Desde sus orígenes, el pensamiento cristiano es claramente tomista.

El argumento ontológico implica que podemos conocer la existencia de Dios a partir del concepto
que tenemos de Él.

San Alberto Magno fue una de las figuras más relevantes del aristotelismo cristiano.

La teoría de la doble verdad defendida por Santo Tomás consiste en mantener que la verdad de la
filosofía es compatible con la verdad de la religión porque ambas provienen de Dios.

El averroísmo latino negó la inmortalidad del alma humana individual.

El momento de máximo esplendor del pensamiento cristiano recibe el nombre de patrística.

Santo Tomás creyó que no podemos conocer racionalmente ninguna verdad relativa al orden
sobrenatural.

La teología cristiana o sobrenatural no prescinde totalmente de la razón.

Tomás de Aquino creyó imposible conocer racionalmente a priori la existencia de Dios aunque la proposición
“Dios existe" sea evidente en sí misma.

La reflexión sobre lo que se ofrece en la experiencia permite demostrar la existencia de Dios.

Todas aquellas proposiciones que vemos claramente que son ciertas se llaman “proposiciones
evidentes en sí mismas”.

La Quinta Vía supone una concepción teleológica del mundo.

Ser contingente quiere decir existir pero poder dejar de existir.

La Vía por el movimiento supone que todo lo que se mueve se mueve por otro.

Santo Tomás defendió el conocimiento analógico de la esencia de Dios.

Para Santo Tomás todas las cosas creadas son contingentes, excepto las almas de los seres humanos.

La palabra “bueno” tiene exactamente el mismo significado cuando la atribuimos a Dios que cuando
la atribuimos al hombre.

Según Santo Tomás, el rasgo que más separa a Dios de las criaturas es su inmaterialidad.

Al aceptar la “vía de la negación”, Santo Tomás consideró que se debe negar la posibilidad del
conocimiento racional de la esencia de Dios.

Dios está compuesto de acto y potencia.

La concepción tomista del hombre depende más de la filosofía aristotélica que de la platónica.

Tomás de Aquino llama “actos humanos” a las acciones que dependen de la voluntad.

La ética de Santo Tomás es teleológica.

La ley que promulga el Estado recibe el nombre de ley positiva.

La ley natural tiene su fundamento último en la ley eterna.

Para Tomás de Aquino la mejor forma de gobierno era la aristocracia.

La vida social es consecuencia de la propia naturaleza humana, que en último término proviene de Dios.

Dado que el fin último de todo hombre es un fin sobrenatural, el Estado debe dejarse orientar por la Iglesia.

Todas las verdades teológicas pueden ser conocidas mediante la razón.

Los gobernantes pueden modificar la ley natural mediante preceptos convencionales promulgados en la ley positiva.

Santo Tomás afirma que podemos, con la ayuda de la razón, llegar a las mismas verdades que las que nos cuenta la Biblia.

Santo Tomás negó la existencia de las “verdades teológicas naturales”.

El argumento ontológico defiende que cabe afirmar la existencia de Dios con la mera comprensión de la esencia de Dios.

La teoría de la doble verdad fue aceptada por Santo Tomás de Aquino, pues defendía la independencia de la razón respecto de la fe.

Según Santo Tomás, la fe y la razón no son incompatibles, pero fundamentan creencias totalmente distintas.

La vía a partir del movimiento acepta que algunas cosas se mueven por sí mismas.

El conocimiento natural de la esencia de Dios es inmediato y evidente.

Las demostraciones tomistas de la existencia de Dios son a posteriori.

El rasgo más característico de las cosas finitas es la contingencia.

Según Santo Tomás, el conocimiento humano comienza a partir de las ideas innatas.

Según Santo Tomas todos los seres naturales obran por un fin.

El ser de las criaturas es semejante (análogo) al ser de Dios, pero en distinta proporción.

La filosofía medieval sigue centrando su interés en cuestiones metafísicas, siguiendo la línea establecida por Platón y Aristóteles en la antigüedad.

Alejandro Magno y su alumno Tomás de Aquino llevaron a cabo la asimilación y síntesis de la obra aristotélica.

Para Santo Tomás de Aquino, el ser humano está constituido como unión sustancial de cuerpo y alma.

El alma humana puede ejercer la sensación, y no necesita del cuerpo para ello.

Mediante la Teología Natural solo se puede demostrar una verdad de fe: la existencia de Dios.

Santo Tomás afirma que el conocimiento revelado es superior al conocimiento racional.

La razón necesita de la fe para alcanzar la verdad en los "preámbulos de la fe".

Los dogmas de fe son verdades que solo podemos alcanzar mediante la gracia y la revelación.

Las Cinco Vías para la demostración de la existencia de Dios toman como punto de partida la esencia de Dios.

Santo Tomás defiende la radical separación entre cuerpo y alma.

Santo Tomás de Aquino define el movimiento como el paso del ser en acto al ser en potencia.

