Comienzos del s.XIII, los territorios que conformaban la futura España se
hallaban en guerra contra los árabes, esto se denominó la reconquista.
Los dos mayores reinos, Castilla-León y
Aragón-Cataluña, encabezaban la ofensiva contra los
musulmanes y lograron reducirlos a una región situada
alrededor de Granada.
Los diferentes reinos ibéricos se debatieron
en querellas limítrofes y conflictos
motivados por las sucesiones dinásticas.
En 1469 fue el matrimonio (sin el
consentimiento del rey Castilla) entre Fernando,
heredero de Aragón, e Isabel, hermana del rey
de Castilla Enrique IV.
El rey de Castilla designó a su única hija
Juana "la Beltraneja" como sucesora. Al
fallecer Enrique IV, la nobleza castellana apoyó
el nombramiento de Isabel como legítima
heredera al trono para evitar que Juana llegara
al poder por su matrimonio con Alfonso V de
Portugal.
Por dicho enlace se declaró la guerra entre
ambos reinos ibéricos. Triunfante Castilla, se
firmó el tratado de Alcacovas-Toledo (1479) con
el cual se ratificó a Isabel como soberana de
Castilla y se confinó a Juana en un convento en
Coimbra.
Así se consolidó la doble
monarquía española y se inició
el reinado de Isabel y
Fernando, llamados los Reyes
Católicos.
Grandes méritos: la restauración de la
legitimidad del poder real por sobre la nobleza,
sentando las bases del poderoso Estado
monárquico-territorial en que se convertiría
España.
Primer paso lograr la unidad territorial, por lo
que se reiniciaron las hostilidades contra los
musulmanes asentados en la región de
Granada. Luego los Reyes impusieron la
unidad en torno a la fe católica, inaugurando
un período de intolerancia religiosa: la
expulsión de los judíos en 1492.
En el frente interno, la principal
tarea de los reyes fue la de
acabar con los desórdenes. La
creación de la Santa
Hermandad -cuadrillas de
vecinos encargadas de
perseguir a los malhechores en
el ámbito de su distrito-, resultó
un medio eficaz para hacer
sentir todo el peso de la justicia
a quienes infringían las normas.
Se reorganizaron los Concejos
Municipales.
Para someter a las Cortes representativas de
las ciudades acudieron a tres mecanismos:
1) eliminación de sus adversarios políticos de
las Cortes 2) vigilancia permanente de las
sesiones 3) disminución del número de
reuniones.
Las decisiones más relevantes fueron encomendadas
a un reestructurado Consejo Real. La nobleza feudal
fue desplazada de la privilegiada posición que había
ocupado.
El reinado de Fernando e
Isabel terminó con la
rivalidad entre Castilla y
Aragón y trajo la paz a la
península, no se unificó a
España. Las dos coronas
siguen siendo
independientes, a pesar de
estar reunidas en la persona
de sus respectivos
soberanos.