El juego, por su complejidad, es sumamente difícil de definir. Paredes Ortiz (2003) señala tres dificultades:
El juego es un fenómeno no solamente universal de los seres humanos, sino compartido por los animales, sobre todo al inicio del ciclo vital (Blanchard y Cheska, 1986)
El juego es complejo y plural, se realiza en una variedad enorme de situaciones humanas: aprendizaje, educación tradición, fantasía, fiesta, progreso, adaptación, evasión, entrega, amor, diversión (Sutton Smith, 1980).
El juego es cultura más que un componente de la cultura. Es autosuficiente y dispone de su propia significación, permitiendo exteriorizar ciertas facetas de la cultura, como rituales, derecho, salud, política (Huizinga, 1972).
El juego es una conducta que forma parte del comportamiento humano. El juego nace, viaja, acompaña y termina con el ser humano, sus pensamientos, emociones, acciones, sensaciones y percepciones.