LIBERTAD MENTEFACTO III

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Andres Nieto
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Andres Nieto
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  • CAPÍTULO III LA LIBERTAD EN JOHN STUART MILL
  •  Concepto de Libertad en John Stuart Mill.
  • En el asunto de la libertad también se puede aseverar que Mill la muestra desde una base utilitarista. Recuérdese que Mill apuesta por el progreso humano, y que éste se da desde la admisión y tolerancia de la diversidad de caracteres.
  • Bien, pues ese ser progresivo lo es en virtud de su desenvolvimiento libre. Pero no puede obviarse que el propio Mill –defensor de las libertades individuales– subraya el carácter social del individuo y observa que sólo se progresa en sociedad cuando se sienten las necesidades del otro como propias.
  • Esto comporta tomar conciencia de que el ser humano tiene una naturaleza desde la que se siguen unos derechos para satisfacer esas necesidades.
  • La cuestión que se plantea aquí es cómo casar la defensa de la individualidad y el ascenso de la sociedad, como colectivo. Sobre esta cuestión Mill deja claro, en su defensa del individuo, que únicamente intervenga el Estado cuando el individuo en su acción pueda perjudicar a otro, y sólo en este caso.
  • De este modo puede observarse que todo su ensayo Sobre la Libertad es un clamor de Mill frente al ascenso de la sociedad, un ascenso que implica el poder de la masa y poner en peligro al propio individuo.
  • Frente a la sociedad, la libertad para nuestro autor es la esencia del ser humano, algo que le es inherente, innato y, por tanto, algo que hay que potenciar. En palabras de Joaquín Abellán al estudiar a Mill: “La libertad del ser humano en la sociedad es presentada por Mill como un valor superior, intrínsecamente bueno”108 .
  • Pero aparte de Sobre la Libertad, también a lo largo de otras de sus obras podemos observar esta misma dinámica. Mill defiende el principio de libertad de hacer lo que uno desee sin perjudicar al otro; y lo defiende sobre la base de dos razones:
  • Permite a los individuos desarrollar a su propio aire su propio potencial; y, al liberar los talentos y creatividad, establece las condiciones previas del progreso intelectual y moral.
  • La libertad que Mill defiende no pone frenos al desarrollo del ser humano; y en las esferas de la política y economía se interpreta como el libre derecho a superarse sin límites.
  • Todo esto recuerda las palabras de Isaiah Berlin cuando afirma sobre Mill que en la base de su pensamiento:
  • Está su apasionada creencia de que el hombre se hace humano mediante su capacidad de elección para el bien y para el mal. Falibilidad, derecho a equivocarse –como corolario de la capacidad de automejora– y desconfianza en la simetría y en el logro de fines últimos como enemigos de la libertad; tales son los principios que Mill nunca abandona. Es agudamente consciente de la multilateralidad de la verdad y de la irreductible complejidad de la vida109 .
  • Puede parecer en todo el pensamiento milliano acerca de la libertad que ésta es un ideal inalcanzable. Sin embargo, el propio Mill ofrece una solución a ese desencuentro que él mismo veía que se estaba dando entre el ascenso de la sociedad y la subordinación de la individualidad por parte de aquélla.
  • La solución estriba en consolidar una línea de demarcación entre ambas esferas, la privada y la pública, entre lo que es interés del conjunto e interés individual. La frontera entre ambas esferas sería la libertad de pensamiento o de acción en el individuo, cuyo único límite es no interferir al otro.
  • Así, Mill conecta la importancia del individuo en sí mismo y lo importante que es el otro para mí. En este sentido lo que tiene en cuenta, al considerar al otro, es el hecho de que no se produzca interferencia entre individuos.
  • Por lo expuesto hasta ahora podemos afirmar que la idea de libertad que defiende John Stuart Mill es la de una libertad negativa, entendida como no interferencia. La no interferencia es para Mill el hecho de que nadie pueda cruzarse en nuestro camino.
  • En nuestro itinerario de decisiones, conductas, acciones, somos los soberanos. Ni el Estado; aunque sí que hay un “pero” a este respecto, a saber:
  • El Estado puede interferirse si es para proteger a alguien que podemos perjudicar. De modo que podemos afirmar que en Stuart Mill la interferencia del Estado es para proteger intereses.
  • Esa libertad defendida por Stuart Mill tiene unas connotaciones que hace oportuno discursar sobre las mismas. Se trata de la autonomía del individuo y de la autodeterminación en la vida.
  • Libertad como autonomía personal y autodeterminación en la vida.
  • Hay, por tanto, una lucha entre la sociedad y la libertad del individuo. En esa lucha se trata de establecer un principio inviolable que sirva para arbitrar la conducta a seguir por la sociedad en relación con el individuo.
  • Se podría afirmar que en la relación que existe entre el Estado y el individuo, el primero tiene las mismas exigencias y necesidades materiales y los mismos fines éticos que el hombre.
  • Stuart Mill, en Sobre la Libertad, hace un examen de lo que a él realmente le interesa al tratar la libertad individual:
  • se trata de la parte del individuo en la que el Estado no tiene ningún interés o no debe tenerlo, la esfera absolutamente privada en la que se insertan dentro de la libertad tres tipos de la misma, a saber: conciencia, pensamiento y asociación110 .
