MANUAL PARA LA ELABORACIÓN DE
UNA PSICODINAMIA Capitulo 2 (IV). Por:
Estefanía Astudillo
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MANUAL PARA LA ELABORACIÓN DE
UNA PSICODINAMIA Capitulo 2 (IV). Por:
Estefanía Astudillo
Las ocho edades del hombre de Erikson.
En su libro “infancia y sociedad”, Erikson (1973) las divide en:
1. Confianza básica
La cantidad de confianza no dependen de cantidades abso-lutas de alimento o demostra-ciones de amor,
sino mas bien de la cualidad de la relación. El bebé introyecta lo bueno, y proyecta las sensaciones
ne-gativas. El primer logro social del niño es permitir que la madre se aleje de su lado sin experi-mentar
indebida ansiedad o rabia. Hasta desarrollar el sentido de que si puede confiar en el mundo.
Desconfianza básica
El fracaso de la madre o del hijo en esta relación hará caer al niño al otro extremo. La ausencia de
confianza básica se observa en la esquizofrenia infantil y en la personalidad adulta en los estados
esqui-zoides y depresivos. El mundo se ve con descon-fianza, se experimenta peligro donde quiera que se
esté, por lo que deberá protegerse constantemente del mundo.
vs. (de 0 a 12 o 18
meses)
vs. (de 12 o 18 meses a 3
años)
2. Autonomía
La maduración muscular prepara el escenario para dos nuevas modalidades. Aferrar: puede convertirse en
un patrón de cuidado: tener y conservar. Soltar: puede ser un patrón de un afable “dejar pasar” y “dejar vivir”.
Se internalizan los limites, estos dan seguridad. Un sentimiento de autocontrol sin la pérdida de la
autoestimación da origen a un sentimiento perdurable de buena voluntad y orgullo.
Vergüenza y duda
La vergüenza se trata en esencia de rabia vuelta contra sí mismo. Aferrar: puede significar retener o
restringir en forma destructiva y cruel. Soltar: puede convertirse en una liberación hostil de fuerzas
destructivas. Si los limites no se internalizan da lugar a sociopatías y psicopatías. Un sentimiento de pérdida
del autocontrol y de un sobrecontrol foráneo da origen a una propensión perdurable a la duda y a la
vergüenza.
vs. (3 a 6 años)
3. Iniciativa
La sexualidad infantil y el tabú del incesto, el complejo de castración y el superyó, se unen aquí para
provocar esa crisisespecíficamente humana durante la cual el niño debe dejar atrás su apego exclusivo y
pregenital a los padres e iniciar el lento proceso de convertirse en un progenitor un portador de la tradición. El
niño desarrolla la iniciativa al intentar cosas nuevas y no se deja abatir por el fracaso.
Culpa
El peligro de esta etapa radica en un sentimiento de culpa con respecto a las metas planeadas y los actos
iniciados en el propio poder locomotor y mental. El máximo fracaso en este estadio, es salir de él sintiendo
que a toda iniciativa y a todo impulso de acercamiento a los demás, lo que sigue es la culpa. Se siente
culpable de algo que no es capaz de cometer.
vs. (de los 6 a la
pubertad)
4. Industria
El niño aprende a ser un pro-genitor rudimentario (tardara en serlo biológicamente). Debe comenzar por ser
un tra-bajador y un proveedor potencial. Aprende a obtener reconocimiento mediante la producción de cosas.
A través del juego y la exploración de sus habilidades desarrolla industria.
Inferioridad
El peligro del niño en esta etapa radica en un sentimiento de inadecuación e inferioridad. Se sentirá siempre
incapaz de lograr sus propósitos o inadecuado ante ellos considerándose conde-nado a la mediocridad.
vs. (adolescencia 12 a 18 años)
5. Identidad
En la pubertad y la adolescencia toda las mismidades y continuida-des en las que se confiaba se ponen en
duda (debido al cre-cimiento corporal). El adolescente tiene que desarrollar un sentido integral de su propia
identidad, distinta de los demás, pero coherente y personalmente acep-table.
Confusión de identidad
El peligro de esta etapa es la confusión de rol (la difusión de papeles) hay una marcada duda en cuanto a su
propia identidad sexual. Existen episodios delincuentes y abiertamente psicóticos. Esta difusión lo hace sentir
que no sabe quién es él y ni lo que quiere en la vida.
vs. (18 a los 30 años)
6. Intimidad
Es la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones con-cretas y de desarrollar la fuerza ética para
cumplir con tales compromisos, aun cuando éstos pueden exigir sacrificios significa-tivos. Son los empeños
del adulto por establecer contacto de intimidad con otros (un compromiso sexual, emocional o moral con
otras personas) o el aislamiento de las relaciones personales intimas.
