Debe ser
un
Cardenal,
menor a
los
ochenta
años,
formado
tanto
como sea
posible.
Debe tener
una visión
amplia del
mundo, gran
conocimiento
Teológico y
del mundo, y
de los
problemas
del mundo,
más aún de
los hombres
y su relación
con Dios.
Éstos
son: ser
varón,
soltero y
estar
dispuesto
a ser
célibe
toda la
vida.