“CRISIS ECONOMICA 1984”

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“CRISIS ECONOMICA 1984”
  1. CON UNA CRISIS A CUESTAS
    1. 1984 En épocas de grave depresión económica, uno de los sectores de la población más golpeados son sin duda los trabajadores. Ellos como una clase en sí, son quienes invariablemente sufren las graves consecuencias de una política económica recesionista: recorte a los programas de apoyo al bienestar social; freno a los salarios que se quedan muy por debajo de los precios; mayor control de sus organizaciones y foros políticos, y sobre todo una brutal represión no sólo física sino también moral e ideológica (o de dónde si no), viene ese falaz y absurdo optimismo pequeño burgués con que los medios masivos de comunicación y principalmente la televisión, están tratando de ocultar la crisis económica, recetando grandes dosis de “circo” a un pueblo falto de pan. En épocas de crisis, es cuando las estructuras son las susceptibles de ser trastocadas. Por ello es que, aquí, urgen de un mayor reforzamiento de sus componentes si la clase en el poder quiere mantenerse donde está sin cambio alguno.
      1. Tal es el caso del sindicalismo en nuestro país. A lo largo de muchas décadas, el movimiento sindical ha estado controlado por un Estado que ha sabido manipular sus demandas y controlar y ser guía de sus directrices. Mediante mecanismos ya por todos conocidos, (corrupción de sus líderes, represión física, etcétera) se ha mantenido un equilibrio y estabilidad política como en ningún país se ha visto. Sin embargo, ésta no ha servido sino para velar las contradicciones inmanentes a la lucha de clases, las cuales, si bien no de manera clara han venido aflorando en esta época depresiva.
        1. En época de crisis, las contradicciones latentes se agudizan expresándose en una posición más agresiva de los componentes de la clase obrera, al pelear no sólo por incrementos salariales, sino también reclamando posiciones políticas dentro de la estructura de poder. Un hecho que agudiza tales contradicciones, es precisamente la feroz política económica llevada a cabo por el gobierno, la cual, atenta contra el bienestar social de dicha clase, con sus llamadas “políticas de estabilización”. Así, el primer round en la lucha de clases lo ha ganado la burguesía. Así, los salarios han sido contenidos en un nivel lo suficientemente bajo para poder elevar la tasa de ganancia. El temor o más bien, la incertidumbre que causó el hecho de que el máximo líder sindical amenazara el año pasado con un paro general para exigir aumentos salariales, se diluyó entre el jaloneo de tantos intereses que la “aristocracia sindical” mantiene con el gobierno y el control que sobre aquélla mantiene el Estado.
          1. Así, la clase obrera se encuentra sujeta y sometida a más de una fuerza explotadora: la burguesía directamente y sus agentes; el Estado y los líderes sindicales, que los enajenan y alienan en la lucha de sus propios intereses al conducirlos a firmar “pactos de solidaridad” que no son sino una burla para la clase desposeída. El sindicalismo, sin embargo, está despertando de su gran letargo. Las políticas de “shock” del actual gobierno han contribuido a ello. Y no deberá extrañar que dentro de poco, las bases rebasen a sus líderes y la pelea, entonces, comience a ser más abierta y decidida.
    2. GOBIERNO Y EMPRESA PRIVADA EN MÉXICO
      1. 1984 “Y los patrones lo quieren todo”. Tal vez con ésta frase, se logre reflejar un poco de lo que es actualmente la agresiva posición que los grandes empresarios del país han tomado, en relación a las formas y mecanismos de funcionamiento de la economía mexicana. Esta posición (acicateada por un Estado entreguista y reaccionario y por un orgullo molido a palos por la nacionalización de la banca) parece no ser otra cosa, que una clara reacción, reflejo de las interpretaciones del funcionamiento económico que han hecho los ideólogos de la burguesía. A su buen saber, después de doce años de amplio intervencionismo estatal, la situación actual prueba que éste es antinatural, que perturba el buen funcionamiento de las fuerzas del mercado y de los agentes económicos y que lo que hay que hacer es dejar libres esas fuerzas y esos agentes para que, de manera mecánica y milagrosa, nos conduzcan al equilibrio económico.
        1. Nada más alejado y a la vez tan cercano a la realidad. Si bien es cierto que la crisis actual del país ha sido producto en parte del amplio intervencionismo estatal, también es cierto que tal intervencionismo ha sido únicamente promovido para favorecer a la clase que, desde la óptica burguesa, es quien con su esfuerzo y pujanza impulsa el desarrollo del país. Resulta entonces paradójico, que la clase empresarial se dedique a declarar su rechazo a un mayor estatismo, cuando ha sido éste, uno de los pilares más fuertes que han apoyado sus débiles bases, su ineficiente funcionamiento y su evidente dependencia del capital extranjero.