Aislamiento
La contraparte de la intimidad es el distanciamiento: la disposición a aislarse y de ser ello necesario, a
destruir aquellas fuerzas y personas cuya esencia parece peligrosa para la propia, y cuyo “territorio” parece
rebasar los límites de las propias relaciones íntimas. Hay imposibilidad de empatizar con el otro sexo a pesar
de su hambre de intimidad no sabrá cómo acercarse a los demás.
vs. (30 a 50 años)
7. Generatividad
Es la posibilidad de responsa-bilizarse para dar origen y para guiar a la siguiente generación. Incluye la
posibilidad de engen-drar, de ser padre y madre real. Constituye una etapa esencia en el desarrollo
psicosexual y también en el psicosocial.
Estancamiento
Cuando tal enriquecimiento falta por completo, tiene lugar una regresión a una necesidad obsesiva de
pseudointimidad, a menudo con un sentimiento general de estan-camiento y empobrecimiento per-sonal. Los
individuos, entonces comienzan a tratarse a sí mismos como si fueran su propio y único hijo.
vs. (50 en adelante)
8. Integridad
Esta etapa es el fruto de las siete anteriores donde la integridad del yo se da en el individuo que ha cuidado
de cosas y personas se ha adaptado a los triunfos y las desilusiones inherentes al hecho de ser el generador
de otros seres humanos o el generador de productos e ideas. En esta consolidación final, la muerte pierde
carácter atormenta-dor.
Desesperación
La falta o perdida de esa integración yoica acumulada, surge la desesperación, el sentimiento de que el
tiempo es corto, demasiado corto, para intentar o iniciar otra vida. El malestar consigo mismo oculta la
desesperación, generalmente bajo la forma de mil pequeñas sensaciones de malestar.
Vázquez, L. (2001) Manual para la elaboración de una psicodinamia. Tesis de maestría, Universidad
autónoma del estado de Hidalgo. México.
La posición esquizoparanoide y depresiva de M. Klein.
Klein (1964) aborda el estudio de las relaciones objetales, distinguiendo dos periodos durante el primer año
de vida, que corresponden a las dos ansiedades básicas:
a) La posición esquizoparanoide que se extiende desde el momento del nacimiento hasta el cuarto mes.
Desde el principio de la vida, los impulsos agresivos se dirigen contra el objeto. Los impulsos oral-sádicos
propios de esta primera etapa se traducen en fantasías de ataque y destrucción dirigidas al pecho y cuerpo
maternos: morder, devorar y robar lo que hay dentro de la madre, mientras que los impulsos sádicos-anales
se corresponden con fantasías de entrar dentro de ella y dominarla desde dentro. Esto da lugar a temores de
ser atacado, destruido, vaciado y controlado de la misma forma, constituyendo estos temores, posteriormente
expresiones características de la paranoia y la esquizofrenia.
Las defensas contra esta ansiedad son la escisión, la proyección y la introyección para mantener lo más
alejado posible a los objetos buenos de los malos y así tenerlos bajo control.
b) La posición depresiva: a partir del tercer o cuarto mes de vida, el temor de que el self sea atacado y
destruido por un objeto persecutorio cede paso al temor de que el objeto bueno sea destruido por los ataques
que, en la fantasía, se le han dirigido. Esta posición es el conjunto de ansiedades, sentimientos de culpa y
mecanismos de defensa que se originan como consecuencia del dolor ante el daño y la pérdida del objeto
amado, lo mismo que los deseos de reparación con que el yo intenta hacer frente a esta situación de dolor y
de pérdida.
El reconocimiento de sus impulsos destructivos ante su objeto amado le causa culpa esta, a su vez la
depresión y un sentimiento de desesperación. Esta experiencia repetida le lleva a utilizar defensas de dos
tipos:
La reparación: que implica la posibilidad de elaborar el duelo, el dolor por la pérdida, y conduce a una
mayor integración del yo. Y la defensa maníaca: que surge cuando la culpa y la pérdida resultan
intolerables, la relación con el objeto se caracteriza por el control, el triunfo y el desprecio.