LA NIEVE ES UN LUGAR

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LEER PARA CONTESTAR CUESTIONARIO 1
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Escena II El Trapecista, La Equilibrista y el SoldadoSoldado: (Pasa por delante de la ventana, como dirigiéndose a la puerta, para entrar a la cabaña. Se detiene. Observa por el vidrio y ve al Trapecista y a la Equilibrista dormidos. Pone gesto de ternura. Luego cambia el gesto por uno hosco. Entra golpeando la puerta, gritando, amenazando al Trapecista y a la Equilibrista –que se despiertas sobresaltándose- con una escopeta.) ¡Alto ahí! ¡Son mis prisioneros!Equilibrista: (Gritando desesperada.) ¡Mis gallinas! ¡Mis Gallinas!Soldado: Aquí no hay ninguna gallina, señora.Equilibrista: ¡¿Cómo que no?! ¡Y bien gordas!Soldado: Repito que aquí no hay gallinas.Equilibrista: ¡Quiero mis gallinas y me las va a dar!Trapecista: Espera, mujer, que estás confundida.Equilibrista: Yo de aquí no me voy sin mis gallinas.Soldado: Es una orden: aquí no hay ninguna gallina.Trapecista: ¿Qué clase de orden es esa?Soldado: No tengo por qué rendirle cuentas al enemigo.Trapecista: ¡Enemigo!Equilibrista: Aquí lo único que cuenta es que faltan mis gallinas, todas mis gallinas. ¡Pobrecitas mis gallinas!Soldado: ¡Deje de chillar como una gallina!Trapecista: ¿Podemos salir de esta gallinero?Equilibrista: Díselo a él. Que me devuelva mis gallinas.Trapecista: Aquí no hay gallinas, entiéndelo. Has estado soñando.Equilibrista: (Implorando. Lloriqueando.) Dime, por favor, que he soñado todo menos mis gallinas.Trapecista: Muy bien, te lo digo: has estado soñando todo, también tus gallinas.Equilibrista: ¡ Y yo sin mis gallinas! ¡¿Qué haré?!Trapecista: Si tanto te preocupa míralo de esta forma: tus gallinas son inmortales. Nunca morirán porque nunca han existido.Equilibrista: (Yendo hacia el soldado de manera amenazadora.) Así que usted espantó a mis gallinas.Soldado: (Sigue apuntando con el arma, pero comienza a retroceder ante el avance de la Equilibrista) Señora, esto es la guerra y en la guerra está permitido hacerles cualquier cosa a las gallinas.Equilibrista: (Comienza a darle puñetazos al soldado que se mete, con arma y todo, debajo de la mesa.) ¡Salvaje! ¡Maldito aniquilador de gallinas! ¡Se aprovecha de mis gallinas porque son sólo un sueño! (El Trapecista se acerca, la agarra, la quiere apartar de allí y calmar.)Soldado: (Debajo de la mesa.) Señor, le ruego sepa explicarle que soy un soldado y como soldado eso no se me debe hacer.Trapecista: Si tu te dejas...Soldado: (Debajo de la mesa.) Me tomaron a de sorpresa, traicioneramente. Soy un defensor de la patria, merezco más respeto.Equilibrista: (Pretende ir de nuevo a golpear al Soldado, el Trapecista la sujeta.) Deja de ladrar porque si llegara a encontrar un almohada de plumas te asfixiaría para vengar a todas las gallinas que has hecho desaparecer en tu vida.Soldado: (Debajo de la mesa.) No me dejaré confundir con lo que digan y menos con lo que hagan. Ni siquiera con lo que piensen.Trapecista: Puede abreviar que igual la idea se entendió.Soldado: (Debajo de la mesa.) Entonces comprenderán lo que está pasando.Trapecista: Como pasar, está pasando el tiempo.Soldado: (Debajo de la mesa.) Señores... esto es la guerra.Equilibrista: (Sosprendida.) ¡¿La qué?!Trapecista: Creo que ha dicho "la guerra". Perdone, buen hombre, ¿ha dicho usted "la guerra"?Soldado: (Debajo de la mesa.) Así es. Esto es la guerra y ustedes son mis prisioneros.Trapecista: (Se agacha para poder mirar de frente al Soldado. Hace un gesto con el índice de señalar alternativamente una y otra vez a sí mismo y a la Equilibrista, como diciendo "nosotros") ...