Su compromiso práctico, moral y ciudadano, impregna una trayectoria vital consagrada a la reforma social y
educativa. En esta tarea, Dewey mostró, como pocos, que es posible compatibilizar el trabajo teórico e
investigador con una praxis social lúcida y abierta.
Contexto histórico, filosófico y pedagógico de John Dewey y la educación progresista:La ductilidad y
permeabilidad de la organización social,Una estratificación social flexible,La relativización de los principios y
prácticas de la herencia histórica,La elección de una forma de vida democrática.
El término pragmatismo, derivado de la distinción kantiana entre práctico y pragmático. El
pragmatismo básicamente mantiene que el concepto de un objeto se identifica con sus efectos
prácticos concebibles. El pragmatismo se caracteriza por poseer una concepción dinámica de la
inteligencia y del conocimiento.
Entre los principales rasgos del pragmatismo se han señalado los que presentamos a
continuación: Antifundamentalismo, Falabilismo, Sensibilidad,Carácter social del Yo y necesidad de
alentar una comunidad crítica de investigadores.
Se suele distinguir entre un pragmatismo ético, según el cual el bien se identifica con lo útil, y un
pragmatismo epistemológico, que concibe la verdad como equivalente al éxito de las teorías en su
aplicación.Hay que aclarar que la versión peculiar del pragmatismo defendida por Dewey se
denomina instrumentalismo.
La pedagogía de John Dewey
Fue un hombre de acción, que aspiraba a la unificación de pensamiento y acción, de teoría y
práctica, Además de su dedicación en pro de la reforma educativa, defendió la igualdad de la
mujer, incluyendo el derecho al voto.
Las propuestas teóricas: democracia, progreso y educación
Considera que los conceptos en los que se formulan las creencias son construcciones humanas
meramente provisionales, pues tienen una función instrumental y están relacionados con la acción y la
adaptación al medio. critica el enfoque clásico sobre el conocimiento y lo contrapone a su perspectiva
experimental y científica.
Lo más importante de todo su sistema filosófico, es el de experiencia. La epistemología clásica mantiene un punto de vista ortodoxo de la experiencia; a él
opone Dewey su visión dinámica. La experiencia, en efecto, es para un asunto referido al intercambio de un ser vivo con su medio ambiente físico y social,
y no meramente un asunto de conocimiento.
Dewey rechaza un conjunto de doctrinas pedagógicas de variado signo: La educación como preparación,
La educación como desenvolvimiento, La educación como formación.
La experiencia y el pensamiento son, en cierto modo, la misma cosa. La experiencia implica un cierto
grado de reflexividad y supone cinco estadios: Perplejidad, Anticipación por conjetura, Revisión
cuidadosa, Elaboración consiguiente de la hipótesis, Plan de acción.
Lo que constituye el pensamiento reflexivo es el examen activo, persistente y cuidadoso de toda creencia
o supuesta forma de conocimiento a la luz de los fundamentos que la sostienen y las conclusiones a las
que tiende.
Aportaciones metodológicas
Pretendía formular sobre bases enteramente nuevas una propuesta pedagógica en oposición a la
escuela antigua y tradicional, y todo ello de acuerdo con el avance del conocimiento psicopedagógico de
su tiempo.
Cuando Dewey habla del método, de la materia de estudio y del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo
hace en un nivel discursivo muy amplio e incluso abstracto, lo cual llega a veces a decepcionar a los
educadores que se acercan a su obra, por ejemplo a Democracia y educación, buscando sugerencias
directas susceptibles de ser llevadas al terreno práctico. En realidad, Dewey piensa que no existen
métodos cerrados y envasados de una manera completa para ser transferidos a la praxis escolar.