  • Por eso, puede decirse que existe correlación entre los propósitos del hombre –ser feliz a su propia manera– y los del Estado –lograr la mayor felicidad para el mayor número posible–.
  • De alguna manera el individuo es poseedor de una conciencia que tendrá que ir formando progresivamente y también poseedor de una dimensión, la de alteridad, que le permitirá asociarse con quien desee libremente.
  • Mill fue más lejos al reconocer un ámbito moral privado, el personal, y otro público, en el que la convivencia y la cooperación eran esenciales.
  • Reclamó que el primero quedará fuera del poder coactivo del Estado y de las presiones de grupo que, aunque no equiparables al poder estatal, igualmente lesionan la libertad individual.
  • Así parece desprenderse de las palabras de Mill, cuando afirma como principio el siguiente:
  • El único objeto que autoriza a los hombres, individual o colectivamente, a turbar la libertad de acción de cualquiera de sus semejantes, es la propia defensa; la única razón legítima para usar de la fuerza contra un miembro de una comunidad civilizada es la de impedirle perjudicar a otros; pero el bien de este individuo sea físico, sea moral, no es razón suficiente111 .
  • Con ello, Mill está haciendo toda una profesión de fe a favor del individuo. Su creencia en una idea de libertad exenta de coacción como esencia del ser humano, de lo que es éste en realidad, es la base de su pensamiento; o como afirma Isaiah Berlin “esta es la profesión de fe de Mill y la base última de su liberalismo político”112:
  • Mill cree en la libertad, es decir, en una rigurosa limitación del derecho a coaccionar, porque está seguro de que los hombres no pueden desarrollarse y llegar a ser completamente humanos a menos de hallarse libres de interferencias por parte de otros hombres en un área mínima de sus vidas, que él considera –o desea hacer– inviolable. Esta es su visión de lo que es el hombre y, por tanto, de sus necesidades morales e intelectuales básicas.113
  • Esa libertad en la que cree Mill tiene como elemento distintivo la capacidad electiva, capacidad moral a fin de cuentas, y así lo indica Isaiah Berlin: “Para Mill, el hombre se diferencia de los animales no tanto por ser poseedor de entendimiento o inventor de instrumentos y métodos como por tener capacidad de elección; por elegir y no ser elegido”114 .
  • Mill defiende y cree en la libertad del individuo, pero no es menos cierto que Mill se muestra muy confiado en las posibilidades que la razón le proporciona al individuo para ser mejor, entrando en juego la educación, algo que también recoge Isasiah Berlin al afirmar que:
  • “Mill no defendía la educación olvidando la libertad a que daría derecho al educado; tampoco propugnaba una total libertad de elección, olvidando que la falta de educación adecuada llevaría al caos y a una nueva esclavitud. Reclamaba ambas cosas”115.
  • En suma, Mill se nos presenta con esta propuesta como defensor de la educación del individuo y de su libertad, y por ello afirmará categóricamente:
  • Toda persona debe ser libre de conducir sus propios asuntos como le plazca; pero no debe serlo cuando, al obrar así, afecta los intereses de los demás con el pretexto de que los asuntos de otro son también los suyos propios. El Estado, al respetar la libertad de los individuos para aquellas cosas que sólo a ellos concierne, está obligado a velar con cuidado sobre el uso de cualquier poder que puedan poseer sobre los demás116 .
  • De este modo, Mill se enclava en el ámbito de los pensadores liberales; y con el principio arriba mentado está defendiendo una libertad de tipo negativo, es decir, la que supone ausencia de trabas en la acción. Su idea de libertad es libertad negativa que incluye la eliminación del paternalismo, que postula la intervención en la libertad del individuo buscando lo mejor para él. Ni siquiera así. Mill lo expone claramente y mejor en su obra:
  • Ningún hombre puede, en buena lid, ser obligado a actuar o a abstenerse de hacerlo, porque de esa actuación o abstención haya de derivarse un bien para él, porque ello le ha de hacer más dichoso, o porque, en opinión de los demás, hacerlo sea prudente o justo. Estas son buenas razones para discutir con él, para convencerle, o para suplicarle, pero no para obligarle o causarle daño alguno, si obra de modo diferente a nuestros deseos.
  • Para que esta coacción fuese justificable, sería necesario que la conducta de este hombre tuviese por objeto el perjuicio de otro. Para aquello que no le atañe más que a él, su independencia es, de hecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano117 .
  • Es claro que Mill elaboró un concepto de libertad que implica la autonomía individual, de modo que John Stuart establece un ámbito de soberanía en la persona en el que hay total independencia para actuar y para opinar.
  • Se encuadra así en un iusnaturalismo racionalista en el que el Estado es para el individuo. De este principio, que recoge Mill, parecen derivarse las libertades concretas de los individuos frente a la sociedad política:
  • nadie puede obligar a pensar de un determinado modo (libertad de conciencia), ni impedir que manifieste mis opiniones (libertad de expresión), o que me asocie con otros (libertad de asociación) y otras.