¿Sus prisioneros?Soldado: (Debajo de la mesa.) Correcto. Y por favor, no me obliguen a tomar medidas más agresivas.Trapecista: ¿Nosotros sus prisioneros?Soldado: (Debajo de la mesa.) Ustedes y todas sus gallinas.Equilibrista: ¿No habíamos quedado en que fue un sueño?Soldado: (Debajo de la mesa.) Todos sus sueños quedan confiscados. Sólo les será permitido tener aquello que no altere la tranquilidad del campo de prisioneros. Trapecista: Se me cansan las piernas de estar agachado. ¿Podríamos conversar frente a frente con mayor naturalidad?Soldado: (Debajo de la mesa.) Permanecerá así hasta que yo considere que su esfuerzo es suficiente. Para eso es que me he puesto en esta posición.Trapecista: (Levantándose.) No lo puedo creer.Soldado: (Debajo de la mesa.) Todas sus creencias son irrelevantes. Lo único que tienen que saber es que esto es la guerra.Equilibrista: ¿Y entre quienes es la guerra?Soldado: (Debajo de la mesa.) Eso es información clasificada.Equilibrista: Sólo dígame el nombre de su país.Soldado: (Debajo de la mesa.) No estoy autorizado a dar esa información al enemigo.Trapecista: ¡No somos sus enemigos!Soldado: (Debajo de la mesa.) No tienen mi uniforme.Trapecista: No tenemos ningún uniforme.Equilibrista: No somos soldados.Soldado: (Debajo de la mesa.) Entonces son mis enemigos.Equilibrista: No supone usted que ese razonamiento puede conducir a errores.Soldado: (Debajo de la mesa.) No estoy autorizado a dudar de mi palabra.Equilibrista: ¡Pero ni siquiera somos gente armada!Soldado: (Debajo de la mesa.) Eso muestra la incapacidad técnica del enemigo y su falta de escrúpulos al mandar gente sin armas. ¡Y pensar que ustedes están dispuestos a morir por quien ni siquiera les ayuda a defenderse!Trapecista: A ver si lo entiende de una vez por todas. No somos soldados, no estamos armados, no pertenecemos a ningún ejército y no somos enemigos de nadie.Soldado. (Debajo de la mesa.) Aquí estamos en guerra y ustedes pertenecen al enemigo.Trapecista: ¡Se lo repito: no pertenecemos a ningún ejército y no estamos en guerra!Soldado: (Debajo de la mesa.) Debieron pensar eso antes de entrar en guerra.Equilibrista: Quien no está pensando es usted.Soldado. (Debajo de la mesa.) Yo tengo el control de la situación, no tengo por qué pensar.Trapecista: ¿Y se puede saber qué hará con nosotros?Soldado: (Debajo de la mesa.) Espero órdenes.Equilibrista: Si se va a quedar ahí, esperará que se la lleven las hormigas.Soldado: (Debajo de la mesa.) No permito que hable así de los integrantes del ejército.Equilibrista: Haga como le plazca.Soldado: (Debajo de la mesa.) Señora, no hago lo que me place sino lo que es mi deber.Equilibrista: ¿Y no le da placer hacer su deber?Soldado: (Debajo de la mesa.) No estoy autorizado a darle información de mi vida privada al enemigo.Trapecista: ¿Sabe, al menos, cuánto van a tardar esas órdenes?Soldado: (Debajo de la mesa.) No estoy autorizado a dar esa información. (Sale de debajo de la mesa.) Permanezcan aquí. Iré a buscar a un superior. Les advierto que si intentan escapar, los guardias tienen orden de disparar a matar.Equilibrista: No vimos ningún guardia afuera.Soldado: Eso muestra lo eficiente que es nuestro ejército, señora. Con su permiso. (Sale por una de la puerta de los costados.) Escena VII El Trapecista, la Equilibrista, el SoldadoSoldado: (Entra. Trae en la mano una bolsa de tela.) ¡Señores! Debo comunicarles que la batalla ha concluido. Hemos derrotado al enemigo.Trapecista: ¿Sííí? Pues me alegra escucharlo. Realmente hemos tenido miedo de morir. ¿No es verdad?Equilibrista: ¡Ya lo creo! No podíamos dejar de pensar que ha debido ser una