Sección III Desarrollo moral del carácter a lo largo de la vida
La infancia y la niñez
Los primeros años llevan sobre sus hombros el
peso del resto de la vida. proveen el fundamneto
para todo lo que sigue
Influencias prenatales afectan al niño.
la base de un carácter correcto en el
hombre futuro queda afirmada por
hábitos de estricta temperancia de
parte de la madre antes de que nazca
el niño
Si, antes del nacimiento de éste su hijo, la madre procura
complacerse a sí misma, si es egoista, impaciente e
imperiosa, estos rasgs de carácter se reflejarán en el
temperamento del niño.
Debe ejercerse mucho cuidado para
que la madre esté en un ambiente
agradable y feliz.
Actualmente se considera que la
personalidad es mitad heredada y
mitad del medio ambiente.
Deje que cada padre y madre cristiana entiendan que
cuando su niño tiene tres años de edad, han hecho más de
la mitad de todo lo que podrán hacer por su carácter.
La adolescencia y la edad adulta
El desarrollo del carácter se convierte en la
principal responsabilidad del individuo
durante la adolescencia y la edad adulta
Todos los adolescentes
deben construir un
conjunto de valores que
los ayudarán a funcionar
exitosamente como
miembros adultos de la
sociedad
Los adolescentes que han vivido en entornos familiares
que incluyen discusión, normas claras, principis morales,
calidez y pocas amenazas son los que experimentan un
mejor desarrollo de niveles altos de juicio y conducta
moral.
Durante la adolescencia la estructura
del carácter se vuelve claramente
visible. la adolescencia se vuelve crucial
en refinar la estructura del carácter que
se tendrá por el resto de la vida.
La formación del carácter es la obra
de toda la vida, y es para la
eternidad
Un carácter formado a la semejanza divina es el
único tesoro que podemos llevar de este mundo al
venidero.
Son las cosas
pequeñas las que
prueban el carácter
El carácter no se obtiene por casualidad.
No se determina por una sola explosión
de mal genio, por un solo paso dado en
mala direccion. Es la repetición del acto lo
que lo hace hábito, y amolda el carácter
para el bien o para el mal.