TEMA 2

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Relaciones interculturales
Len Sanz
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TEMA 22.3. REVISIONES CRÍTICAS (Pág. 179 - 187) 2.3.1. De­-construyendo: identidad e identificación, individuo e individualismo. En Occidente, la identidad como problema especulativo es algo moderno. Como dice Lévi-Strauss, toda utilización de la noción de identidad comienza por una crítica de la misma. Foucault también cuestionó la identidad como certeza, subrayando que el individuo no es el centro del poder, sino uno de sus efectos, resituando la aparición del sujeto moderno occidental en su contexto histórico y político. Posmodernismo y Poshumanismo. En el ámbito euroamericano, identidad se ha construido en torno a una ideología del individualismo, del individuo. Identidad se interpreta como parcelación reconocible, átomo autosuficiente y delimitado, unicidad invariante en lo esencial. LA FONTAINE ERIK ERIKSON: El origen de esta concepción de identidad/identificación individualista de nuestras teorías sociales; habló de un sentido de unidad y permanencia en el tiempo por encima de los acontecimientos biográficos, ubicada en el centro del individuo como depositario delimitado y finito de fenómenos píquicos y mentales.Este paradigma de esencia centralizada constitutiva del individuo está presente ne todos los ámbitos. El contagio identitario al campo de los estudios étnicos vendría de la mano de GORDON ALLPORT, la teoría de los roles y de los grupos de referencia. Estas corrientes facilitaron el traspaso del concepto desde una noción psicosocial a una noción para describir lo grupal y colectivo.En el campo de lo político, aparece la concepción del ciudadano como unicidad, sujeto de derechos y deberes pactados con el Estado. En el ámbito de la teoría microeconómica tenemos la noción de un actor orientado hacia la racionalidad instrumental así como la de un individualismo posesivo que le permite vender su fuerza de trabajo más allá de otras lealtades. En el ámbito jurídico hablamos de una responsabilidad penal individual, en la medida en que éste es un actor con motivación e intención. El interaccionismo simbólico (MEAD) ya puso de relieve la característica fragmentaria y continuamente construida y negociada de la identidad a través del otro generalizado, con cuya interacción y las imágenes que hacen de nosotros contribuyen a nuestra propia autoconstrucción identitaria. El psicoanálisis también ha cuestionado la unicidad que mas bien refiere a varias dimensiones de la experiencia, la interiorización y la autorepresentación y la memoria, y, sobre todo, de un proceso psicodinámico. Todas las sociedades humanas producen algún tipo de fórmula de captación/producción de la diversidad/diferencia mediante un logos de lo discreto como imposición de un sentido por encima del conjunto fragmentario de discontinuidades. Sin embargo estas articulaciones, sus bordes y horizontes, su extensión y solapamientos, sus significados, varían cross cultural e históricamente. Ya en la India del 500 a.C. aparecen reflexiones sobre la identidad, pero han sido edificadas en torno al individualismo. Una de las diferencias entre sistemas representativos y prácticos tradicionales y los de la Modernidad individualista es que los primeros construyen una subjetividad cuya localización reside, en la intersección y expresión de totalidades relacionales.Los estudios etnográficos han mostrado diferentes organizaciones y prácticas culturales en torno a este tipo de sentido de continuidad, con rupturas y recategorizaciones diversas. READ, cuenta de los Gahuku-Gama: construyen sus identidades en función de la posición dependiente que ocupan en un sistema de relaciones interpersonales e intergrupales, mucho más cerca de la idea de cómo los antropólogos pensamos que operan estos temas. Las continuidades con los ancestros y los descendientes, por ejemplo marcan diversas formas de entenderse a sí mismo y a los demás en sus mutuas constituciones. HARRIS: subraya que lo específico del concepto de persona reside en la capacidad de agencia, de autoría de acciones-en-sociedad, en un orden moral. Para muchos aborígenes australianos el dominio principal de significado social y colectivo, también por ello personal, es el tiempo de los sueños, que es continuamente interpretado y reinterpretado por medio de relatos y el