batalla sangrienta, a juzgar por los disparos que escuchamos.Soldado: Ha corrido tanta sangre que la ferocidad del enemigo hace aún más grande nuestra victoria. Nuestro ejército ha demostrado una vez más su valentía.Equilibrista: Nos pareció que el otro ejército se había aproximado demasiado.Trapecista: Por momentos parecía que lo escuchábamos aquí dentro.Soldado: El enemigo consiguió avanzar al tomarnos de sorpresa, pero de nada le ha servido. La victoria final ha sido nuestra.Equilibrista: ¿Y qué va a pasar ahora con nosotros?Trapecista: Queremos irnos, estamos acá por un error.Equilibrista: No tenemos nada que ver con la guerra. Desearíamos regresar.Soldado: ¡Silencio! Esa decisión la tomará el Comandante a su debido tiempo.Trapecista: ¡Ah, sí, el Comandante!Soldado: Por supuesto, es la forma en que se resuelven esas cosas.Trapecista: Y seguramente usted no sabe nada acerca de qué decisión habrá de tomar.Soldado: No estoy autorizado a hacer ese tipo de comentarios.Equilibrista: Seguramente tampoco puede decirnos lo que trae en esa bolsa que trae con usted.Trapecista: (Irónicamente.) Mujer, seguro que si lo hace pone en peligro la seguridad militar y tal vez esa información esté calificada como secreto de Estado.Soldado. Se equivoca. No tengo por qué ocultar las hazañas de nuestra victoria. Aquí traigo la cabeza del General enemigo.Trapecista: Ah, la cabeza del General enemigo...Equilibrista: ¡Nunca he visto la cabeza de un General enemigo!...Trapecista: Ni siquiera hemos visto un General enemigo todo entero.Equilibrista: Muéstreme la cabeza. Quiero verla... Quiero saber cómo se ve un trofeo de guerra tan valioso.Soldado: Señora, no estoy autorizado a hacerlo. Además la aterraría.Equilibrista: Por favor, se lo pido. Supongo que la cabeza de un General se ve tan viril como un uniforme.Soldado: Señora, no insista o me veré obligado a tomar otra actitud más severa.Equilibrista: Es sólo mirarla... No creo que mis ojos la deterioren.Soldado: ¡Basta! Mis órdenes son llevarla al Comandante.Trapecista: ¡Ah, el Comandante! Supongo que entonces no hay ningún problema, ¿no es cierto?Equilibrista: Claro que no. (Saca la peluca y el bigote y se los coloca rápidamente. Con voz gruesa, imitando graciosamente la voz varonil.) ¡Ordeno que le muestre la cabeza a la señora Equilibrista!Soldado: (Toma su arma, apunta de forma amenazadora.) ¡¿Qué... qué es esto?!Trapecista: ¿Es que no reconoce a su Comandante? Al menos espero que no haya olvidado también la sangrienta batalla. (Saca de su pantalón la cinta y la arroja al suelo, a los pies del Soldado.)Soldado: ¡¿Qué es todo esto?! ¡¿Qué es lo que están tramando?!Equilibrista: (Con voz gruesa, imitando graciosamente la voz varonil.) No estoy autorizado a comentar eso, Soldado.Trapecista: (Avanza hacia el Soldado, que retrocede sin dejar de apuntar con el arma.) ¡Basta de patrañas, mequetrefe! ¡Esas explicaciones debería darlas usted!Soldado: (Nervioso.) ¡Exijo más respeto!Trapecista: (Avanza hacia el soldado, que retrocede.) Pues será cuando tú lo des, ¿o nos tomas por tontos? (El soldado retiene su retroceso al chocar la espalda contra una pared. El Trapecista le manotea el arma y se la saca.) ¡Dame esto para acá! (Hace el gesto de pegarle una cachetada de revés.)Soldado: (Encogiéndose.) No, no, no... (Se esconde debajo de la mesa.)Trapecista: (Intenta atraparlo, pero la mesa es lo suficientemente grande como para que cuando el Trapecista intenta agarrarlo de un lado el Soldado se escape yendo al otro lado.) Ven aquí, marrano.Trapecista: Ven para aquí que te quiero demostrar lo que es que te den batalla.Equilibrista: (Con voz gruesa, imitando