          1. De qué, si no, es producto, el escandaloso déficit presupuestal, el aterrador endeudamiento y la casi bancarrota estatal. No será acaso, de la desmedida e irracional política de altos subsidios a los empresarios privados; bajos precios de productos y servicios que produce el Estado como petróleo y electricidad; exenciones fiscales; etcétera, que permiten incrementar las ganancias de dichos empresarios y que son medidas que se han venido practicando desde el llamado período de desarrollo estabilizador (esto es desde el gobierno de López Mateos) y que bajo las mismas bases de “cooperación” Empresa-Estado, (que esconda la real relación que existe entre el Estado y la burguesía, aquél como un instrumento de ésta) pero con otros tintes y situaciones se sigue promoviendo.
            1. Obviamente los empresarios lo quieren todo. Y así lo manifiestan. Y el actual gobierno inmerso en un proceso de derechización parece empeñado en cumplir sus deseos. No por nada se reprivatizó el 34% de la banca nacionalizada, no por nada se solapa la acelerada carrera alcista a los precios, se reprivatizan parte de las empresas estatales, se fomenta la entrada de capital extranjero para resolver los problemas de la deuda externa privada, se contraen los salarios para permitir mayores márgenes de ganancias y acumulación que favorecen un patrón de acumulación obsoleto e ineficaz en si mismo y del cual nos queda la esperanza, obedeciendo a las leyes de la física, caiga por su propio peso.
      2. INFLACIÓN EN MÉXICO: LA APARIENCIA DEL FENÓMENO
        1. 1984 A despecho de lo que muchos economistas argumentan, aluden o rehuyen decir, un hecho es cierto, el proceso inflacionario ha desgastado nuestra moneda y por tanto su poder adquisitivo ha alcanzado, niveles sin precedente alguno en la historia del México moderno. De 1978 a 1984 el índice nacional de precios al consumidor creció en un 714%, esto quiere decir que lo que en 1978 se compraba con 100 pesos, hoy se compra con 714 pesos. El peso, ha perdido, pues, siete veces su valor en tan sólo seis años; cuatro de los cuales fueron de euforia petrolera y desarrollo económico ficticio y dos de extrema austeridad.
          1. Este excesivo incremento de la inflación, no se ha correspondido, sin embargo, con un crecimiento igual en los salarios, hecho por el cual, se han deteriorado los niveles de bienestar de la población mexicana. Hay quienes arguyen que gran parte de la inflación es ocasionada por la elevación de los salarios. Este argumento es completamente infundado y engañoso. De ser cierto, los incrementos de los salarios deberían ser mayores o por lo menos iguales a los incrementos en los precios y eso no es así.
            1. Por otra parte, los salarios representan según investigaciones realizadas al respecto, únicamente el 3% del total de gastos que tiene que hacer un empresario para pagar sus costos de producción. Así, un incremento en los salarios, no incide de manera importante en el incremento de los costos de producción y por tanto, no tiene tampoco por qué incidir en el nivel de precios. La inflación, o lo que es lo mismo, el grado de aumento de los precios de los productos consumidos, se deben a otros factores que son ocultados por los empresarios y por el mismo gobierno, los cuales argumentan el aumento de los salarios como causa básica de la inflación, con el fin de desviar la atención de las verdaderas causas.
              1. Estas causas son de carácter estructural y se refieren, en primer término a la ineficiencia de la planta industrial, la cual carga a los costos de producción y por ende a los precios el costo de mantener una amplia capacidad instalada que permanece ociosa, ya que dichas plantas sólo operan al 40 o 50% de su capacidad. Un ejemplo claro es el de la industria automotriz. De igual manera, en el campo, la incapacidad de quienes producen los bienes agrícolas de consumo básico, de satisfacer la demanda de toda la población y toda la dispersión de los grandes productores hacia cultivos más redituables que el maíz, frijol, arroz, etcétera, estrecha la oferta de dichos bienes y presiona los precios al alza, pues no hay producto más caro que el que no se encuentra en el mercado.
                1. Otra de las causas de la inflación, son los elevadísimos gastos de publicidad que realizan las empresas privadas con motivo de campañas publicitarias para promover sus productos; gastos que son pagados por el consumidor ya que se le incluyen al precio. Así, por ejemplo, tan sólo en publicidad televisiva de bebidas alcohólicas se gastaron en los primeros seis meses de 1982, 1,100 millones de pesos. Dinero que, como consumidor, usted pagó.
