Fue un movimiento continental. A mitad de la década los baladistas eran los
espectáculos públicos más apetecidos. Los festivales de la canción como Viña del
Mar y el OTI se vivían como un Miss Universo o un Mundial de fútbol.
En los ochenta y noventa, la balada sigue su marcha aunque condicionada por el mercado. El
sonido de las orquestas fue reemplazado, desde los ochenta, por bandas con sintetizadores y
guitarras eléctricas. La canción hispana tuvo respuesta a los fenómenos de Madonna y Michael
Jackson.
El sonido más cercano al pop que al bolero se consolidó en los noventa. Es para destacar que grupos
juveniles como Timbiriche y Magneto tuvieron baladas en sus repertorios, al igual que bandas de rock
como Maná y Enanitos Verdes.