  • En realidad Mill lo que vuelve a subrayar es ese reducto propio del individuo desde el cual éste construye su propia existencia, su propio ser; y ahí ni el Estado puede entrar.
  • Desde la libertad individual es desde donde se configuran la autonomía y la identidad del individuo. La libertad es la esencia del ser humano para nuestro autor; y supone, entre otras cosas, el que el individuo pueda conducir su vida como mejor le parezca.
  • No hay un único camino; no hay una única verdad universal válida, que sirva para cuestiones morales, epistemológicas o para determinar los fines y sentido y fines de la vida.
  • En Stuart Mill la idea de libertad es muy amplia, sin más restricción que el posible perjuicio a un tercero. Excepto esto, todo lo demás está permitido; y decir “todo lo demás” es un planteamiento universal. Se trata de una libertad muy amplia, que pone al individuo en un inmenso y desconocido océano.
  • Pero es que para Stuart Mill es fundamental la libertad individual para una vida feliz. En este sentido coinciden Mill y en Benjamin Constant, para quien “Sin libertad individual no existen para los hombres la paz, ni la felicidad, ni la dignidad personal”118.
  • Dicho lo cual no es menos cierto que dicho proyecto personal se inserta en una sociedad que se organiza políticamente, con lo que se confrontan la libertad y el poder del Estado.
  • Libertad Individual y Poder Estatal.
  • Libertad y poder.
  • Leyes, Individuo, Estado
  • La concepción antropológica de Stuart Mill entraña que el hombre, el ser personal, que vive en la sociedad organizada por medio de un Estado, sea un ser humano que pueda desarrollarse plenamente en la sociedad.
  • De este modo, el propio Mill nos deja muy claro en la obra principal suya, Sobre la Libertad, que: “El objeto de éste ensayo no es el llamado libre albedrío, sino la libertad social”119 .
  • Cuando Mill se refiere a la libertad social o civil, con ello se refiere también a un elemento importante en el ejercicio de la misma, a saber, el poder. 
  • A propósito del poder y de la libertad, Mill se interesa por “la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo”120.
  • Tanta importancia le concede Mill a esta cuestión de la libertad que llega a entenderla como una circunstancia que tiene implicaciones en el futuro de las generaciones. Por ello él mismo dirá que se trata del “problema vital del porvenir”121 .
  • Realmente el individuo gozará de total protección de su libertad y de sus propiedades si existe una sociedad y un Estado que propician esto como algo prioritario en los individuos y que repercute en beneficio de la sociedad.
  • Así lo expresa Mill al afirmar que “La seguridad de la persona y de la propiedad, y la justicia equitativa entre los  individuos, son las necesidades primarias de la sociedad y los fines básicos del Gobierno”122.
  • En definitiva, se trata de que las sociedades alcancen un gobierno libre porque éste es muy beneficioso para todos, y así lo afirma Mill al indicar que:
  • “Entre los principales beneficios del gobierno libre está la educación de la inteligencia y los sentimientos, la cual llega incluso hasta los niveles más bajos del pueblo”123 .
  • De modo que en Mill queda dibujado un panorama filosófico en torno al tema de la libertad que nos ofrece sobre la mesa de debate el desafío entre el papel del Estado y la libertad del individuo124.
  • En este sentido de la autoridad del Estado hay que notar cómo Mill vincula la idea de libertad como soberana frente al poder del gobernante y la importancia de tener presente el bien de todos.
  • Por eso nos dice que “Uno de los beneficios de la libertad es que, bajo ella, el gobernante no puede pasar por alto lo que piensa el pueblo, y sin su participación arreglar las cosas sin arreglarlas”125.
  • Parece, pues, que para Mill es fundamental en el uso del poder por parte de los gobernantes la coincidencia de intereses entre quienes mandan y quienes son gobernados.
  • Esto es que a los gobernantes les preocupen las cosas de los gobernados como si de las suyas se tratase. Y además accedían al poder al estilo de Rousseau, como oficiales del pueblo y no como dueños de éste:
  • Llegó un momento en la marcha de las cosas humanas, en que los hombres cesaron de considerar como una necesidad de la Naturaleza el que sus gobernantes fuesen un poder independiente con intereses opuestos a los suyos. Les pareció mucho mejor que los diversos magistrados del Estado fuesen defensores o delegados suyos, revocables a voluntad. Pareció que sólo de esta manera la humanidad podría tener la seguridad completa de que no se abusaría jamás, en perjuicio suyo, de los poderes del gobierno126 .
  • El que los gobernantes fuesen puestos a voluntad nos remite en Mill a la idea, ya presente en Rousseau, de voluntad general. La voluntad del pueblo es la que coloca en el aparato de gobierno a los gobernantes.
  • Pero aquí se plantea una cuestión: las mayorías. A fin de cuentas, la voluntad que es causa de que gobiernen unas determinadas personas y no otras, no es la voluntad de la totalidad.
  • No, es la voluntad de la mayoría; y ésta, a la postre, no deja de ser una porción de la totalidad. ¿Y qué sucede con las minorías? Es la eterna cuestión que se plantea Mill, a la que nuestro autor parece contestar desde el argumento de proteger a la minoría, cuya voluntad no ha sido satisfecha.