                  1. Sin duda, otro factor que eleva exageradamente los precios en el país, es el sistema de distribución de los productos. La tremenda cauda de intermediarios cuya ganancia radica en comprar barato para vender mas caro incrementa los precios sin agregar ningún valor a las mercancías y es ahí donde radica la causa fundamental de la inflación: la no correspondencia entre valor de la mercancía y el precio de la misma. Esta desigualdad es posibilitada por la existencia de amplios monopolios comerciales que acaparan y especulan con los bienes de consumo básico de la población y lucran con la miseria y el hambre del pueblo, en razón de la escasez de dichos productos. En épocas de crisis esta inflación es aún más fuerte porque el incremento desmedido de los precios es el único mecanismo que asegura una mayor acumulación de capital por parte de los empresarios ante la presencia de una baja en la producción.
                    1. Así, la posibilidad de transferir cualquier aumento en los costos de producción a los precios y la necesidad de ganancias de los empresarios es lo que sobrepuja al alza a la tasa de inflación. Vemos así, que la inflación no es ningún fenómeno de origen desconocido y misterioso que además, no afecta por igual al obrero o al campesino, que al rico empresario. Porque quienes se quejan de las peticiones de aumentos salariales no saben que de 70 millones de mexicanos que somos, 63 millones utilizan cuando menos la mitad de sus ingresos para cubrir sus necesidades alimenticias, y la otra mitad la tienen que repartir casi milagrosamente en gastos de vivienda, educación, vestido y servicios médicos. Estas personas ignoran que el 80% de los campesinos; el 30% de los obreros y la totalidad de los trabajadores de la industria de la construcción perciben ingresos inferiores al salario mínimo.
                      1. No saben esas personas, que el 5% de las familias mexicanas más privilegiadas acaparan el 25% del ingreso nacional, mientras que el 40% de las más pobres, apenas perciben el 23%. Dejemos pues de culpar al “mugroso” obrero y al “holgazán” campesino que son las víctimas económicas de nuestro sistema y víctimas morales y sociales de nuestra ignorancia e incapacidad para explicarnos la realidad de nuestro país.
        2. LA UNIDAD NACIONAL
          1. 1984 Un serio deterioro está sufriendo la base material de la economía mexicana, cuyo efecto primordial está siendo la degradación de las condiciones de vida material de miles de pobladores de nuestro país, a la vez que se observa que la crisis se vuelve incontrolable porque el país aparece desprovisto de una política de desarrollo que carece de las más elementales propuestas de política económica que dé solución a los problemas a largo plazo, puesto que la existente sólo se preocupa de controlar los desequilibrios de corto plazo, paliando levemente una crisis estructural que requiere para su solución de cambios que den nacimiento a nuevas condiciones y nuevas circunstancias.
            1. El presidente de la República ha hecho muchas veces el llamado a la unidad nacional para resolver en forma conjunta la crisis y comprometer a todos los mexicanos a aceptar los sacrificios que esto implica, pero es bien cierto que no a todos afecta igual la crisis; es cierto que el país está dividido en clases sociales determinadas por la posición que ocupa cada mexicano en el aparato productivo. Unos son empresarios y otros obreros. Unos son dueños y otros no tienen nada. Lo que para unos es bueno, para otros es malo, por eso la tan llevada y traída teoría de la unidad nacional es engañosa y sólo provoca que el sector más poderoso económicamente imponga, a través del Estado su “proyecto de desarrollo”, subordinando al mismo al sector más débil y obligándolo a aceptar sus condiciones y lo que es peor, bajo su propia voluntad.
              1. En 1940, ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, esta consigna de la Unidad Nacional fue lanzada por el entonces Presidente Manuel Ávila Camacho, con el fin de unir a todos los mexicanos en un sólo frente para combatir el avance del fascismo. Pactar la Unidad Nacional sirvió para que el gobierno y empresarios obligaran a los obreros a aceptar sus condiciones y así subordinar los intereses de estos en pro de los de aquellos, argumentando que no aceptar sería ir en contra del interés nacional. No por nada en la época de guerra se deterioró en un 50% el salario de los trabajadores, se intensificó la explotación de la fuerza de trabajo, se amplió extraordinariamente la producción manufacturera (gracias a una intensificación en el uso de la fuerza de trabajo o sobreexplotación), se elevó a sus más altos niveles la acumulación de capital y el movimiento obrero organizado recibió uno de los más duros golpes de los que incluso no alcanza a recuperarse hoy.
