EDUCACIÓN DE ADULTO

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Esteban Zimmer
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Considerar las diversas experiencias en educación de jóvenes y adultos y las concepciones que fueron predominando a lo largo de la historia permite contar con elementos para ir deconstruyendo los múltiples factores que incidieron en la forma en que se fue insertando esta modalidad en el sistema educativo y las vicisitudes que impulsaron y/o dificultaron el desarrollo de una identidad. No es el objetivo de este documento realizar una exhaustiva revisión histórica y política de la modalidad en la Argentina, sólo mencionaremos a modo de ejemplo algunos hitos significativos tales como las primeras escuelas nocturnas para adultos de fines del siglo XIX, que surgen no sólo para paliar el analfabetismo sino también para brindar educación al creciente número de inmigrantes, y la ley N° 1420 del año 1884 como el primer instrumento legal donde se hace presente la educación de adultos pero sin llegar a reconocer su especificidad. Desde sus orígenes como un sistema compensatorio para quienes no habían logrado completar sus estudios, la educación de jóvenes y adultos fue equiparada con la educación primaria. La configuración “primarizada” de la modalidad se consolidó en aspectos tales como el uso de aulas destinadas a niños, los contenidos y los rígidos mecanismos de control del nivel primario, lo cual persiste aún en estos tiempos. La ley Federal de Educación N° 24.195 sancionada en el año 1993 incluyó a la Educación de Jóvenes y Adultos (EDJA) como un “Régimen Especial” que tenía por finalidad atender las necesidades no satisfechas por la educación básica del sistema mediante la implementación de propuestas diferenciadas en función de las particularidades del sujeto o del medio, o mediante ofertas educativas de menor duración y con preparación ocupacional específica para quienes hubieran terminado la Educación General básica y obligatoria. Los objetivos de la EDJA, tal como subraya la ley mencionada en su Artículo 30, consistieron en “el desarrollo integral y la cualificación laboral de todas aquellas personas que no cumplieron con la educación general básica, o de aquellas que desean adquirir o mejorar su preparación continuando sus estudios en los siguientes niveles del sistema; promover la organización de sistemas y programas de formación y reconversión laboral, que serán alternativos o complementarios a los de la educación formal (…)”. El Documento Serie A Nº 21 (1999) es el único marco legal que enumera principios y criterios básicos de la educación de jóvenes y adultos, entre los cuales se destacan el derecho de todas las personas a una educación de calidad acorde con las transformaciones del mundo contemporáneo y el aprendizaje durante toda la vida y hace referencia a los sujetos de la EDJA como “aquellas personas que desean seguir estudiando para obtener nuevas certificaciones, formación o reconversión laboral”. También define los criterios curriculares dentro de un marco de apertura y flexibilidad para que cada persona elija el trayecto más conveniente, con posibilidades de ingreso y egreso de acuerdo a las necesidades personales. Un aspecto a destacar es que reconoce la existencia de una multiplicidad de ámbitos de aprendizaje pero, en general, los vincula con la necesidad de empleo, ocupación o trabajo. La ley de Educación Nacional Nº 26.206, en su Art. 17 menciona la Educación Permanente de Jóvenes y Adultos y la coloca en la categoría de modalidad. Su finalidad es garantizar la alfabetización y el cumplimiento de la obligatoriedad escolar, así como la vinculación con el mundo del trabajo. En este sentido, deja a un lado su consideración como régimen especial y como preparación instrumental para la inserción laboral. Se hace de esta manera un reconocimiento a la diversidad, a la articulación con el mundo del trabajo a partir de la formación para la vida democrática; reconoce los saberes previos y propone su legitimación dentro del sistema formal. Es dentro del marco de esta ley que se enmarca esta propuesta, superando ciertas limitaciones que significaron para esta modalidad los encuadres normativos preexistentes en relación con el desarrollo de políticas educativas que contemplaran la compleja realidad de la población joven y adulta. Un encuadre legal que aspira a superar las propuestas educativas para jóvenes y adultos centradas en la alfabetización y la terminalidad de la escolaridad obligatoria, y que se proyecta hacia una mayor vinculación con la realidad y las necesidades cotidianas de la población a quien está destinada, tales como el trabajo, la producción, la organización comunitaria, la salud, el medio ambiente y el desarrollo cultural. PROBLEMAS ACTUALES DE LA EPJA A continuación se mencionarán algunos de los problemas de la EPJA que han persistido a través del tiempo. Esta lista no pretende