No hay regla rígida con lo que se pueda decidir si un significado sugerido es el correcto, el que conviene
adoptar. La única guía es el propio buen (o mal) juicio del individuo... el pensador tiene que decidir, que
elegir; y siempre existe un riesgo, de modo que el pensador prudente selecciona con gran cautela, esto
es, dependiendo de la confirmación o la negación de acuerdo con los acontecimientos posteriores.
la propuesta metodológica de Dewey consta de cinco fases:Consideración de alguna experiencia actual y
real del niño,Identificación de algún problema o dificultad suscitados a partir de esa
experiencia,Inspección de los datos disponibles,Formulación de la hipótesis de solución, . Comprobación
de la hipótesis por la acción.
Esta propuesta metodológica, nucleada en torno al desarrollo de un pensamiento reflexivo complejo, ha
influido en algunas de las experiencias renovadoras más interesantes de las últimas décadas.
El movimiento de la educación progresista
Dewey forma parte de una tradición pedagógica renovadora que pretendió una modernización de las
instituciones educativas norteamericanas. La educación progresista fue defendida a partir de 1890,Es
habitual distinguir tres fases en el movimiento progresista americano: la primera abarca desde finales
del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial; la segunda transcurre desde el fin de la guerra hasta la
Depresión de 1929; y la tercera se desarrolla entre 1929 y la Segunda Guerra Mundial.
Tras la guerra, en 1919, se fundó la Progressive Education Association, en cuya creación no participó
Dewey,La carta fundacional recogía siete puntos:La libertad para favorecer el desarrollo natural del
niño,El interés considerado como el motor del trabajo escolar,El maestro como guía,El estudio científico
de la evolución psicobiológica del niño,La cooperación entre la escuela y el hogar,La escuela progresiva
entendida como líder de los movimientos de educación.
Valoración e interpretación del legado pedagógico de J. Dewey y de la educación progresista
El pragmatismo, dice Horkheimer, mantiene que una idea, concepto o teoría no son más que un
esquema o un plan para la acción y que, en consecuencia, la verdad no es sino el éxito de la idea.
El enfoque adoptado por Gintis y Bowles consiste en analizar las contradicciones de la reforma
liberal de la educación y ejemplifica la crítica sociológica que señala las insuficiencias del activismo
escolar contemporáneo.
Gintis y Bowles recuerdan que Dewey asigna tres funciones a la educación: El desarrollo personal, El
favorecimiento de la igualdad de oportunidades, La integración ocupacional y laboral en el entramado
económico.
Lo educación parece bastante capaz de preparar a la gente para la vida económica— llenando su función
de reproducción ampliada— sin producir la cabal «persona» deweyana. Además, la educación no ha
reducido de manera significativa la estratificación de clases ni la desigualdad de ingresos ni tampoco ha
aumentado la movilidad social
El fracaso de la reforma educativa de orientación progresiva proviene: de la naturaleza contradictoria de
los objetivos de la reproducción ampliada, la igualdad de oportunidades y el autodesarrollo, en una
sociedad cuya vida económica está gobernada por las instituciones del capitalismo organizado.
La clave para situar los intentos de los hombres por dotar de sentido su existencia y fundamentar la
vida individual y social tiene que ver con un tipo de vida asociada que llamamos democracia. Como dice
Carr: Para Dewey, por tanto, la democracia... es lo que llega a ser una sociedad cuando cesa de
entenderse a sí misma en términos de fundamentos filosóficos y crea las condiciones en que sus
miembros determinan por sí mismos el futuro de su sociedad.
Para Dewey, como para el postmodernismo, nada hay externo a la experiencia, no hay «esencia» de la
naturaleza humana. En cambio, hay seres humanos que configuran y son configurados por su historia,
mientras hacen su camino al andar a través de un mundo incierto, atravesado por contingencias, mundo
siempre incompleto y siempre haciéndose.
Un texto postmoderno que habla de la visión emancipadora de la educación de la ilustración de una
forma que prevé la aparición de muchas ideas postmodernas: la formación abierta del sujeto humano; la
contingencia de las normas y valores democráticos; la futilidad de las ideas utópicas acerca de un Yo
predeterminado y prefabricado; lo convicción de que no hay corpus de conocimiento «objetivo» que
trascienda el contexto histórico que le da sentido y significación.