  • Con ello Mill sale valedor por las minorías, porque estima que pueden ser oprimidas por esa voluntad que, sin embargo, es legal:
  • La voluntad del pueblo, significa, en realidad, la voluntad de la porción más numerosa y activa del pueblo, de la mayoría, o de aquellos que consiguieron hacerse aceptar con tal mayoría. Por consiguiente, el pueblo puede desear oprimir a una parte de sí mismo, y contra él son tan útiles las precauciones como contra cualquier otro abuso del poder127 .
  • Ante esta situación de inferioridad legal de las minorías se revela Mill, ya que él las valora como la otra parte de la sociedad.
  • Por eso Mill entiende que en estos casos y para proteger a esas minorías es “siempre importante conseguir una limitación del poder del gobierno sobre los individuos”128
  • En este sentido, parece que Mill, influido por Tocqueville y la experiencia americana, capta el principio de las mayorías como un posible elemento de tiranía en la democracia, amenazando las libertades de los individuos y las minorías129.
  • Por ello él cree que existen tiranías dentro de la democracia, por escandaloso que parezca: “La tiranía de la mayoría se incluye ya dentro de las especulaciones políticas como uno de esos males contra los que la sociedad debe mantenerse en guardia”130 .
  • En suma, Mill lo que está poniendo de manifiesto es que si bien acepta como justo que gobiernen las mayorías, no es menos cierto que los intereses de las minorías no pueden quedar a merced de las aquéllas, sino que tiene que haber mecanismos de control a la mayoría.
  • Todo esto sirve como caldo de cultivo a nuestro autor para elaborar su crítica al Estado y al individuo, defendiendo un modelo de gobierno que supone la democracia representativa.
  • Por eso afirma: “la mejor forma de gobierno (...) no significa la que es posible o apropiada en todos los estratos de la civilización, sino la que, en circunstancias en que es posible y apropiada, va acompañada del mayor número de consecuencias beneficiosas, inmediatas y factibles”131.
  • Una vez más, en el fondo de la idea de gobierno, aparece el cálculo de las consecuencias. Pero para evitar la existencia de tiranías, cualquier sociedad trata de arbitrar las fórmulas de convivencia desde las leyes, lo cual también es importante en el pensamiento de John Stuart Mill.
  • duales, de esas minorías. El otro, el distinto, para John Stuart Mill es importante y más aún si es un desfavorecido porque entonces existe obligación y responsabilidad moral de auxiliarlo.
  • El otro, sus intereses y preocupaciones son para Mill tan importantes como las del resto y revierten en el bien común, en la mayor felicidad del Utilitarismo.
  • Todo esto pone de manifiesto un hecho palmario: las relaciones inevitables entre individuo y Estado. Para nuestro autor el problema fundamental viene dado en la tensión entre la libertad individual y los límites que tiene ésta frente a la constitución de una sociedad132.
  • Pero esas relaciones están mediadas por una serie de normas, o mejor de leyes.
  • Las leyes son para John Stuart Mill una herramienta cuya utilidad reside en la capacidad que tienen para configurar la vida en sociedad y las relaciones de unos con otros, a la vez que contribuyen a disuadir a cualquier individuo de perjudicar a otro.
  • En definitiva, de lo que se trata es de que a través de esas leyes se respeten los derechos de cada individuo y se conduzca correctamente la tensión entre individuo y sociedad133 .
  • Las leyes engendradas por el Estado para arbitrar la convivencia entre los individuos nos llevan a hablar de una ética en Mill que podemos denominar ética cívica.
  • Al tratarse de una ética cívica está claro que remite a unos valores que permitan que en la convivencia libre entre distintos individuos pueda haber un pluralismo moral.
  • Ello lleva a ver que la libertad de Mill tiene una dimensión de autonomía moral, donde cada persona es totalmente libre de querer unas cosas u otras, en tanto no cause daño a otros.
  • Y de este modo el Estado tiene la obligación de ayudarle a descubrirse a sí misma a cada persona y a que exprese lo que realmente quiere; y el Estado no puede impedirle al individuo que consiga este objetivo. Parece que la vía para ello es educativa.
  • Dado que las leyes parecen como absolutamente inevitables para convivir y es necesaria su aplicación para que exista justicia y se reprima la injusticia, acontece sin embargo otra cuestión: la del límite de esas leyes.
  • El individuo desea la aplicación de las leyes, pero lo que no quiere es que esas leyes lleguen hasta la esfera más individual, privada y personal del individuo;
  • y eso es lo que parece manifestar también Mill, dado que ello supondría otorgar de un gran poder a unos individuos sobre otros para entrar en espacios de la libertad individual –sagrada para Mill– que son casi intocables.
  • Sobre ello dejemos que Mill hable:
  • Nadie desea que las leyes interfieran en todos los detalles de la vida privada, aún cuando todo el mundo admite que en toda conducta cotidiana una persona 101 puede mostrarse justa o injusta.