graciosamente la voz varonil.) ¡Soldado! Si lo desea llamaremos refuerzos.Trapecista: Ven para aquí, te digo, que tengo algo que quiero aclarar contigo.Equilibrista: (Con voz gruesa, imitando graciosamente la voz varonil.) Soldado, esa no es la muestra del valor y el coraje que debe tener siempre nuestro ejército.Trapecista: Sal de allí, maldito mentiroso.Equilibrista: (Tirando la peluca y el bigote.) Me cansé de toda esta payasada. Venga, terminemos con esto. Déjalo en paz, ya no vale la pena.Trapecista: ¿Qué lo deje en paz? ¡En la paz del cementerio lo voy a dejar! ¡Maldito idiota! (Lo logra atrapar y lo saca de debajo de la mesa Lo tiene agarrado de la ropa.. El Soldado llora.) ¡Y encima lloras! ¡¿Se puede saber que te pasa ahora?!Soldado: (Lloriqueando.) Yo sólo quería tener compañía...Trapecista: Pues no te entiendo, así que habla claro.Equilibrista: (Se interpone entre el Trapecista y el Soldado, haciendo que el trapecista lo suelte.) Déjalo quieto, ya. Que hable de una vez. Ten un poco de calma, hombre.Trapecista: ¡Calma! ¡¿me pides calma?!Equilibrista: ¡Sí, hombre, sí, calma! (Empujando al Soldado que cae sentado en el sillón.) Siéntate ahí y explica esto, que ya empieza a ser aburrido.Soldado: (Lloriqueando.) Me mandaron hace años aquí, a este puesto de vigilancia. Me dijeron que seríamos varios, que mandarían a otros y nunca mandaron a nadie. Me dejaron sólo. Sólo yo y la nieve. El equipo de comunicaciones funciona a veces... y una vez por mes hay un avión que me arroja una caja con comida.Trapecista: ¿Y por qué has inventado todo este desvarío de la guerra y de que somos prisioneros?Soldado: (Calmándose lentamente.) Ustedes querían irse. Yo no me quería quedar sólo de nuevo. Pensé: "ellos están perdidos, yo estoy olvidado, tal vez pueda hacer que se queden". No podía dejarlos ir, seguramente no tendría otra oportunidad de estar rodeado de gente. Yo tampoco tengo familia. Este lugar es todo lo que tengo.Equilibrista: ¿Qué es entonces lo que hay en esa bolsa?Soldado: Un conejo. Pensaba prepararles una comida algo mejor que eso que me manda el ejército.Trapecista: (Gritando.) ¡Pues nada, ¿me entiendes?! ¡Nos iremos de aquí y juro que nos dejarás ir o te daré una golpiza!Soldado: (Triste, resignado.) Está bien, no puedo detenerlos. Pueden irse cuando quieran.Trapecista: (Gritando.) ¡Ya verás que lo haremos, sí señor! ¡A mí nadie me toma el pelo!Equilibrista: ¡Basta, deja de gritar! ¡¿A dónde iremos?! ¿Te olvidas que del circo ya no queda nada, que no tenemos casa ni familia?Trapecista: Pero...Equilibrista: O es que vagaremos por la nieve hasta morirnos de frío o de hambre?Trapecista: (Sentándose en el sillón, junto al Soldado.) Es que yo... Me dejé llevar por mi bronca.Equilibrista: Nosotros tampoco tenemos nada. Ni familia ni amigos. Tal vez estamos más perdidos que él. Por el momento creo que lo mejor sería quedarnos por aquí.Soldado: ¡Eso! ¡Quédense conmigo, si mi compañía no les gusta pueden irse! ¡Ahora les prepararé conejo. ¿Qué les parece? Para celebrar que se ha obtenido la paz.Equilibrista: Muéstrame dónde está la cocina que te daré una mano. Sé una manera deliciosa de prepararlo.Soldado: (Dirigiéndose junto a la Equilibrista hacia la puerta que aún no se había usado.) Después de todo la nieve es un muy buen lugar...Equilibrista: (Sonriendo.) Sí, la nieve es un buen lugar. (El Soldado y la Equilibrista salen por la puerta que aún nos e había usado.)Trapecista: (Suspirando.) Oh, sí, la nieve es un lugar. (Se levanta y va hacia la puerta por donde salieron la Equilibrista y el Soldado.) TELÓN® Gonzalo Hernández Sanjorge

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