Para Santo Tomás, la unión cuerpo-alma no es un castigo, sino para bien y provecho del hombre y de la misma alma.

Para Santo Tomás, el alma es una forma subsistente, lo que significa que no puede existir sin necesidad del cuerpo.

En el tomismo, la doctrina epistemológica (sobre el conocimiento) proviene de la antropología, de la unión sustancial del cuerpo y el alma.

Dios es un acto puro, porque su esencia y su existencia coinciden.

Toda existencia que sea distinta de la esencia tiene la misma relación que el acto con la potencia.

Es posible que la misma cosa está a la vez en acto y en potencia respecto de la misma realidad.

La jerarquización de la realidad que propone Santo Tomás es posible gracias a la teoría aristotélica de la participación.

Todo lo evidente para nosotros es evidente en sí, pero puede haber evidencias en sí que no lo sean para nosotros.

Como la existencia de Dios es evidente para nosotros, no cabe preguntarse si se puede demostrar.

Para Santo Tomás, el conocimiento empírico es siempre una condición necesaria para que podamos operar con la razón.

Las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios son argumentaciones originales de Santo Tomás de Aquino.

La ética de Sto. Tomás conserva el carácter teleológico de Aristóteles: la determinación del fin propio del hombre condicionará todas las normas y conceptos morales.

La ley que rige a todas las criaturas es la ley natural, a la que se puede acceder tanto a través de la razón como de la revelación.

La ley positiva no es el resultado de una imposición caprichosa por parte de los más fuertes o de un arbitrario convenio (consenso) entre iguales, sino algo exigido por la naturaleza misma del hombre en cuanto ser social.

Los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa, y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud.

Para Santo Tomás, la esencia del ser humano está en su alma inmortal, creada a imagen y semejanza de Dios.

El planteamiento unitario del ser hmano que hace Santo Tomás rompe el binomio cuerpo-alma de Platón que había dominado durante la Edad Media.

Tomás de Aquino opinaba que existen una serie de “verdades teológicas naturales”, refiriéndose a verdades a las que se puede llegar tanto a través de la revelación cristiana como a través de nuestra razón innata o natural.

El punto clave de Tomas de Aquino es que no tiene que haber necesariamente una contradicción entre un filósofo como Aristóteles y la doctrina cristiana.

Podemos decir que Tomás de Aquino cristianizó a Aristóteles de la misma manera que San Agustín había cristianizado a Platón al comienzo de la Edad Media.

El siglo XIII fue un siglo de renovación en el seno de la Iglesia marcado por la fundación de dos órdenes mendicantes: los benedictinos y los cistercienses.

San Anselmo desarrolló el argumento cosmológico de la existencia de Dios.

El argumento ontológico consiste en la afirmación de que siempre la existencia está incluida en la esencia.

Santo Tomás afirma el hilemorfismo de las criaturas corpóreas.

La razón conoce sólo a partir de la experiencia, es decir, partiendo siempre de la revelación divina.

Santo Tomás de Aquino es un autor racionalista.

La filosofía que influyó en la formación del cristianismo fue el aristotelismo.

La preocupación más importante del pensamiento medieval ha sido la relación entre la teología y la filosofía, entre la fe y la razón.

Las Universidades aparecen en la época de los Padres de la Iglesia.

Para Santo Tomás el orden de conocimiento natural es compatible con el orden de conocimiento sobrenatural.

Las proposiciones "evidentes en sí mismas" describen una propiedad que se encuentra en la esencia del objeto al que se refieren.

El argumento ontológico defiende que cabe afirmar la existencia de Dios gracias a la reflexión sobre el carácter contingente de las cosas finitas.

La proposición "Dios existe" es una proposición "evidente en sí misma" y "no evidente para nosotros".

Según Santo Tomás, la fe y la razón no son incompatibles, pero fundamentan creencias totalmente distintas.

La filosofía aristotélica fue aceptada sin ningún problema por la Iglesia desde el principio.

La vía por el movimiento acepta que algunas cosas se mueven por sí mismas.

Según Santo Tomas todos los seres naturales obran por un fin.

Durante el período de la escolástica el pensamiento filosófico fue independiente de la teología.

Las demostraciones tomistas de la existencia de Dios son a posteriori.

Según Tomás de Aquino todas las cosas, tanto las creadas como el propio Dios, poseen composición metafísica.

El rasgo más característico de las cosas finitas es la contingencia.

Según Tomás de Aquino lo perfecto puede tener su origen, en algunos casos, en algo menos perfecto.

El ser en el que la existencia se incluye en la esencia es Dios.

Según Santo Tomás, el conocimiento humano comienza a partir de las ideas innatas.

San Agustín defendió el argumento ontológico.

El conjunto de leyes que promulgan los Estados recibe el nombre de ley natural.

Tomás de Aquino toma únicamente de Aristóteles los conceptos que utiliza para la descripción metafísica de la realidad.