  • Nos gustaría ver que se exige la conducta justa y que se reprime la injusticia, incluso en los detalles más mínimos, si no nos asustara, con razón, dotar a los magistrados de tal ilimitado poder sobre los individuos134 .
  • Se aprecia que el poder de los magistrados puede llegar a ser casi ilimitado, si se concede al poder judicial entrar en todos los ámbitos.
  • Ello supondría permitir que los jueces, individuos a fin de cuentas, tuviesen un ilimitado poder sobre el resto. Pero para Mill el individuo es falible, el juez también;
  • y por ello parece que es preferible salvar un reducto íntimo del individuo en el cual nadie entre. Es por el hecho de proteger al individuo y a la libertad individual por lo que cobra sentido detenerse a considerar diversos espacios de la libertad ya apuntados con anterioridad.
  • Libertad de conciencia y pensamiento
  • La idea de libertad de conciencia, tan subrayada en nuestros días, es de enorme amplitud en el pensamiento milliano.
  • Podría decirse que la libertad de conciencia engloba todas las demás libertades. Así lo expresa nuestro autor:
  • La libertad de conciencia exige en el sentido más amplio de la palabra, la libertad de pensar y de sentir, la libertad absoluta de opiniones y de sentimientos sobre cualquier asunto práctico, especulativo, científico, moral o teológico135 .
  • De capital importancia resulta en esa libertad de conciencia expresar todas las opiniones; y cuando se refiere a todas lo dice sin excluir ninguna:
  • todos los pareceres que tienen que ver con la acción moral del individuo, con el conocimiento de la verdad, con la vida en sociedad.
  • Todas las opiniones son admisibles para Mill, porque no hay una única verdad;
  •  y todo ello exige un grado de tolerancia que sólo se adquiere desde la educación porque no es algo que le sea dado al individuo en su equipamiento biológico.
  • En suma, no hay nada universal; y no lo hay seguramente por aquello que nos afirma Isaiah Berlin en su estudio sobre Stuart Mill:
  • En principio el conocimiento humano nunca es completo y siempre es falible; no existe una sola verdad, universalmente visible;
  • cada hombre, cada nación, cada civilización pueden tomar su propio camino hacia su propia meta […];
  • los hombres cambian y las verdades en las que creen sufren modificaciones por sus propias experiencias […].
  • En consecuencia, es errónea la convicción, común a los aristotélicos, a muchos escolásticos cristianos y materialistas ateos, de que existe una naturaleza humana susceptible de ser conocida,
  • una y siempre la misma en todos los tiempos, en todos los lugares y en todos los hombres […];
  • y de que también es errónea la noción […] de que existe una única doctrina verdadera portadora de la salvación para todos los hombres y lugares contenida en la ley natural, o la revelación de un libro sagrado136 .
  • En esta afirmación de Berlin resuenan claramente ideas que ubican a Stuart Mill en el ámbito del Derecho Positivo como más relevante que el Derecho Natural. Se enfrenta así al iusnaturalismo escolástico que privilegio el Derecho Natural sobre el Positivo. Para Mill, como se aprecia, todo cambia en la sociedad, y ahí entran los derechos fundamentales de las personas.
  • Pero esa libertad de conciencia que se sostiene en la de pensamiento, presupone una educación que indica un “¿hacia dónde?” del individuo particular y de la sociedad en general. En el papel que juega la educación de cara a formar auténticos individuos es fundamental para Stuart Mill el cultivo interno del individuo, como bien recoge él mismo:
  • Por primera vez, dí su lugar apropiado como una de las primeras necesidades del bienestar humano, al cultivo interno del individuo […]. Había aprendido por experiencia que las predisposiciones pasivas necesitaban cultivarse tanto como las capacidades activas,
  • y que necesitaban ser alimentadas y enriquecidas, además de guiadas137 .
  • Importante resulta la afirmación de Mill cuando vincula el bienestar humano con la conciencia.
  • Ahí se deja ver que esa idea de bienestar pasa en el individuo por el cultivo de algo tan importante, para muchos metafísico, como es el interior del individuo, su conciencia.
  • Y esta idea milliana es recogida por Pedro Mercado cuando afirma que “La democracia moral depende exclusivamente de una condición:
  • que nuestra sociedad sea capaz de producir ‘auténticos individuos’ […]. Es preciso formar y educar, reforzar y dirigir el mundo de la interioridad, el ‘cultivo interno del individuo’”138.
  • Resuena en Mill una idea, la de conciencia, que está prefigurada en Sócrates, en el logos universal de los estoicos que influirá en Cicerón o Séneca. Se trata, de una razón que posee el ser humano por naturaleza, universal.
  • Emprender la tarea de cultivar internamente al individuo supone, entre otros aspectos, ponerse manos a la obra en el cultivo de su pensamiento y de los productos del mismo, de sus pensamientos.
  • En este sentido de la libertad de pensamiento será crucial considerar como algo altamente positivo el intercambiar todo pensamiento y opinión sea del tenor que sea; y ello implica aceptar la plasticidad de la realidad.