arte pictórico. Persona puede ser una interesante alternativa al concepto de individuo. Este concepto entiende al sujeto individual como socializado. Lo social es parte constitutiva del individuo y condición necesaria de su existencia. Desde una epistemología biosocial se entiende como ser humano como ser biopsicosociocultural, agente consciente intencional que incorpora organizativamente un proceso de vida en continuo desarrollo, en un contexto local y sociohistorico concreto. Esta concepción más compleja incororaria la multidimensionalidad de lo que es ser humano. Su flexibilidad permite abordar toda la variabilidad empírica e historica, reconociendo la universalidad de algún tipo de experiencia autoreferencial en todos los humanos, en algún momento y contexto.Una de las criticas más demoledoras ha sido la de Rogers Brubaker y Frederick Cooper titulado Beyond identity. Desde una reflexión antiesencialista y crítica, exponen la fascinación que las ciencias sociales y humanas ha profesado por este concepto. Uno de los problemas principales que detectan es que identidad habla de demasiadas cosas: Como modos no instrumentales de acción social y política, ubicación social a partir de atributos categoriales particularísticos (sexo, etnicidad-raza, orientación sexual) en contraste con aquellos más universalizables (por ej. clase social). Como identificación entre miembros de un mismo grupo o categoría. Como condición fundamental, básica, inherente y permanente del ser social. Como producto de la acción política y social, al modo en que lo entiende Melucci. Resumiendo, serían 3 los ámbitos principales que el concepto de identidad ha pretendido explicar: 1) identificación y categorización; 2) autocomprensión y ubicación social; 3) comunalidad, conectividad y grupalidad. Si según estos autores nos adherimos a una interpretación débil de identidad, preferida a un ser social construido/reconstruido continuamente a partir de una variedad de discursos frágil, fluctuante y fragmentado, menos todavía.La fortaleza anaítica de un concepto no reside en su vocación inclusiva, sino en su capacidad heurística de hacer inteligible procesos complejos y dinámicos como son los sociales. Optar por una definición débil, tal como entienden, es aportar por lo fluido y dinámico de lo social y sus categorizaciones, sin descartar estructuraciones y critalizaciones varias como equilibrios puntuados. Los resultados de los procesos sociales identitarios, pueden resultar inciertos, habla del carácter dinámico, controvertido, complejo de los modos de emergencia y constitución de estos proceso. Hay formas difusas de objetivación de las categorías identitarias/alteritarias, que impregnan nuestras formas de pensar, hablar, actuar con el mundo, con nosotros mismos y los demás.Como bien han puesto en evidencia numerosos conflictos y procesos de exclusión social, no hay duda de que es absolutamente imprescindible de-construir el lenguaje y la práctica política basada en concepciones monolíticas e interesadas, sociocultural, histórica y políticamente creadas de los fenómenos identitarios. La guerra de los Balcanes, las políticas migratorias europeas, la colonización europea en África, Asia, América, la construcción del Estado-nación, etc. son ejemplos de complejos procesos sociales en los que se han administrado los fenómenos identitarios grupales desde particulares y concretas formas de pensamiento, acción e interés. Parece también importante incorporar en el lenguaje de lo social no sólo las identidades, sino las afiliaciones y las afinidades, como formas concretas de relacionalidad y vinculación. Desde una lógica difusa, identidad puede relacionarse con todos estos ámbitos de significado de forma variable y compleja, como la confluencia de todas estas dimensiones que no se agotan en la misma, pueden comportarse también autonomamente como sistemas propios. No se trata de decidirse por una concepción infinitamente elástica, aplicable a todo y por tanto, a nada en concreto. Sólo el análisis teórico e interpretativo de cada caso empírico, así como sus posibilidades de comparación cross cultural, nos darán la medida en que emerge los procesos identitarios en su producción, expresión, objetivación/subjetivación, reconocimiento, legitimidad, autoreferencialidad y heteroreferencialidad en sus relaciones sistema/entorno, atracción, recursividades y reconstitución. Las posibles bondades analíticas de un concepto reconstituido de identidad dependerán más de nuestra teoría de lo social. 