La Dictadura Franquista Selectividad

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La creación del estado franquista

El franquismo (1939-1975), concentraba en Franco la potestad e iniciativa legislativa, rodeándose de ministros de su confianza, sin Parlamento representativo ni Constitución. De 1939 a1959 se vivió una fase totalitaria y de dura represión, a través de la Ley de Responsabilidades Políticas (1939).

El régimen concentró el poder en la figura de Franco. Al que hay que unir unos componentes ideológicos: – Tradicionalismo. “La unidad de la Patria” se justificaba en raíces históricas, exaltando los valores de la Reconquista, Reyes Católicos, Imperio; y tomando sus símbolos (águila, yugo y flechas). – Nacionalsindicalismo. La Falange aportó sus principios ideológicos: anticomunismo, antiparlamentarismo y antiliberalismo, y los rasgos fascistas (símbolos, saludos y uniformes). Adoctrinó a través de: Sección Femenina, Frente de Juventudes y la Organización Juvenil Española. – Nacionalcatolicismo. La Iglesia, como legitimadora del régimen, dominó la vida social. Controló la educación, con competencias en la censura y presencia en los medios de comunicación. – Nacionalpatriotismo. Calificando a la autonomía de las regiones como antiespañola. – Militarismo. Presente en la vida cotidiana (desfiles, bandera…) y altos cargos de la Administración.

Francisco Franco

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La consolidación del régimen franquista

Los pilares del régimen fueron: la Falange (Serrano Suñer, Girón de Velasco); la Iglesia y el Ejército. Junto a terratenientes, grandes empresarios, burguesía provinciana y campesinado católico.

Para legitimar el régimen, junto al Fuero del Trabajo (1938), se promulgaron Leyes Fundamentales: • Ley Constitutiva de las Cortes (1942). Asamblea consultiva, formada por procuradores que representaban a sindicatos, familias y municipios (democracia orgánica). • Fuero de los Españoles (1945). Derechos y deberes concedidos por el dictador. • Ley del Referéndum Nacional (1945). Recogía la posibilidad de consulta por referéndum. • Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947). Se declaraba a España como reino, el cargo de dictador vitalicio y con derecho a nombrar a su sucesor. Se completarían con la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y Ley Orgánica del Estado (1967). En la evolución política del régimen, durante los veinte primeros años, estuvo marcada por la política internacional: la evolución en la II Guerra Mundial y Guerra Fría. Entre 1938 y 1942 Serrano Suñer, ministro de Gobernación (Exteriores-1939), diseñó un Estado fascista. Junto a él ministros falangistas, militares, y miembros de ACNP. España se declaró neutral en la II Guerra Mundial; posteriormente no beligerante ante el avance de Hitler, cooperando con materias primas y la División Azul; para volver a la neutralidad en 1942. Desde 1945 España quedó aislada; la ONU condenó el régimen en 1946, iniciándose un bloqueo internacional.

Se inicia la etapa de nacionalcatolicismo, mayor influencia de políticos católicos, empieza a destacar Carrero Blanco (subsecretario de la Presidencia). Los falangistas tenían el Ministerio de Trabajo y control sindical. En la Guerra Fría, el “antisovietismo” de Franco dio sus frutos: Francia reabrió su frontera y junto a Reino Unido firmó acuerdos comerciales. Los acuerdos con Estados Unidos (1953) inician el reconocimiento internacional del régimen: Concordato con la Santa Sede (1953) e ingreso en la ONU (1955). En materia económica, en los 40 se buscaba la autarquía económica. Ante la escasez el Estado distribuyó las cartillas de racionamiento, con un mercado negro paralelo (estraperlo). En 1941 nace el INI, se impulsaron obras públicas, y la agricultura fue la gran olvidada. En los 50 se suprime el racionamiento, y comenzó el crecimiento unido al fin del aislamiento. En 1957 el Estado estaba al borde de la bancarrota, Franco formó un nuevo Gobierno de tecnócratas, que pondría en marcha el Plan de Estabilización de 1959.   Esta etapa del franquismo estuvo marcada por el exilio y la represión. Tras la guerra se inició el exilio (500.000): norte de África, América (México) y la mayoría a Francia. Con la Guerra Mundial unos 200.000 volvieron (indulto) y otros se unieron a la resistencia francesa. Los que se quedaron hicieron frente a la Ley de Responsabilidades Políticas (febrero 1939), Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo (1940) y Ley de Seguridad del Estado (1941). La oposición fue escasa: republicanos en el exilio, maquis y monárquicos (Juan de Borbón- Manifiesto Lausana 1945); aumentando en los 50 (huelgas, SEU).