  • Por lo tanto, la sociedad que posibilita el libre pensamiento da cabida a la libertad de ideas, posibilita también la libre circulación de caracteres. Y eso es positivo para una sociedad:
  • La importancia que, para el hombre y para la sociedad, posee el hecho de que exista una gran variedad de tipos de carácter, y la importancia de dar completa libertad para que la naturaleza humana se expansione en innumerables, opuestas direcciones […].
  • Nada es capaz de mostrar cuán profundos son los fundamentos de esta verdad que la gran impresión producida al exponerla en una época que, para un observador superficial, no parecía estar muy necesitada de una lección de esta clase139 .
  • Mill considera como importantes la expansión de la diversidad de caracteres y de la pluralidad de direcciones en el camino de la vida, tomado por cada individuo y por cada sociedad a través de sus modos de pensar y entender la realidad, por ello dirá:
  • “No serán posibles grandes mejoras que afecten a la mayoría del género humano, hasta que un gran cambio tenga lugar en los modos de pensar”140.
  • por lo tanto, lo importante de ideas y creencias no es tanto su grado de verdad cuanto su contribución al bienestar de la sociedad, y así parece manifestarlo Stuart Mill cuando afirma:
  • “La exigencia de una opinión a estar protegida del ataque público se apoya, más que en su verdad, en su importancia para la sociedad”141.
  • Y evidentemente lo que importan en la sociedad es la mayor felicidad para el mayor número, lo cual remite al Principio de Utilidad; felicidad que por otro lado supone libertad en el modo de vivir,
  • de expresar ideas, pensamientos; de asociarse, de conciencia; en suma, de desenvolvimiento de los derechos fundamentales del individuo.
  • Y con ello el propio Mill está apuntando a un bien fundamental para el disfrute de derechos en las sociedades, el bien común, por ello indica como uno de “los objetos más sublimes que pueden perseguirse es el del bien común”142
  • Parece que el individuo emocionado con el bien común y que actúa en esa dirección, vive en libertad y es, por tanto, más feliz;
  • parece que una sociedad que defiende y desarrolla los derechos fundamentales para disfrute de sus ciudadanos es más feliz y más libre.
  • Por ello, el individuo para vivir en sociedad y alcanzar el bienestar ha de hacerlo teniendo al bien general como objetivo primordial.
  • En este tenor la libertad de pensamiento es relevante como se apuntó con anterioridad, puesto que en una realidad diversa conformada por individuos plurales hay que aceptar los diferentes modos de pensar en torno al bienestar.
  • En este sentido, emanada de la libertad de pensamiento está la de expresión para debatir, discutir lo común de todos.
  • PROGRESIVO:  avanza o aumenta en cantidad o en perfección. Eje: Persona que tiene un negocio, y por medio de sus ventas va generando mas ingresos y con eso puede hacer que su negocio crezca.  
  • LIBERTAD: designa la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia o voluntad. ASEVERAR:  Afirmar o asegurar lo que se dice: en su declaración asevera que el acusado estaba con ella en el momento del crimen.
  • Libertad de Expresión y Asociación.
  • El individuo en el ejercicio de su libertad de pensamiento tiene derecho a poder expresar los pensamientos como crea, sin miedos ni temores. En este sentido y como el propio Mill entiende el individuo tiene derecho a ejercer esa libertad y a que la sociedad la proteja143.
  • Una situación en la que el hombre se ve violentado en su pensamiento y expresión no deja de ser una situación de coerción; y todo ello lo que hace es sumir al individuo en una coyuntura de inseguridad.
  • El individuo inseguro no se expresa como piensa, no participa sus ideas al resto como naturalmente cree, sino que se ve coaccionado en su libertad individual.
  • que se ve coaccionado en su libertad individual. Y todo ello contribuye negativamente en la utilidad general. Es obvio que si los estados dejan fluir esas ideas, todo ello desde la doctrina utilitarista, beneficiará a la mayoría y dará como resultado individuos seguros de sí mismos144 .
  • Por lo tanto, no hay que temer la discusión como un mal que sólo provoque desencuentros. Al contrario, para que las personas se entiendan y para que comprendan la realidad,
  • es preciso formar las opiniones desde la contrastación y desde la modificación; y eso sólo puede producirse a través de la colisión de nuestros argumentos con otros para conocer nuestras motivaciones.
  • tos con otros para conocer nuestras motivaciones. No en vano por todo ello Mill afirma: “Y si nuestro entendimiento debe ocuparse en alguna cosa más que en otra, sobre todo deberá ocuparse en saber los motivos de nuestras propias opiniones”145 .
  • Esa referencia a las opiniones de las personas y a que se ocupen principalmente de los aspectos propios de ellas, es decir, a los aspectos sociales, búsqueda de la felicidad y demás, lleva al autor de Utilitarismo a la convicción de que en todo aspecto humano que entrañe diversidad de opiniones, la verdad no es un resultado exacto e inmodificable, como sucede en las ciencias formales, sino que en los aspectos sociales la verdad depende de las fuerzas distintas que chocan por medio de la expresión de las diversas opiniones.