2.3.2. Re­construyendo: identidad/alteridad como categorías politéticas de la práctica y de la representación. Partiendo que todos somos otros y que muchos de esos otros son partes de uno y de muchos más, todo grupo humano realiza algún tipo de trabajo cultural a la hora de distinguir entre modos de existencia diversos.El reconocimiento de algún tipo de diferencia entre la experiencia subjetiva y los demás, quiénes y cómo quiera que éstos se definan en distintos modos de articulación y objetivación espacio-temporal y relacional, parece un fenómeno cross cultural con todas las variaciones etnográficas e históricas. Identidad remite a procesos de identificación con aquellos con los que se siente y cree que se asemeja y que puede considerar como sus iguales. Sin procesos de identificación no podemos hablar d identidades. Por lo mismo, sin procesos de des-identificación tampoco hay alterizaciones. Hablaremos de procesos de identificaron para reflejar principalmente el movimiento subjetivo (personal o colectivo) de afinidad y semejanza, de reconocimiento por parecido con algo o con alguien. Identidad será comprendida generalmente como el resultado de la objetivación de procesos de identificación, algo sustantivo y cosificado que puede ser materia de representación, discurso y práctica. Las ideas no preexisten a las prácticas, aunque a partir de cierto nivel de complejidad puedan dotarse de una cierta dinámica autónoma. Toda práctica está ideográficamente orientada: ideas, representaciones, categorías, clasificaciones, ordenaciones, normas, reglas, valores, son elementos intrínsecos a la práctica; del mismo modo, todos ellos se constituyen en el ejercicio práctico. En sus diversos grados y formas de conciencia, memoria y reflexividad, toda experiencia es teórico-práctica. Acción y representación son mutuamente constituyentes, en sus distintas relaciones dinámicas. Las creencias sobre el mundo determinan nuestra percepción y actividad en el mismo, auto validando nuestro modo de estar presente en dicho mundo. Entiendo identidad como una categoría de la clasificación y de la práctica, una construcción de representaciones, ordenaciones, interpretaciones e inter-acciones por las que nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás con el mundo. Desde el punto de vista de la persona, concebimos la identidad como una construcción biopsíquico sociocultural, con la que puede operar y a la que puede referirse en la dinámica de sus relaciones para ordenarlas, interpretarlas, cualificarlas, orientarlas, practicarlas, conscientemente o no, reflexivamente o no. Desde el punto de vista psicológico, el sujeto ha de poseer alguna imagen de sí mismo. En este proceso las personas se ubican en redes de relaciones, se posicionan junto con otras con las que construyen algún tipo de semejanza categorial. De esa forma las identidades se convierten, psicosubjetiva y /o colectivamente, en puntos de quietud y fijamiento relativo en un mundo en movimiento. Desde una Epistemología Evolutiva de la persona, la identidad es una categoría básica de la experiencia, porque toda experiencia es relacional y clasificatoria de algún modo. Para toda relación social es necesario ubicar al actor mínimamente ubicándose a la vez uno mismo dentro del paisaje social categorial-práctico de que se trate. Sin embargo, no hay identidades básicas. La identidad no es una categoría cero, que preexista a sus formas concretas de existencia como resultado interrelacional. Estas categorías no están en nuestras cabezas más que como resultado de la relación seleccionada socialmente de un entorno que posibilita la auto-organización continuada del proceso de desarrollo sistémico encarnado en el sujeto. No hay identidades básicas porque éstas no tienen la certeza de una verdad, ni la cualidad de un objeto sustantivo, es más bien la posibilidad de una ordenación de fragmentos (estamos hechos de muchos otros y formamos parte de esos muchos otros). Identidad nunca puede considerarse independientemente del ámbito relacional al que refiere. Su verdad depende de procesos de objetivación y naturalización social así como de sistemas de legitimación y reconocimiento social y, por ende, político. Procesos de socialización y de objetivación como obtención de emergencia