Jesús en su predicación no hizo otra cosa que dar razón de su vida. Sólo decía lo que antes había vivido.
Todo hombre se siente llamado, cada día, a crecer en humanidad, a ir un poco más allá de sí mismo, a trascenderse.
Había comprendido que este era el proyecto de Dios, el Reino de Dios. Por ello, Jesús quiso que su vida fuera una respuesta personal a Dios Padre.
Por el contrario, el hombre, a lo largo de la historia, ha vivido con frecuencia dejándose dominar par las cosas, aborreciendo al hermano, odiando, siendo egoísta.