                1. Si debemos unir al país en un sólo frente, debe existir una idea clara de lo que quiere y una equidad y justeza para que todos salgamos beneficiados y no, en aras de un pacto nacional, para salvar la crisis lesionar los intereses de las grandes mayorías del país.
          2. EL ’85 UN AÑO MAS DE CRISIS
            1. 1985 Un nuevo año brilla en el horizonte económico de nuestro país, sin embargo, no parece ser un año diferente a los que hemos vivido últimamente. La crisis no cede y por el contrario parece agravarse. A nivel mundial, los precios del petróleo están a punto de desplomarse y por lo pronto ya ocasionaron que el nivel de producción petrolera de nuestro país disminuyera a razón de 100 000 barriles diarios, lo que ocasionará necesariamente que las divisas dejen de fluir hacia el interior de nuestra economía y esto amenaza a su vez el frágil equilibrio en el que se encuentra sostenido el pago de la deuda externa; hecho por demás peligroso ya que obligaría al gobierno a adoptar medidas aún más dolorosas que las que toma actualmente.
              1. Por otra parte, a nivel interno, la inflación sigue sin ceder. Se habla de una disminución relativa, de un crecimiento de los precios cada vez más pequeño, sin embargo, por menor que sea la realidad, sigue deteriorando los niveles de ingreso de la mayoría de la población e incrementando con ello la inconformidad social y política. A su vez, amenaza también la estabilidad monetaria ya que está provocando que nuestra moneda valga menos, cada vez más, en relación con el dólar, prueba de ello es el incremento en el monto del deslizamiento de la paridad monetaria de 13 a 17 centavos diarios.
                1. El gobierno hace esfuerzos desesperados porque la situación “no se le escape de las manos”, sin embargo, no logra dar con el mecanismo que a corto plazo detenga la crisis estructural que tanto nos perjudica. Y es que cada vez se nota más cómo las decisiones del gobierno en materia económica están favoreciendo a un sector privilegiado de nuestra economía en detrimento de las grandes mayorías que soportan todo el peso de la crisis al ver sus salarios desvalorizados en una grave afrenta monetarista que en su afán de equilibrar la demanda y la oferta de bienes y servicios, y ante la imposibilidad de expandir la oferta, deprime la demanda a través de la contención salarial, para, con ello, detener la carrera alcista de los precios.
                  1. Los mexicanos somos, sin embargo, más que una ecuación neoclásica y no nos tragamos la falacia que se esconde tras la decisión del gobierno de vender buena parte de sus empresas (que al pertenecerle nos pertenecen a todos), al sector privado tras la excusa de que con ello se quita una carga financiera al gobierno, lo cual nos beneficiará el incremento del gasto público. La verdad es que esta reprivatización de la economía obedece a los claros intereses económicos de los grandes empresarios a los cuales defiende y ampara un gobierno que obstruye el bien común, y por ello es peligrosa y atentatoria contra el grueso de la población pues desata un mecanismo que revierte la tendencia hacia una mejor distribución de la riqueza, y en su caso, permite la mayor concentración de ésta.
                    1. O acaso cree usted que ¿un ciudadano común y corriente será beneficiado con esta medida?. Quién si no los grandes empresarios que concentran en sus manos el poder económico tendrán la capacidad para comprar dichas empresas. Esta, no es una medida democrática, aunque en el fondo lo parezca; es más bien una medida que posibilitará un mayor monopolio del poder económico. Y esto es aún más cierto si pensamos que muchos de los compradores podrán ser empresarios extranjeros quienes, además, han incrementado su flujo de capitales a nuestro país y de quienes sabemos, no han traído hasta el momento mas que serias complicaciones y distorsiones a nuestro proceso de desarrollo.
                      1. El año 1985 no pinta nada bien en pocas palabras. Y refleja claramente en los aumentos de precios de varios artículos básicos autorizados apenas en diciembre del año pasado, los aumentos en las cuotas de las carreteras , lo que repercutirá próximamente en un aumento generalizado en casi todos los artículos de consumo. Un paupérrimo 30% de aumento a salario mínimo que no compensa la caída del valor que el dinero sufrió en 1984 y que no compensará la que tendrá en 1985 aunque se diga que la inflación será de sólo 30%, porque la descompensación ha sido acumulativa. Nuestro gobierno anda mal y de malas, aunque trate de maquillar la situación con retoques de confianza y alentadora esperanza. El ’85 viene difícil, la crisis no cede, tal vez porque las medidas para solucionarlas no han sido las más adecuadas, están muy lejos de ser viables con el gobierno actual. Con todo ello, el desear un feliz año nuevo más que un deseo se ha vuelto una ironía. La historia dirá la ultima palabra.

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