de determinada operatoria experimental y neurológica. La identidad como categoría práctico-representaitva de la experiencia personal y colectiva, se encarna, se vive, objetiva, en múltiples formas y sólo a través de ellas existe. Su universalidad sólo puede darse como cualquier otro fenómeno social: en el aquí y ahora. Los universales están siempre especificados desde su particularidad conotópica situada, local e históricamente determinada.Identidad, como categoría de la experiencia y experiencia construye identidad, en cuanto que es un principio ordenador y semántico de relaciones sociales y de las posiciones más o menos movedizas de las personas y grupos en ellas. Por tanto, puede comprenderse como la experiencia misma que ordena en términos de relaciones basadas en la semejanza y la diferencia, la proximidad y la lejanía social. Por eso algunos hablan de la identidad como fenómeno, en su dimensiones empíricas objetivadas para el reconocimiento y su operatividad estratégica. Podemos pluralizar, y decir identidades, como incardinaciones significantes concretas y particulares, que son el fruto de procesos de hecho en su desarrollo dinámico. II.4. DINÁMICAS Y ESTRUCTURACIONES (Pág. 193 - 211) II.4.1. Naturalización y objetivación social. Objetivarse quiere decir dotarse de cierta estructuración, forma permanente temporalmente, de modo que sea reconocible y accesible para el pensamiento y /o práctica. Tal ocurre con los procesos identitarios/alterizantes. Las identidades/alteridades no son categorías naturales previas a la constitución de los sujetos. Existen en la medida en que se objetivan para un determinado colectivo. De hecho la objetividad se definiría como una subjetividad compartida. Podemos decir que nos inventamos entre todos (unos más que otros) las identidades, como herramienta para manejarnos entre nosotros mismos y ordenar y entender la realidad que generamos, de la cual formamos parte, otorgándole un carácter esencial que en realidad no posee. A menudo llegamos a pensar que las categorías identitarias tienen la misma cualidad ontológica que las categorías naturales. Es este modo de naturalización, como forma específica de objetivación, lo que da una gran fuerza cognitivo emocional y social a nuestras formas de categorización y práctica identitaria/alterizante. Algunos han denominado a este proceso como reificación. Durkheim lo llama cosificación (el hecho social que se nos impone por su facticidad); Karl Marx lo relacionó con su concepto de fetichización y alienación, en cuanto que esconde sus orígenes sociales. El proceso de naturalización hace que los procesos sociales y sus efectos se invisibilicen, dotándoles de una capacidad de anclaje sutil pero potente. Lo que hace un discurso y práctica críticos es precisamente lo contrario, sacarlos a la luz, hacerlas presentes para la conciencia, fue uno de los objetivos de los discursos y prácticas poscoloniales. La objetivación, como materialización estructurada y consolidada se realiza en un doble movimiento de externalización e in-corporación. 1. En su externalización, las objetivaciones se encarnan en objetos, artefactos, emblemas, rituales, instrumento, tecnologías, representaciones, discursos, narraciones, mitos, co smovisiones, esquemas mentales, sistemas de reglas y procedimientos, formas de administración, control y reproducción, etc. La religión es un sistema de símbolos que propicia motivaciones y estados de ánimo perdurables por medio de la formulación de un orden general de la existencia. Los procesos de objetivación y sus procesos de recursividad derivan en la aparición de sistemas de meta reglas, como reglas fundacionales q generan otras reglas. Los procesos de legitimación de estas objetivaciones consisten en ponerlas fuera de su posible impugnación y cuestionamiento, dotándolas de un aura de autoridad y verdad más allá de nuestro alcance. Esto sucede con las ontologías sociales como clasificaciones y prácticas sociales, y a los procesos de construcción identitaria/alteritaria. 