Lengua 2

Galería de color en peligro
La espectacularidad de los coloridos guacamayos está cerca de verse opacada por la desaparición de este género en muchas de las áreas de los trópicos; las causas son de todos conocidas: la pérdida del hábitat ante la creciente demanda de áreas agrícolas, la caza ilegal y la captura para la venta de las especies como mascotas. Sin embargo, el Centro de Investigación de Tambotapa, en el sureste de Perú, se ha dado a la tarea de proponer y de aplicar varias técnicas para la conservación del guacamayo azul y amarillo (Ara ararauna), el guacamayo rojo-amarillo (Ara chloroptera) y el gacamayo rojo y verde (Ara Macao), moradores del área protegida de la Reserva Nacional Tambopata y del parque Nacional Bahuaja Sonene, en ese país.
National Geographic, noviembre 2000 (fragmento)

El texto explicativo “Galería de color en peligro” se organiza en una secuencia:
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Texto original
La ONU impulsó un nuevo programa ambiental para combatir la situación de emergencia en que se encuentran los gorilas y orangutanes, que están en peligro de extinción. Para salvar a los animales se necesita mucho dinero. La ONU cedió un millón de dólares para proteger a los gorilas y orangutanes de la extinción. El dinero serviría para que los voluntarios que trabajan en las reservas cuenten con mayor apoyo logístico. Por ello, la ONU ya cedió u millón de dólares para reforzar los programas de reservas ubicadas en África y Asia.

Texto resumido

Muchos animales se encuentran en peligro de extinción, y para salvarlos la ONU cedió un millón de dólares para proteger a gorilas y orangutanes. Este dinero será utilizado para ayudar a los voluntarios que trabajan en las reservas de animales de África y Asia.

¿Qué tipo de macrorregla se aplicó?

Lee el siguiente fragmento:
La Pelota
Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que yo no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita, pronto para correr, yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la de aquel lugar. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar otra y que no había más remedio que conformarse con ésta […]
Adaptación de Felisberto Hernández.

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