- A finales del siglo XIX se van consolidando las democracias en Europa.
La revolución industrial provoca un éxodo de la población rural hacia las ciudades. Las clases obreras se
concentran alrededor de las fábricas. Las ciudades tuvieron que afrontar problemas diversos:
Dificultades para cubrir las necesidades básicas de la población: alimentos, agua potable, luz,
servicios sanitarios...
Problemas de vivienda. Las casas se amontonan en los suburbios y carecen de condiciones higiénicas.
El siglo XX hereda varios problemas políticos del anterior:
Se consolida el socialismo que defiende a los obreros frente a la burguesía conservadora.
En Europa surgen tensiones nuevas: el triunfo del comunismo en Rusia y la Primera Guerra Mundial.
En España se sufren conflictos militares con Marruecos y con las colonias de América.
Situación cultural y artística
La ciencia y la técnica se desarrollan asombrosamente:
En 1900 se crea el Ministerio de Instrucción Pública, que da subvenciones oficiales a la enseñanza
primaria. Hasta el momento ésta se impartía en centros creados por el Ayuntamiento o instituciones
religiosas.
A finales del siglo XIX, Giner de los Ríos funda la Institución Libre de Enseñanza, que tuvo un gran
prestigio entre los intelectuales.
La Biología y la Medicina avanzan mucho gracias a la labor investigadora de Santiago Ramón y Cajal,
cuyos éxitos la valieron el Premio Nobel de Medicina en 1906.
En el campo de la técnica sobresale Narciso Monturiol con sus estudios sobre navegación submarina,
perfeccionados más tarde por Isaac Peral, que creó el submarino.
En arte aparecen continuos movimientos estéticos, conocidos con el nombre de -ismos (dadaísmo,
cubismo, surrealismo...), que tienen algunas características comunes:
Combaten todo aquello que se tomaba como verdad indudable en el terreno artístico.
Adoptan una actitud de rechazo ante el pasado y realizan enormes esfuerzos para buscar caminos
nuevos en el arte.
Los orígenes de este movimiento literario hay que buscarlos en los poetas hispanoamericanos, al
publicar el poeta nicaragüense Rubén Darío, en 1888, un libro de poesía titulado Azul. En este libro se
observa una notable influencia de la literatura francesa, sobre todo del Parnasianismo y el Simbolismo.
El Parnasianismo, con su afición por la mitología greco-latina, nórdica y oriental, y el gusto por lo
plástico, despierta el gusto de lo puramente estético y decorativo.
El Simbolismo pretende descubrir la realidad escondida de las cosas (los símbolos) y la
correspondencia que existe entre éstos y nuestras sensaciones (color, sonido, música...).
Podemos definir el Modernismo como un movimiento artístico que reacciona contra el Realismo
acusándolo de prosaico y ramplón que busca ante todo la belleza por sí misma, los exótico, los
exquisito y el Arte como única finalidad.
La renovación estética
El espíritu de protesta que caracteriza a los modernistas se traduce en un afán de buscar nuevas
formas estéticas.
Los modernistas no sienten preferencia por los temas burgueses y cotidianos de los realistas; sino
que prefieren los aristocráticos: palacios elegantes, jardines exóticos, princesas distinguidas. Todo
está rodeado de esplendor: fuentes y estanques sobre los que se reflejan elegantes cisnes y jardines
cargados de árboles y plantas.
Los modernistas vibran ante los sentimientos patrióticos y esperan que su país resurja con gloria.
Evocan el pasado histórico de su país, con sus leyendas medievales, sus héroes, reyes y personajes
famosos. Prefieren la intimidad del poeta, manifestando los sentimientos más profundos de
melancolía, tristeza y nostalgia.
La métrica y la lengua se renuevan notablemente para lograr la sensación de que todo es exquisito,
refinado y selecto.
El ritmo será una de las mayores innovaciones que los modernistas apliquen a sus versos. Gracias a
ello consiguen importantes efectos musicales y sonoros. Los acentos rítmicos logran reflejar sus
sentimientos