2. La objetivación es también un proceso de in-corporación subjetiva, de configuración de experiencias, sensaciones, de redes neuronales, así como los afectos químicos, biológicos y psicosociales. Por medio de la adscripción cognitivo-emocional, las personas y los colectivos hacen suyos (consciente e inconscientemente) lejos de la reflexividad que permite la memoria de trabajo, determinados significados, compartiéndolos. No decimos que estas clausuras y objetivaciones incorporadas sean completas ni irreversibles. Estas reelaboraciones se producen en contextos llenos de confirmaciones, contradicciones y ambigüedades, por los que el sujeto transita durante toda su ontogenia y en su vida cotidiana. Distintos modos y niveles de descripción y redescripción coexisten, se entremezclan y se retroalimentan en los seres humanos. II.4.2. Poder, reconocimiento, negociación Las identificaciones/alterizaciones, como cualquier proceso social, están siempre situadas en un paisaje político, de poder, de dominio, legitimaciones, autoridades.... El poder es una cualidad de las relaciones sociales. Siguiendo a Max Weber, podemos pensar el poder político como la capacidad de conseguir que otros hagan nuestra voluntad. Se extiende a la capacidad de movilizar personas en sus motivaciones, intenciones, adhesiones, apoyos, lealtades, solidaridades, identificaciones, conformismos, odios, venganzas, etc. Autoridad se refiere al reconocimiento de dicho poder, tanto de forma voluntaria como forzada, de formas diferentes de legitimación. Hegemonía tiene que ver con la penetración del poder y sus efectos en todos los dominios de lo social, sin ser conscientes ni reflexivos por tan evidente y natural que parece. Discursos y prácticas sobre identificación/alterización están desigualmente repartidos en la sociedad. El grado de evidencia social, es variable porque no todos los actores individuales o colectivos tienen el mismo poder para imponer sus definiciones de la realidad y legitimarlas. No obstante, toda autoridad impuesta acaba erosionándose y resquebrajándose o reformulándose en otros términos de legitimación. Bien mediante sustitución generacional u operaciones de diversa índole. Su éxito social depende de un proceso de adhesión y validación continuas mediante procesos de objetivación social. Incluso las dictaduras necesitan promover y acumular algún tipo de legitimidad social, por medio de la adhesión. Por ello los medios de propaganda e ideologización de las masas son especialmente importantes en todo sistema político autocrático. No hay poder omnímodo que a la larga sobreviva a su propia erosión interna y externa. Las identidades/alteridades y sus procesos generativos son fruto de imposiciones pero también de negociaciones, tiras y aflojas, carreras por ocupar espacios de objetivación y soporte colectivo e individual subjetivo. II.4.3. Gramáticas de la autoidentificación y de la alterización Gerd Baumann utiliza el concepto de gramáticas en el sentido de lógicas ordenatorias para explicar diferentes dinámicas y estructuraciones de procesos identitario/alteritarios. Aunque aplicadas sobre todo a la interrelacionalidad grupal que podríamos definir como étnica, pueden ser aplicadas a cualquier proceso social de identificación/alterización. Son esquemas clasificatorios que operan de forma diversa y se definen cada una por el modo de estructurar el sí y el otro, entendidos ambos como procesos relacionales. Pretende aproximarse estructural y comparativamente a distintas modalidades de formación de identidades/alteridades en distintos contextos históricos y empíricos. Baumann propone 3 gramáticas relacionales o lógicas clasificatorias organizatorias: 1. La primera se denomina orientalización, en conexión con la obra de Eward Said – Orientalism- el si y el otro se constituyen como el negativo: todo lo que no somos, no tenemos, nos falta, etc. lo son, lo tienen ellos. El exoticismo que a la vez nos repele y nos atrae, sería un elemento de esta gramática (el salvaje, el primitivo, el negro, etc.). LasegundasebasaenelrégimendeoposicionessegmentariasdescritasporEvansPritchard en Los Nuer. Lo que soy en momento dado es una cuestión de contexto y definir el contexto es cuestión de saber el nivel clasificatorio correcto y contextualmente apropiado. Exige acuerdo sobre los criterios para definir cada nivel de segmentariedad así como aquél que incluirá a todos. Por ejemplo, sólo cuando los distintos segmentos de los Nuer consideraron el Imperio Británico como una amenaza común, confluyeron en una estrategia de oposición política conjunta. La tercera se traduciría por abarcamiento, inclusión, y está basada en la obra Homo Hierarchicus de Louis Doumont. Este principio relacional organizativo se basa en la tutela, el