es capaz de aceptar y acoger con agrado las
diferencias de apariencia, creencias y costumbres
entre las distintas culturas, mientras éstas no
representen una amenaza para el bienestar
común. Quien posee una mente respetuosa es
capaz de trabajar en armonía con personas de
distintas culturas.
en un mundo cada vez más interconectado, no
se entienden, y se entenderán aún menos, las
manifestaciones de ignorancia, de intolerancia
o falta de respeto hacia otros.
Así que la mente respetuosa trata de observar y aceptar las
diferencias entre los grupos humanos, e intenta comprender a
los otros (sin caer en estereotipos ni caricaturas) y trabajar con
ellos para un fin común.
Siempre ha sido deseable educar a las personas para que por lo menos
sean tolerantes con quienes tienen un aspecto diferente, actúan de una
manera distinta y, quizá, son distintos a ellas.
Puede que antes fuera posible encerrarse en uno
mismo o dentro de las propias fronteras. Pero ya no
es así.
Si no podemos aprender a con vivir con los demás, el planeta pronto
quedará despoblado. Y a menos que nos respetemos mutuamente y
valoremos nuestras diferencias, lo máximo que podemos esperar es
una paz precaria.
El ser humano tiende a crear grupos, a identificarse con los miembros de su grupo
y a adoptar una actitud cautelosa o claramente hostil hacia otros grupos sea cual
sea su definición.
Entre los grupos no existe la confianza necesaria para cumplir
compromisos de esta clase y en el fondo, quizá sea prudente que
recelen unos de otros.
n lugar de pasar por alto las diferencias, de dejarnos inflamar por ellas o de
intentar aniquilarlas mediante el odio o el amor, invito a todos los seres
humanos a que acepten las diferencias, a que aprendan a vivir con ellas, a
que valoren y respeten a quienes forman parte de grupos distintos del suyo.