El ojo recibe la luz del entorno.
La luz atraviesa los medios
transparentes y la lente del ojo
y forma una imagen invertida
sobre la retina. En la retina,
células especializadas
transforman la imagen en
impulsos nerviosos. Éstos llegan
a través del nervio óptico hasta
la región posterior del cerebro. El
cerebro interpreta las señales
mediante un complejo
mecanismo en el que intervienen
millones de neuronas.
La
nariz.
En el interior de la nariz, podemos
encontrar 3 cornetes nasales en el
interior de cada fosa nasal. Los
cornetes están rodeados por una
membrana llamada pituitaria, que se
encarga de calentar el aire antes de
que llegue a nuestros pulmones, a la
vez que humedece y protege las
paredes nasales con moco. La pituitaria
contiene cilios, que a su vez contienen
receptores olfativos. Estos receptores
recogen las sustancias químicas que
enviará al bulbo olfativo a través de las
fibras nerviosas, y estas al cerebro,
para la identificación de los diferentes
olores.
La Lengua.
Detectar esos sabores es la función de las papilas gustativas en la
boca. El sentido del gusto depende de la estimulación de los llamados
"botones gustativos". La lengua presenta unas estructuras, denominadas
papilas, que le confieren su aspecto rugoso. En ellas se encuentran los
botones gustativos, donde se asientan los quimiorreceptores juntos con
las células epiteliales que les sirven de sostén.
La Piel.
En la piel se encuentran diferentes clases de receptores
nerviosos que se encargan de transformar los diferentes tipos
de estímulos del exterior en información susceptible para ser
interpretada por el cerebro. La piel se divide en tres capas:
epidermis, que es la capa superficial, la dermis y la hipodermis
que es la capa más profunda. La epidermis está constituida por
tejido epitelial y en su estrato basal o germinativo encontramos
la denominada melanina, que es el pigmento que da color a la
piel, y la dermis por tejido conjuntivo.
Los
oidos.
La función de la audición es transformar ondas sonoras en impulsos
nerviosos perceptibles para el cerebro, el cual los transforma a lo que
entendemos por sonido. Para poder hacerse una idea de qué es una
pérdida auditiva, es necesario conocer la función de la audición y del oído.
Los sonidos que se transportan por el aire podrían describirse como
variaciones en la presión o como oscilaciones en las moléculas del aire.
Estas variaciones en la presión forman ondas sonoras que pueden ser
percibidas por el oído humano. El oído es la parte principal del sentido de
la audición. El oído recoge las ondas sonoras y las transforma en impulsos
nerviosos que pueden ser interpretados por el cerebro.