patronazgo, la relación clientelar. Un ejemplo sería los imperios, que incorporan a personas y formas de vida diferentes y lejanas en su continua expansión militar y colonial. Estos 3 tipos de gramáticas como modos de organizar, comprender, justificar y actuar pueden combinarse entre sí en un mismo contexto sociohistórico y etnográfico o transitar de uno a otro en distintos momentos. La Unión Europea es un ejemplo de segmentariedad: una unión de Estados soberanos independientes y, en principio, iguales. El sistema preautonómico español, con la idea de España como marco abarcante de toda diferencia local/regional, respondía a este modelo inclusivo. El Estado de las Autonomías ha generado un sistema segmentario en cuyo nivel jerárquico superior estaría el Estado, garante de la identidad española. El independentismo nacionalista busca proseguir por este camino sin necesidad de ninguna cúspide que engobe todos los niveles de segmentación; el centralismo estatalista quiere reducir en lo posible esta estructura segmentaria con deriva hacia el federalismo. Estos ordenamientos pueden ser utilizados también de forma estratégica para distintos contextos y dinámicas identitarias/alteritarias. Muchos inmigrantes enfrentan estas clasificaciones y prácticas de las sociedades de acogida reivindicando a menudo una lógica segmentaria que les iguala a sus anfitriones, mientras que ellos mismos utilizan esta estrategia para los que consideran inferiores. Ese era el caso que encontramos entre algunos polacos y rumanos, que utilizaban su europeidad horizontal y verticalmente. II.4.4. Orden y concierto. Coherencia inestable de flujos y fronteras Como todo fenómeno sociocultural, la construcción identitaria/alterizante exhibe características sistémicas abiertas, en continua reorganización y re-estructuración. Es en esta re-elaboración homeodínamica donde reside su posible originalidad. Los procesos identitarios/alteritarios, como la mayoría de los procesos sociales, están constituidos por la relacionalidad dinámica entre sus partes y elementos, dependen de las propias relaciones metonímicas y metafóricas entre las partes. De ahí que las posibilidades no son infinitas: su existencia reside en su significado por sí mismo, pero también en relación a otras partes y a la globalidad, son limitadamente arbitrarios. Coherencia y fragmentariedad también dependen del grado de complejidad y del lugar desde el que estamos observando. La fuerza clasificatoria, que define también los márgenes de la anómalo, puede cubrir parte o todo el tejido social o bien puede constituirse en centinela sólo en los bordes, definidos como tal por tener precisamente dicha vigilancia. Es cerca de estos límites donde las identidades/alteridades pueden definirse más rígidamente. Los límites refieren a zonas aparentemente definidas y controladas a ciertos niveles. Pero difusas, flexibles, ambiguas en otros momentos y lugares. II.4.5. Identidades/alteridades composicionales, ensambladas. Las identidades pueden definirse y ordenar experiencia en torno al género, la edad, el parentesco, el clan, grupo familiar, grupo lingüístico, la congregación, el oficio, la clase social, el grupo étnico, la religión, la orientación sexual, la pertenencia política, y todas las formas de práctica y categorización distintiva en cada contexto histórico y sociocultural. En la experiencia cotidiana, no obstante, no se viven necesariamente estos cortes. Por eso algunos autores, como Appiah, han hablado de identidades múltiples, que pueden conjugarse entre sí. Lo más certero es pensar que somos el resultado de la confluencia de múltiples relaciones, como parte de una cadena en la que en vez de los nodos somos las conexiones. Quizás por ello, habría que hablar de identidades/alteridades ensambladas. Analizar identidades de género en abstracto, por ejemplo, por encima de la multiplicidad de sus formas y localizaciones, no tiene mucho sentido. Lo mismo ocurre con el término de infancia, como categoría inventada para describir sociológica y demográficamente un período de edad. No cabe duda de que algunas identidades sociales son más genéricas, más inclusivas que otras. Hay identificaciones tan circunstanciales que pueden llegar a equiparase a un juego de máscaras que manipulamos en público. Muchas formas de relacionalidad, pertenencia, grupalidad, no producen necesariamente identidad. Hay otras que definen