El franquismo pasó del aislamiento al reconocimiento y consolidación del régimen. Los acuerdos con Estados Unidos, Concordato con la Santa Sede (1953) e ingreso en la ONU (1955) constituyeron una garantía de futuro. Franco aconsejado por Carrero Blanco, formó un nuevo gobierno (1957) con miembros del Opus Dei, los tecnócratas; así Carrero Blanco desplazó a los falangistas y los militares perdieron protagonismo. Pretendían sacar a España del colapso económico y modernizar sus estructuras, poniendo en marcha el Plan de Estabilización (1959). La institucionalización del régimen fue un proceso lento y continuo. En 1957 se promulga la Ley de Régimen Jurídico de la Administración Civil del Estado. En 1958 la Ley de Principios del Movimiento Nacional, definía el régimen como una “monarquía tradicional, católica, social y representativa”. A partir de aquí el régimen adquirió una apariencia más moderna, y el peso de los tecnócratas fue mayor; se promulgaron una serie de leyes que, sin democratizar el sistema, pretendían acercarse a los otros estados europeos: Ley de Prensa e Imprenta (1966), Ley Orgánica del Estado (1966), Ley de Libertad Religiosa (1967); y en 1969 Juan Carlos de Borbón es nombrado sucesor a título de rey, jurando lealtad a la Ley de Principios del Movimiento.

El desarrollo económico trajo cambios sociales, transformando los hábitos y mentalidades. Produjo un aumento de la población, como consecuencia de un incremento de la natalidad (baby boom, 1956-67) y un descenso de la mortalidad; que unido al desigual reparto de la riqueza intensificaron el proceso migratorio, el interior (País Vasco, Cataluña, Valencia y Madrid); y exterior (Europa y América). La emigración fue una válvula de escape para el régimen; creó el Instituto de Emigración (1957), y aprobó la Ley de Ordenación del Emigrante; aceleró el proceso urbanizador, y la desrruralización aceleró la modernización de la agricultura. El tránsito a una economía industrial y de servicios provocó: aumento de las clases medias, disminución de los jornaleros agrarios y aumento de los obreros industriales y de servicios. Irrumpió el consumismo, y nuevas aficiones para el ocio: deporte, radio, televisión, etc. La sanidad mejoró con la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963); la educación era un objetivo prioritario, aumentó la escolarización, y en 1970 se promulgó la Ley General de Educación; mientras la Iglesia se transformaba y el papel de la mujer varió y se incorporó al trabajo.

La política económica se concretó en los Planes de Desarrollo, tres entre 1962 y 1975, coordinados por la Comisaría del Plan de Desarrollo dirigida por López Rodó. El eje de la actividad económica se desplazó de la agricultura a la industria y en menor grado a los servicios. Se mecanizó el campo, y el exceso de mano de obra se desvió hacia la industria, iniciando un gran éxodo rural. La mitad de la producción industrial se concentró en Cataluña, País Vasco y Madrid. Experimentó gran desarrollo la producción de bienes de consumo (automóviles – SEAT 600), química, siderúrgica y alimentaria. La balanza comercial se compensó con las divisas procedentes de los emigrantes, el turismo y la entrada de capital del exterior. Los planes de desarrollo no fueron determinantes del crecimiento económico. España aprovechó el ciclo económico favorable aumentando la exportación de productos y de mano de obra excedente; además logró un acuerdo preferencial con la CEE (1970). El crecimiento económico tuvo deficiencias: dependencia del exterior, desequilibrios regionales, inexistencia de una reforma fiscal, y control del poder económico. Disminuyó desde 1967, hasta la llegada de la crisis mundial (1973).

En 1969 se formaría un nuevo Gobierno más tecnócrata y con Carrero Blanco de vicepresidente. En materia económica se vivió una transformación, se pasó de la autárquica al desarrollismo. Tras la guerra civil el régimen estableció una autarquía económica subordinada a los intereses políticos. Las consecuencias de la autarquía fueron negativas: elevó la inflación, frenó el crecimiento, disminuyó la producción agrícola, lo que provocó escasez, alza de precios y hambre; y obligó a distribuir cartillas de racionamiento. Las medidas liberalizadoras del gobierno tecnócrata en 1959 posibilitó la transformación del sistema productivo. El Plan de Estabilización ponía fin a la autarquía e iniciaba el desarrollismo. Poniéndose en práctica medidas para controlar la inflación: reducción de los créditos, supresión de regulaciones y subvenciones, ajustar los gastos del Estado a los ingresos, y reducir las importaciones al devaluarse la peseta.

