La Viena de Wittgenstein.

Un marco espléndido de divulgación asimilativa de la ciencia: La Viena de Wittgenstein. En Austria surge por grandes pensadores austro-húngaros corrientes del pensamiento como el empirismo inglés (Hume), el positivismo francés (Comte) y el pragmatismo americano (James, Peirce). Se trata de un pensamiento enmarcado en una tradición orientada en contra de la metafísica especulativa, atenta al trasfondo real del mundo, que a un fundamento metafísico, donde ya no se pretende justificar algo de un modo mítico. El talante científico se va asumiendo como forma de una nueva claridad sobre las cosas que influirá en el arte y en la cultura. Pues para Viena, lo fundamental es la búsqueda de lo científico más no metafísico. El pensamiento austriaco buscó rigor conceptual, claridad y sobriedad expresiva, porque la depuración científica del lenguaje y de los conceptos significó una depuración moral y psicológica de uno mismo. En la Viena del siglo xx, el yo no podía ser ya el constitutor del mundo; el yo estaba ya tan desgastado como su lenguaje. El yo se marca por la teoría de March, "el yo mero complejo de sensaciones". La existencia humana se había complicado y hecho insegura al máximo, se vivía en una "libertad negativa" con un sentimiento de que ya no había razones suficientes para existir, no valían ya los principios filosóficos y morales. Había que formular la realidad de la fantasía de un modo nuevo, con medios naturalistas, científicos, superando así el romanticismo (por el método del análisis), examinando y diseccionando los estados y disposición de los nervios con la ayuda del psicoanálisis de Freud y con numerosas investigaciones, iniciando así ese viaje al interior de la persona a través del lenguaje desde sus diferentes ópticas: moral (kraus), arquitectónica (Loos), musical (schonberg), científica (Mach), religiosa (Mauthner), lógica (wittgenstein), que por sus análisis del lenguaje cambian la perspectiva de las cosas, porque el yo no es sino lenguaje. Desconfianza de la gramática es la primera condición para filosofar, escribirá Wittgenstein en 1913. Todo aquello que llamamos objeto (mesa, aula, etc.) es un complejo objetivo de objetos-datos de experiencia (Sachverhalt) que los supera en una entidad real. Dios y clase no tienen existencia, sino consistencia lógica. Así como el mundo en el que vivimos está compuesto de hechos lógicos y la racionalidad lógica distingue al ser humano. Los objetos son tal en tanto que son objetos de una conciencia. Para purificar el lenguaje es necesario volver a un concepto natural del mundo del que el lenguaje toma toda su significatividad, ¿por qué nos preguntamos por un objeto y no más bien por el sujeto que pregunta por el objeto? El culmen del mundo objetivo de Bolzano, Bretano, Meinong, es, después, tercer mundo de Popper. El culmen del empirismo de Mach, es el círculo de Viena. El culmen de uno otro es Wittgenstein: el primero, que cerró de algún modo eso tradición austriaca y la modernidad vienesa con el logicismo trascendental del Tractatus, concebido en las trincheras de los Balcanes, en la gran guerra. Para Boltzmann no son sensaciones empíricas las que constituyen el discurso científico sobre el mundo, sino formas, modelos esquemas lógico-matemáticos impuestos conscientemente al mundo físico que ayuden a su comprensión y lenguaje. Mauthner fue el primero que se dio cuenta al final de toda esta historia de que la crítica a la metafísica y el análisis del lenguaje es lo mismo, de que la búsqueda de la claridad era un camino lingüístico y gramatical, porque la estructura substancial de todo lo humano no es lo sensualista o lógico, sino lingüística en definitiva. Los problemas de la vida (de la ética, la estética, la religión), los problemas de sentido, no son problemas científicos, pero la perspectiva científica ayuda a no mal plantearlos.