agotar la totalidad de problemáticas que afronta la modalidad, pero sí aquellos que son comunes y que merecen ser considerados en cualquier tipo de propuesta formativa para docentes. Ø Debilidad o ausencia de políticas educativas para atender la compleja realidad de la población joven y adulta. la educación de adultos fue considerada más como una herramienta de lucha contra la pobreza que por sus logros educativos. Esta escasa prioridad en las políticas se vio reflejada en los presupuestos educativos destinados a la modalidad. Esta marginalidad en términos políticos de la EPJA impidió no sólo la posibilidad de dar respuesta a las necesidades de la población potencial sino que obstaculizó su abordaje de manera integrada a las políticas educativas generales. Ø En general fueron escasas las normas específicas para esta modalidad. los marcos normativos presentan falencias, tanto para la dimensión pedagógica como para la institucional, así también para adaptarse a situaciones diversas propias de las características de la población de jóvenes y adultos. Ø A la educación de adultos se le asigna un carácter remedial y compensatorio del propio sistema educativo. la población potencial de la EPJA ha aumentado proporcionalmente a la exclusión educativa de niños y jóvenes en edad escolar. Al término “adulto” se lo relaciona en general con la edad de los sujetos. Sin embargo, la mayor parte de los jóvenes y adultos a quienes se destina la educación de esta modalidad proviene de sectores marginados, muchos excluidos de los sistemas sociales y productivos, con frágiles vínculos relacionales que los convierten en población vulnerable. Ø La educación de jóvenes y adultos está en general limitada a la alfabetización y a la terminalidad de la escolaridad obligatoria, sin articularse con la realidad y necesidad cotidiana de la población adulta y joven, tales como el trabajo, la producción, la organización comunitaria, la salud, el medio ambiente, el desarrollo cultural. Esta situación comprende tanto a los programas oficiales como a los que implementan organizaciones de la sociedad civil. Ø Las propuestas de vinculación con el mundo del trabajo se basan en la adquisición de destrezas/habilidades para la inserción laboral. Este sesgo formativo, que contó con un marco legal en la década de los 90’, ha impactado fuertemente en los sistemas educativos con predominio de estas prácticas en la actualidad. Ø Las propuestas educativas para la población de jóvenes y adultos deberían presentar diferentes formas de implementación según las instituciones, los momentos históricos y socio-políticos, el contexto local-regional, el sentido que se le otorga, y los marcos políticos generales. Ø Las estrategias que se diseñan para responder a requerimientos de determinados grupos no se articulan con la educación formal, lo que vuelve a impactar sobre los ya castigados sectores sociales. PRIORIDADES DE LA EPJA Las prioridades de la EPJA presentes en diversas conferencias y debates en ámbitos educativos,académicos y políticos tanto nacionales como internacionales, han sido: Ø alfabetización como acceso a la cultura escrita, a la información y a la educación permanente a lo largo de la vida; Ø educación en la perspectiva del trabajo; Ø educación tendiente al desarrollo de la conciencia crítica y el pensamiento autónomo de los jóvenes y adultos; Ø educación para la ciudadanía, el respeto a los derechos humanos y la participación activa de los jóvenes y los adultos; Ø educación de campesinos, pueblos originarios y migrantes; Ø educación en contextos de encierro; Ø educación para un desarrollo local sostenible, articulada con las necesidades y recursos de su comunidad. Es prioritario conceptualizar la noción de “trabajo” como base para poder analizar su vinculación con la educación. El trabajo es parte del desarrollo productivo y científico-tecnológico, pero también de la trama socio-cultural y política de toda sociedad. Es a partir de esta consideración que planteamos que la finalidad de la educación es la formación del ciudadano y del trabajador, sin escindir ambos aspectos. Asimismo, es de fundamental importancia la superación de visiones tradicionales y relacionar la educación básica con la educación ciudadana; es decir, una educación en y para la ciudadanía. Una educación que permita conocer y manejar la información para el ejercicio consciente de derechos y obligaciones. A partir de los años 60’, las propuestas de la Educación Popular tienen marcada incidencia en la educación de personas jóvenes y adultas. La Educación Popular es considerada un movimiento que trasciende a la educación de jóvenes y adultos, con un fuerte perfil político pedagógico. También puede ser considerada, como una expresión de la pedagogía crítica en general. La educación popular sostiene que toda acción pedagógica es a su vez política. Se relaciona con el ideal democrático y se funda en la convicción de ser una