La función principal de los procesos explicados hasta ahora es suministrar el hidrógeno de la molécula de
glucosa en formas oxidables. La oxidación del hidrógeno sucede a través de una serie de reacciones que
desdoblan cada átomo de H en un protón y un electrón (H2 ® H+ + e-). Los electrones se combinarán con el
oxígeno disuelto con las moléculas de agua y generar iones hidroxilo y, después, éstos junto con el hidrógeno
se combinan para formar agua.
Durante esta secuencia se liberan enormes cantidades de energía para formar ATP. Esta síntesis de ATP
recibe el nombre de fosforilación oxidativa y se produce enteramente en las mitocondrias, en la llamada
cadena transportadora de electrones (CTE), que esencialmente constituye la respiración interna y tiene lugar
en la membrana interna mitocondrial, mediante un proceso muy especializado llamado mecanismo
quimiosmótico.
El primer paso de la fosforilación oxidativa es ionizar los átomos de hidrógeno extraídos hasta ese
momento de los sustratos alimentarios.
Se libera el otro átomo de H unido al NAD y éste último se reutiliza una y otra vez para captar H.
Los electrones extraídos de los átomos de H para su ionización entran inmediatamente en la CTE. La CTE
está formada por 4 complejos proteicos con moléculas transportadoras y sus enzimas correspondientes
(Complejo I, NADH deshidrogenasa; Complejo II, Succinato-CoQ reductasa; Complejo III, citocromo C reductasa;
Complejo IV, citocromo oxidasa), 1 componente no proteico (ubiquinona –Q-) que está embebido en la
membrana, y una pequeña proteína llamada citocromo C, en el espacio intermembrana pero adosada a la
membrana interna.