representaciones y prácticas de forma más totalizante. También que implican capas más profundas de las identidades psicosociales, que plantean cuestiones más ontológicas, como los procesos de reconocimiento de ADN en el caso de paternidades cuestionadas o el establecimiento del parentesco biológico. Los procesos identitarios/alteritarios están hechos de fragmentos de otros muchos sistemas y entornos. Las comprensiones y participaciones en los mismos son variables, sus significaciones polisémicas. Además las personas, los colectivos, pueden ser ordenados desde distintos sistemas categoriales identitarios o no. El ámbito de pertinencia y atractividad de una identidad/alteridad, definida como tal, puede no abarcar la globalidad de la actividad relacional del sujeto en todos y cada uno de los contextos en que esta se produce. Suele ser en la combinatoria de lo múltiple y lo híbrido cómo las identidades adquieren su significado experiencial. II.4.6. Invisibilidades Ciertos procesos alteritarios pueden ser invisibles a la retórica identitaria, como el de la negritud en el Uruguay. Y eso ocurre con muchos fenómenos sociales, que no son materia del discurso, como en las noticias: se construyen realidades llenas de agujeros. Muchas movilizaciones intentan visibilizar los procesos, los problemas, los colectivos y el dominio que unos hacen sobre otros El postcolonialismo como práctica y como discurso intentó precisamente, dar visibilidad a una realidad colonial oculta por los discursos hegemónicos de las metrópolis.

Preguntas de examen Tema 2. 2.3.1. Pág. 180 Aquellas teorías sociales basadas en el individualismo formulan la identidad como (a) una parcela reconocible, autosufciciente y delimitada del individuo. Libro: Tema 2. 2.3.1. Pág. 182.4 - Tema 1 – 1.4.1. pág. 110 // 1.3.1. Pág. 76.2 Entender al ser humano como ser biopsicosociocultural implica (c) comprenderlo como un agente multidimensional flexible en continuo desarrollo. Desde una epistemología biosocial se entiende como ser humano como ser biopsicosociocultural, agente consciente intencional que incorpora organizativamente un proceso de vida en continuo desarrollo, en un contexto local y sociohistorico concreto. Esta concepción más compleja incororaria la multidimensionalidad de lo que es ser humano. Su flexibilidad permite abordar toda la variabilidad empírica e historica, reconociendo la universalidad de algún tipo de experiencia autoreferencial en todos los humanos, en algún momento y contexto. Tema 2. 2.3.1. Pág. 183 Especifique cual de las siguientes respuestas le parece más correcta conforme lo estudiado: (b) Impugnar la validez de un concepto omnicomprensivo de identidad no es óbice para su utilidad analítica siempre que se atienda a los diversos modos de articulación de sus campos de significado en relación a fenómenos concretos. Tema 2 . 2.4.1. Pág. 193.3 Que las identidades / alteridades se objetiven quiere decir que (c) devienen en relevantes, significativas y a menudo incuestionables para un determinado colectivo. Sabemos que la identidades/alteridades no son categorías naturales previas a la constitución de los sujetos, grupos, actores, sus relaciones y narrativas, porque son biospsicosociocultural e historicamente construidas, recreadas continuamente en la acción y la relación. Existen en la medida en que se objetivas para un determinado colectivo y sus integrantes/participes. Tema 2 2.4.1.??? Puede decirse que toda construcción identitaria /alteritaria étnica es: (c) de carácter composicional, dinamia y más o menos flexible según la multiversidad de sus objetivaciones sociales. Tema 2. 2.4.3. Pág. 200-204 Las gramaticas de la autoidentificación y de la alterización consisten en (b) logicas ordenatorias para explicar los distintos procesos y estructuraciones de la identidad y la alteridad. LIBRO: Concepto gramáticas en el sentido de lógicas ordenatorias para explicar diferentes dinamicas y estructuraciones de procesos identitarios / alteritarios explicar diferentes dinamicas y estructuraciones de procesos identitarios / alteritarios y , de alguna manera, coincide con la dinámica de sistemas / entornos propuesta aquí. - Baumann propone tres gramaticas relacionales o logicas clasificatorias organizatorias para comprender distintos tipos de construcción de la autoidentificacion y la alterización.

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