones de estrés dentro y fuera
del contexto educativo