  • Con ello parece que nuestro autor en cierto modo nos recuerda el esquema hegeliano de tesis-antítesis-síntesis y así parece iluminarlo la afirmación de Mill:
  • En todo tema en que la diferencia de opinión es posible, la verdad depende de un equilibrio a guardar entre dos sistemas de razones contradictorias. Incluso en la filosofía natural, siempre existe en ella alguna otra explicación posible de los hechos [...]. Y es necesario demostrar por qué la otra teoría no puede ser la verdadera, y hasta que conocemos la demostración no podemos comprender los fundamentos de una u otra opinión146 .
  • Esta misma situación acontece en el plano social. Sólo contrastando la diversidad de pareceres se llega a un consenso.
  • Esto trae como consecuencia el asumir la imposibilidad de que la totalidad de individuos sepan todo de todo. Por lo tanto, en el aspecto social,
  • dado que eso es imposible, es más oportuno que existan unos representantes encomendados a estas tareas, los cuales puedan dar cabida incluso a las opiniones que en principio no se exhiben.
  • Por lo tanto, y como conclusión a esa idea de los representantes encargados de decir qué es lo conveniente y de no dejar aflorar lo que ellos consideran inadecuado,
  • Mill entiende que esos representantes deben permitir la libre expresión y absoluta circulación de ideas, como él mismo bien indica:
  • “Para que los conductores de la humanidad sean competentes en todo aquello que deben saber, debemos poder escribir y publicarlo todo con entera libertad”147 .
  • Toda esta manifestación de Mill en torno a la libre expresión remite, de algún modo, al ideal de la Ilustración –bien recogido entre otros por Kant– que defendía el empleo público de la razón.
  • Y todo ello porque la libre expresión y discusión en Mill es libre, entre otras cosas, porque la mente del individuo, la razón en definitiva, se usa de manera pública, sin trabas y sin coacciones.
  • Esta es la línea de su pensamiento, línea que entronca con la tradición ilustrada y la empirista, de la cual también recibe nuestro autor influencias.
  • Ese uso público y libre de la razón entraña el dejar que el individuo haga uso de la misma con total libertad; incluso que muestre su indignación con las condiciones sociales o económicas, pero que no lleve esa indignación a la descalificación o al ataque personal contra nadie;
  • sólo que no perjudique a otro. Pero esta actitud proveniente de la Ilustración entronca con otra característica anexa a esta consideración de la razón y que procede de esa misma época: el deseo de alfabetizar, culturizar a los individuos. Tan importante es este aspecto para el librepensamiento que Mill dice:
  • Tan absoluta era la fe de mi padre en la influencia de la razón sobre la mente de los hombres, que le parecía que todo estaría ganado si a la población entera se le enseñara a leer, si se permitiera que, tanto de palabra como por escrito, se les expusieran toda clase de opiniones148 .
  • La afirmación es relevante: todo estaría ganado; todo, sólo confiando en la capacidad que desarrolla en los individuos la lectura y la escritura.
  • Admitir la libre discusión significa en Mill atreverse a pensar; y atreverse a pensar como él lo concibe implica que no debe haber ningún límite al uso público de la razón, la cual debe ser emancipada y libre de quienes dictan lo que se debe pensar.
  • En suma, la razón debe ser en Mill –curiosamente como en Kant– autónoma. Stuart Mill ve una exigencia de la Naturaleza que ha dotado a todos los hombres de las mismas facultades racionales, de unos talentos e ingenios que hay que poner a dar fruto.
  • Por consiguiente, la razón en el ejercicio de la libre discusión no es sólo expresión del librepensamiento, sino también autonomía de la razón.
  • Pero es más. Nuestro autor no sólo habla de libertad de expresión en el sentido antes indicado, sino que liga esa actitud del individuo con su actitud moral o ética, incluso una actitud de franqueza y sinceridad.
  • Por ello para él “el que exista libertad de opiniones es la única tolerancia posible para los espíritus del más alto nivel moral”149.
  • En este sentido de la franqueza y sinceridad como elementos propios del carácter de cada individuo parece que el siguiente ejemplo acaecido en la vida del propio Mill refleja esa actitud que presidió sus actos en su vida, y que el expresar las ideas libremente y desde la sinceridad, lejos de ser algo negativo contribuye al bien:
  • Pensé que si, tras explicarles cuál era mi postura, persistían en su deseo y aceptaban las condiciones bajo las que únicamente estaba yo dispuesto a servir, tal vez pudiera uno preguntarse si no era este uno de esos casos en los que un miembro de la comunidad es requerido por sus conciudadanos, con una llamada que muy pocas veces hay justificación para rechazar. Consecuentemente, puse a prueba su disposición dándoles una de las más francas explicaciones que jamás ha dado un candidato al cuerpo electoral. Publiqué una oferta diciendo que no tenía un deseo personal en formar parte del Parlamento, que no creía que un candidato debería solicitar votos ni pagar dinero, y que yo no estaba dispuesto a hacer ninguna de estas dos cosas.
  • Dije, además, que, si era elegido, no podría dedicar ni mi trabajo ni mi tiempo a la defensa de sus intereses locales. Con respecto a la política general, les dije sin reserva cuáles eran mis ideas acerca de varios asuntos de importancia sobre los que ellos me habían pedido una opinión. Y siendo una de estas cuestiones la que se refería al sufragio, les hice saber, entre otras cosas, mi convicción de que las mujeres tenían derecho a estar representadas en el Parlamento del mismo modo que los hombres150 .
