Los niños continúan trabajando en las bloqueras en los barrios periféricos de
Latacunga. Trasladan los bloques recién acabados, les dan forman con un
bailejo o manipulan la prensadora. "No puedo hablar. Hay muchos controles y
nos pueden despedir", así dice un menor mientras corre a un taller. Bajo el
intenso sol de verano los niños y adolescentes se protegen con desteñidas
gorras, camisetas de manga larga y pantalones jeans. Al detenerse un auto se
esconden con rapidez. Están tras las arrumadas cajas de cemento y tierra que
serán utilizadas en las construcciones de la Región
Ingresaron a varios almacenes, restaurantes e instituciones públicas
ofertando las pequeñas prendas, para niños de entre 8 y 12 años.
Mientras caminan a la explanada del mercado El Salto, un gorro azul
los protege del intenso sol.
El Salto, se reúnen los pequeños trabajadores que migraron con sus padres de comunidades próximas como
Pujilí, Zumbahua, Saquisilí, Sigchos y otras.
"Las madres persisten con enviar a sus hijos a comercializar legumbres o que trabajen en las bloqueras.
Los padres saben de los controles, por eso lo hacen a escondidas o en horas de la madrugada"