La primera referencia de las pruebas mentales ocurrió en 1890 en un artículo clásico de James
McKeen Cattell, quien estudió con Galton. Cattell había importado el enfoque de
instrumentos a los Estados Unidos.
A finales del siglo XIX, varios psiquiatras desarrollaron procedimientos estandarizados para
revelar la naturaleza y extensión de los síntomas los enfermos mentales y con lesiones
cerebrales. En 1885, Hubert von Grashey desarrolló el cursor previo al tambor de memoria para
poner a prueba la habilidad visual reco-nición de los pacientes con lesión cerebral.
Rudimentarias formas de pruebas se remontan a 2200 A.C. en China. Los
emperadores chinos utilizan extenuantes exámenes escritos para seleccionar a
funcionarios del servicio civil.
Las pruebas psicológicas modernas florecieron en Europa durante los finales del
siglo XIX. Analizando los umbrales sensoriales y tiempos de reacción, cuyo pionero
fue Francis Galton, quien demostró que era posible medir la mente de una manera
objetiva y replicable.
Uno de los estudiantes de Cattell, Clark Wissler, fue el primero que mostró que
tiempo de reacción y las medidas de discriminación sensorial no se correlacionan
con las calificaciones.
A finales del Siglo XIX, un nuevo humanismo hacia los retrasados mentales,
reflejada en el diagnostico y trabajo correctivo de médicos franceses Esquirol y
Seguin, ayudó a crear la necesidad de las primeras pruebas de inteligencia.
Alfred Binet, quien inventó la primera verdadera prueba de inteligencia,
comenzó su carrera estudiando la parálisis histérica con el neurólogo
francés Charcot. Poco después, cambió sus intereses y llevó a cabo
estudios sensoriales perceptivos, utilizando a sus hijos como sujetos.
En 1905, Binet y Simon desarrollaron el primer test de inteligencia útil en
París, Francia. Su simple medida 30 ítems de las funciones mentales
superiores principalmente ayudó a identificar a los escolares que no podrían
beneficiarse de la instrucción regular. Curiosamente, no había ningún
método de recuento de la prueba.
En 1908, Binet y Simon publicaron una escala de 58 ítems que incorpora el concepto de
nivel mental. En 1911, apareció una tercera revisión de la escala Binet-Simon. Cada nivel de
edad tenía ahora exactamente cinco pruebas.
En 1912, Stern propuso dividir la edad mental por la edad cronológica para obtener un cociente
de inteligencia. En 1916, Terman propuso multiplicar el cociente de inteligencia por 100 a
re-mover las fracciones. Así fue como nació el concepto de IQ.