Esta es una teoría que entraña, indudablemente, muchos peligros, pues jamás pone en entredicho la veracidad de la información que suministran los medios y, por el contrario, legitima la capacidad de éstos de moldear conductas y de estimular a las masas para que éstas respondan, entendiendo a éstas (a las masas) como a un grupo sin criterio que puede ser manipulado por los medios, los cuales, a su vez, son instrumentos de los poderes públicos y privados.
En su obra, “Estructura y función de la comunicación de masas” Lasswell plantea que el proceso de la comunicación en la sociedad realiza tres funciones:
· Vigilancia del entorno, revelando amenazas y oportunidades que afecten a la posición de valor de la comunidad.
· Correlación de los componentes de la sociedad en cuando a dar una respuesta al entorno (cohesión de los sujetos)
· Transmisión del legado, de la herencia social.
Al calibrar la eficacia de la comunicación en cualquier contexto dado, es necesario tener en cuenta los valores en juego, así como la identidad del grupo cuya posición se está examinando. En las sociedades democráticas, las opciones racionales dependen del conocimiento, el cual, a su vez, depende de la comunicación y, muy en especial, de la equivalencia de observación entre dirigentes, expertos y profanos.