  • Con ello deja claro Mill cómo el expresarse desde el carácter que uno posee, con franqueza y sinceridad, desde la libre discusión, hace “más bien, que el mal que pudieron hacerme mis respuestas, fueran las que fueran”151 .
  • En suma, para John Stuart Mill parece que la cuestión de la libertad y del libre pensamiento, libre asociación casa con los conceptos de “libertad”, “justicia” y “utilidad”, puesto que si los Estados dejan que el individuo libremente exprese y deje fluir sus talentos, ello, siendo de justicia, redundará en mayor felicidad o utilidad para todos.
  • Finalmente Mill, a partir de la libertad individual llevada a cabo particularmente concluirá que dicha libertad tiene eco en la sociedad. 
  • Y de ahí surge la libertad de asociación, que persigue el mayor bien para el mayor número y que permita a los individuos agruparse de cara a la consecución de unos fines que no resulten dañinos para los demás.
  • Conviene tener presente que la asociación entre individuos lo es en virtud del reconocimiento de los derechos que tiene el otro frente a mí y de la necesidad de repartir las cargas de la sociedad entre todos152.
  • Con todo, parece que la conclusión de Mill sobre el Estado en relación con esta libertad de asociación e inclinaciones es palmaria: “No se puede llamar libre a una sociedad, cualquiera que sea la forma de gobierno, si estas libertades no son respetadas por él a todo evento”153 .
  • Por lo tanto, es claro que una sociedad que se precie como tal debe propiciar la libertad suficiente para que sus individuos proyecten sus gustos; para que colmen sus inclinaciones y para que puedan asociarse sin trabas; y ello porque Mill ve todas estas características como algo que trae bienestar.
  • ¿Cómo favorecer el que se den esas libertades? La respuesta acaso se encuentra en la educación que muestra ese camino.
  • Libertad, Derechos, Justicia y Felicidad.
  • A modo de epílogo en este final del capítulo tratado, conviene apuntar que, por un lado, Mill concibe al ser humano como un individuo que calcula de modo racional sus intereses; y, por otro lado, concibe la educación de éste para mejorar el desarrollo de esa naturaleza humana.
  • Parece que ambas cuestiones semejan principios fundamentales de la Ilustración europea del XVIII. A este ámbito pertenece el pensamiento de los predecesores de John Stuart Mill, Bentham y James Mill.
  • Empero, Stuart Mill los supera, pues mientras sus predecesores parecen darle más importancia a la sociedad, al Estado que al individuo, John Stuart parece mucho más liberal y subraya el escrupuloso respeto por el individuo, lo que implica respetar su esencia, la libertad y las ramificaciones de la misma: asociación, conciencia, pensamiento.
  • Ello pone a Stuart Mill frente a Bentham, más paternalista políticamente hablando, que se ubica más en el liberalismo individual.
  • Esto hará que Mill defienda el desenvolvimiento de derechos fundamentales para los pobres, quienes tienen que depender de sus cualidades y no del paternalismo del gobierno de turno.
  • Por eso Mill llama a que “las naciones modernas tendrán que aprender la lección de que el bienestar de un pueblo se ha de lograr por medio de la justicia y la libertad de los ciudadanos, del respeto a sus derechos”154.
  • A partir de esto se comprende la actitud de defensa de los más desfavorecido por parte de Mill, a quienes se debe instruir, “se les debe convertir en seres racionales”155.
  • En definitiva, se debe educar, y así la educación aparece como herramienta fundamental para desarrollar la razón en los ciudadanos, ayudarles a que piensen, tomen conciencia, se asocien, se expresen públicamente, manifiesten sus demandas para satisfacer la naturaleza humana que les es propia.
  • Ello muestra la sensibilidad de Stuart Mill por el elemento de la educación, no solo como un valor social sino como un derecho de las personas.
  • Por consiguiente, de un modo no explícito está defendiendo la necesidad de implementar la educación como un derecho de las personas, derecho humano de segunda generación que contribuye a la mejora en las condiciones de vida social, política y económica.
  • Todo ello pone de manifiesto que desde la educación, la persona abre su mente y va progresivamente creciendo racional y políticamente; pero se trata también de que adquiera la idea y la actitud de la responsabilidad, la cual le permitirá crecer en derechos.
  • Un ejemplo de ello es la manifestación pública de Stuart Mill en defensa de los derechos de la mujer de su época que le llevan a defender el “que se otorgue a las mujeres los mismos derechos de ciudadanía que a los  hombres”156.
  • Con ello Stuart Mill llama a la clase más menesterosa de su tiempo, a los obreros, a tomar conciencia de su realidad y a tomar el control de la misma para aumentar sus derechos.
  • LEYES:  es una regla o norma. ... En el ámbito del derecho, la ley es un precepto dictado por una autoridad competente. Este texto exige o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de la sociedad en su conjunto.
  • La libertad según John Stuart Mill es el fundamento elemental en el ser humano
  • Ámbito publico y privado
  • Derecho a la educación 
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