                                                                                                                     Carrero Blanco

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La etapa final del franquismo

La etapa final del franquismo, (1969-1975), se caracterizó por un deterioro del régimen paralelo al biológico que experimentaba Franco (77 años y enfermo de Parkinson). En julio de 1969, el príncipe Juan Carlos había sido proclamado sucesor en la jefatura del Estado a título de rey, jurando lealtad a la Ley de Principios del Movimiento Nacional. El caso Matesa (1969), sacado a la luz por ministros independientes y falangistas, llevó a la formación de un nuevo gabinete más tecnócrata (octubre 1969), con Carrero Blanco como vicepresidente, y con dos objetivos: mantener la unidad de las fuerzas franquistas e impedir el crecimiento de la oposición. A partir de aquí, se produjo una pugna entre inmovilistas (ultrafranquistas-Bunker) y aperturistas (reformadores). En julio de 1973, Franco renunció a sus funciones de jefe del Gobierno a favor de Carrero Blanco. Gobierno “duro”, con Carlos Arias Navarro como ministro de Gobernación y Torcuato Fernández Miranda como vicepresidente; tenía como objetivo sofocar las reformas y aplastar la oposición.

El 20 de diciembre de 1973 Carrero Blanco muere víctima de un atentado de ETA. El régimen salió airoso de la crisis, gracias a la habilidad del presidente en funciones Fernández Miranda y a la ausencia de disturbios graves. Carlos Arias Navarro fue nombrado jefe de Gobierno, representante de la línea dura, en su gobierno sólo había tres militares y desaparecieron los miembros del Opus Dei. El nuevo gobierno inició su andadura con promesas aperturistas (espíritu del 12 de febrero), pero las huelgas, protestas obreras y la creciente oposición, llevaron al búnker del régimen a obligar a Arias Navarro a frenar sus promesas de apertura. Ante los síntomas de descomposición del régimen, el gobierno recrudeció la represión aprobando un decreto-ley que preveía la pena de muerte para delitos terroristas, como ocurriría el 27 de septiembre de 1975 con la ejecución de dos activistas de ETA y tres del FRAP, provocando una crisis por la retirada de embajadores. En las relaciones exteriores no se logró firmar un nuevo concordato. La CEE negó el ingreso de España, aunque logró un Acuerdo Preferencial (1970). El proceso descolonizador siguió con la independencia Guinea Ecuatorial (1968) y cesión de Ifni a Marruecos (1969). En octubre de 1975, Marruecos realiza la “marcha verde” sobre el Sáhara y Arias Navarro cedió la colonia a Marruecos y Mauritania. En los últimos años se consolidó una oposición seguida desde: la Iglesia que desde el Concilio Vaticano II comenzó una separación del régimen, y una actitud crítica liderada por el cardenal Enrique Tarancón; la oposición social, desde el mundo obrero (CCOO); la Universidad (FLP) y el movimiento ciudadano; la oposición política, desde el exilio (Congreso del Movimiento Europeo-Múnich 1962-“contubernio comunista”), destacan el PCE y el renovado PSOE que lideraron la Junta Democrática (1974) y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975) respectivamente; el Ejército (UMD) influido por Portugal (Revolución de los claveles); y el terrorismo de ETA, FRAP y GRAPO.  

A finales de los sesenta, una crisis social afectó a la mentalidad occidental. Se inicia un movimiento de protesta, a fin de lograr una mayor libertad. En España, llegó sobre todo a la Universidad; se reflejó en las tendencias antinatalistas fruto de la liberalización de las costumbres. Los jóvenes cuestionaron el papel de la las mujeres y reivindicaron su autonomía personal y profesional. El Concilio Vaticano II, generó un movimiento de opinión en el mundo católico, produciéndose una intensa secularización. La cultura reflejaba los cambios de la sociedad. Se aprobó la Ley General de Educación (1970), y creció el número de estudiantes. Los jóvenes encontraron en la sociedad de consumo una industria cultural y de ocio semejante a la europea y americana; con unos rasgos estéticos (pelo largo y barba) y la cultura pop como vías de expresión y de contestación juvenil. La represión fue contestada por cantautores (Lluís Llach o Raimon). El cine aportó su crítica (García Berlanga, Bardem). Surgieron revistas de entretenimiento (Mortadelo y Filemón) y críticas (La Codorníz). En las artes plásticas domina la abstracción (Tapies o Chillida). En literatura destacan Blas de Otero y Gabriel Celaya. En noviembre de 1975 muere Franco, dando fin a una larga dictadura personal, dejando un país en los prolegómenos de una crisis económica y expectante ante la actuación del nuevo Jefe de Estado.

                                                                                                                    Carlos Arias Navarro

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