herramienta para la transformación de la sociedad, la formación del sentido crítico y la toma de conciencia en torno a problemas sociales. Desde esta perspectiva, cuyo máximo referente es Paulo Freire, todo sujeto comprometido con el pueblo podía convertirse en educador popular y, por lo tanto, todas las organizaciones populares eran escenarios formativos para el pueblo. Por la misma época, la UNESCo se refería a la Educación Permanente como una corriente de educación de personas adultas. Es un concepto más amplio que el de educación popular, pues refiere a la educación de las personas a lo largo de toda su vida. Incluso, para algunos autores, la educación de personas adultas es un subsistema dentro de la educación permanente. Se trata de una propuesta educativa que tiene en cuenta los cambios sociales y los requerimientos e intereses de mujeres y hombres y, también, la adaptación permanente a los cambios tecnológicos y científicos que impactan en el mundo laboral. Este acercamiento a la actualización permanente también está presente en la formación docente que es concebida como una formación a lo largo de toda la vida, no bastando la formación inicial y capacitaciones aisladas, ya que la formación durante el ejercicio profesional constituye una exigencia inseparable de la condición docente. Hacia fines de los años 80’, surge la denominación de Educación Continua para referirse a la formación docente, basada en la posibilidad de acceder en el momento adecuado a los conocimientos, habilidades y actitudes que demanda un mundo productivo y laboral dinámico. Si bien la continuidad se refiere a un proceso educativo a lo largo de la vida, la propuesta de educación continua intenta diferenciarse de la educación permanente a partir de asociarla fuertemente a procesos pedagógicos y desvincularse de la educación popular. Dentro de los marcos conceptuales de la educación continua se encuentran referencias a procesos de aprendizaje en el marco de procesos psicológicos, a la necesidad de acreditación y certificación de conocimientos y saberes previos de las personas. Supone mayores niveles de regulación y formalización. La perspectiva de la Educación Integral orienta a la preparación de las personas tanto en el aspecto socio-cultural como para el mundo del trabajo. Respecto a la educación de adultos, considera que cuatro acciones corresponden ser abordadas dentro del concepto de educación integral: alfabetización, formación cultural, formación para la participación social y formación para el trabajo. Es también en el debate respecto a la relación entre educación y trabajo donde la educación de personas adultas encuentra su mayor desafío y tensión. La formación de trabajadores potenciales sólo puede concretarse a partir de una formación que permita la participación autónoma, solidaria y responsable en las distintas esferas de la vida social, política y económica. La vinculación con el mundo del trabajo es tanto a partir de una formación específica relacionada con actividades de carácter productivo, como de la capacidad de interpretar las diferentes realidades, reflexionar sobre contextos socio-económicos, participar en organizaciones sindicales o empresariales, etcétera. Asimismo, se han definido como sub-áreas dentro de Educación y trabajo, a la formación profesional, la formación ocupacional y la capacitación laboral, vinculadas a la adquisición de habilidades y destrezas específicas de un campo laboral. El concepto más reciente es el de Educación de Personas Jóvenes y Adultas, que concibe a la educación de adultos como derecho humano, como práctica orientada a la construcción de ciudadanía y una vía para construir un mundo más equitativo y justo. En la Declaración de Hamburgo se afirma que “sólo un desarrollo centrado en el ser humano y una sociedad de participación basada en el pleno respeto de los derechos humanos puede conducir a un desarrollo sostenible y equitativo. Para que la humanidad pueda sobrevivir y hacer frente a los desafíos del futuro es imprescindible la participación consciente y efectiva de mujeres y hombres en todas las esferas de la vida”. La utilización de la palabra “persona” en la denominación promueve un lenguaje inclusivo “en factores tales como la edad, la igualdad entre hombres y mujeres, las discapacidades, el idioma, la cultura y las disparidades económicas”. Cabe agregar que si se considera la perspectiva de género aparecen cuestiones donde el derecho a la educación no ha sido garantizado y se expresan fuentes de desigualdad. La inequidad de género en los contenidos y prácticas educativas se visualiza en la educación dirigida a sectores sociales y culturales destinatarios de la EPJA. Para ello es necesario profundizar en el estudio de esta problemática y desarrollar estrategias reales y puntuales para abordar las diferencias de género.

La historia de la educación de adultos

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